Colaboración de Fabricio González:
Los campos del norte de la Patagonia son ariscos. La línea del horizonte es dominada por una fila de monte bajo, espinudo, donde crece el pasto a pesar de todo. De la sobrevivencia, o la holgura, a la emergencia, hay unos pocos milímetros de lluvia de diferencia. Entonces algunos productores comenzaron a ver en el pastoreo regenerativo una opción, y eso implica cuidar tanto lo que hay arriba del suelo como lo que hay debajo. Y un paso más allá están dando 11 productores que se animan -y se someten- a los métodos que proponen los impulsores de los bonos de carbono.
No es una decisión fácil, porque hay que firmar un contrato a 20 años, “y ahí comienza a jugar la cuestión etaria”, admite Fernando Segura, ganadero y abogado, que será pionero en Río Negro, sobre todo en el departamento Pichi Mahuida, en un lote de 5.000 hectáreas ubicado a 47 kilómetros al sudoeste de Río Colorado.
Luego de dos días de intensa labor de planificación, a su lado se encuentra Pedro Helling, docente de Agronomía en la Universidad Nacional del Comahue (UNCo) y responsable de Simbiosis, encargada del nodo regional de Ovis 21, una empresa fundada por Pablo Borrelli, que según su presentación, “busca promover la regeneración de tierras a gran escala a través de la ganadería”, lo que implementan mediante “una red de productores, técnicos y profesionales que buscan aprender y mejorar continuamente el manejo regenerativo”.
De los cursos y charlas de los últimos años, surge el interés. Hay registros de reuniones con productores en el año 2014 en la Sociedad Rural de General Conesa, apenas unos kilómetros más al sur. Surge el interés sobre todo de ganaderos que, por acá, con la sequias del 2007, 2008 y 2009, perdieron hasta el 60% de sus madres. Y el clima además va cambiando. Segura se basa en sus propios registros: “Cuando la ganadería bovina ingresa a esta zona, que es a fines de los 60, a principios de los 70, los regímenes de lluvia eran superiores a los actuales. En la década del 80, casi toda la década, hasta el año 89, el régimen de lluvia de todo este departamento Pichi Mahuida era promedio 500 milímetros”. Hoy están entre 100 y 150 milímetros menos al año.
Pero eso no es lo peor, sino que “lo que notamos básicamente es que se nos fueron corriendo los ciclos: el ciclo (de lluvias) de primavera, en vez de empezar en agosto-septiembre se nos fue corriendo a octubre-noviembre. Ya hace dos años atrás veníamos con una seca importante y llovió recién sobre mediados de noviembre. El año pasado pasó exactamente lo mismo, pero peor, nos fuimos a diciembre. Veníamos con menos de 200 milímetros en todo el año y el 15 de noviembre, que en 72 horas nos llovieron 120-130 milímetros. Entonces estamos viendo que hay un desplazamiento climatológico y que la naturaleza está tratando de reacomodarse igual que nosotros. Entonces, una de las primeras cosas que tuvimos que hacer fue readecuar carga animal y a partir de ahí empezar a buscar por todos lados cómo generar otro manejo. Y bueno, el pastaje holístico, el pastaje regenerativo, es lo que nos brinda esa solución”.
Entonces surge la posibilidad de acceder a recursos que -en definitiva-, se usarán para aliviar los suelos. Helling explica así el mecanismo para acceder al financiamiento que surge de los bonos: “si vos querés ingresar y te falta infraestructura, te compro anticipadamente los bonos de carbono que vas a generar para que vos mejores los alambres, distribuyas mejor el agua y eso te permita hacer un mejor uso del recurso natural. Entonces el programa en un punto te dice bueno: yo te financio esa obra a través de una cancelación anticipada de los bonos de carbono, y vos, cuando empieces a mejorar el pastizal y empieces a generar los bonos, me devolvés bonos. No hay transacción monetaria, o sea el programa te da plata de bonos que te compra anticipadamente, pero vos no le devolvés plata, si no que le devolvés los primeros bonos de carbono que se generan en el campo”.
“Traigan lápices de colores, y goma de borrar”, dispara por mensaje de WhatsApp, Orlando, el mayor de los Segura, invitando a otros interesados a participar de una jornada de planificación de pastoreos. Son 3 horas a la mañana, un alto para ajusticiar un costillar de jabalí, y otras 3 horas y media por la tarde, sacando cuentas de cuantas raciones puede otorgar un cuadro, según cantidad de animales y días en que permanece ocupado.
Bajo un alero de lo que fue la casa familiar, Fernando se apresta a la entrevista:
-La primera cuestión es, ¿cómo un productor se aproxima a esta novedad, a esta nueva forma de trabajar los campos, rompiendo una tradición de muchos años? ¿Por qué esa aproximación? ¿Con qué necesidad?
-Tenemos siempre una tendencia de mirar al vacuno; el ganadero mira al vacuno y no mira el pastizal muchas veces. Digamos, no lo mira con la importancia que lo tiene que mirar, siempre lo ve como para saber si hay que echar más o menos carga animal sobre ese cuadro. Entonces, hace unos años con mi hermano constituimos una sociedad y a partir de ahí ya empezamos a participar en un grupo CREA de la zona donde ya se empezaba a hablar de pastoreo regenerativo. Hace casi dos años tuve la oportunidad que este grupo fuera invitado, nos aceptaran en la estancia Numancia de los hermanos Pérez, que son pioneros en esto, y ahí tuve la suerte de encontrarme con el ingeniero Pablo Borrelli, que es un referente creador de Ovis 21.
Segura continúa: “Me impactaron esos cuatro o cinco días que estuvimos en Numancia, donde pude ver el efecto que tenía el pastoreo regenerativo, el manejo holístico. Lo que vi ahí me impactó mucho. Tan es así que ya al primero o segundo día fue la decisión inmediata de querer incorporarnos al programa, porque entendía que por ahí pasaba la ganadería que uno andaba buscando. Uno sabía que estaba muy cerca, pero cuando vi el manejo, hacia lo que tendía (porque el manejo holístico es mucho más que el simple pastoreo, y hasta la cuestión financiera uno la lleva a lo holístico), hizo que emprendiéramos este camino de la mano de Pedro Helling, un ingeniero agrónomo que yo conozco hace muchos años y que conozco sus calidades técnicas y sus cualidades personales”.
-El tema bono de carbono es un concepto nuevo, que a los productores a los que le ronda la idea, todavía les asusta algunos aspectos. En la práctica, ¿qué vas a tener que hacer para adaptar tu establecimiento a las requisitorias para acceder al bono?
-Primero, para ingresar a un programa de bono de carbono como es el programa POA, necesitas sí o sí estar dentro de un programa de pastoreo regenerativo. Tenés que dar ese paso vos como productor. Una vez, si tenés la suerte de ser seleccionado para ser incorporado al programa, tenés que readecuar con infraestructura, por ejemplo hay que achicar superficies. Pensá que estos campos venían del manejo del ovino. Acá en este campo llegamos casi hasta fines de los 70 con ovinos. Y las extensiones para el ovino son totalmente distintas. Había un molino cada 2.500 hectáreas, dos molinos como mucho. Cuadros abiertos. En la década del 80 pudimos dividir un poco el campo, pero las superficies siempre seguían siendo muy grandes. Hoy el programa lo que te hace es proponer parcelas más chicas, para facilitar la rotación, para que esa rotación le dé tiempo de descanso. Y eso hace que vos tengas que llevar a cada una de esas parcelas nuevas el agua.
-En la vida cotidiana de la administración del campo, el acceso al bono de carbono implica seguir determinadas reglas. Sabemos que hay un contrato que se firma donde uno, en términos criollos, se embarca por 20 años. ¿Esas condiciones cuáles son y cómo las organizaron ustedes?
-Nosotros incorporamos al programa el campo de nuestra propiedad, que son 5.000 hectáreas, que es la unidad mínima para ingresar el programa en Patagonia. Exactamente, el tiempo de duración es por 20 años. Por lo tanto, también juega una cuestión etaria. Después, en lo que hace al manejo regenerativo del pastizal, trabajamos con planes: un plan abierto, un plan cerrado. Un plan abierto para la etapa de crecimiento del pasto, y el plan cerrado cuando ya tenemos el pasto y tenemos que hacer los cálculos sobre la reserva de pasto que nos queda para soportar todo el invierno hasta llegar a la primavera. Ese trabajo lo cubre el programa, el costo de esa asesoría técnica que uno tiene. Es un trabajo de campo de dos o tres días, que vienen los ingenieros a revisar, a mirar cada cuadro, a analizar la cantidad de pasto que queda, o cuál es el potencial de ese cuadro. Ver el rodeo, la cantidad de hacienda que vamos a meter en cada cuadro, cómo armar las células.
-¿Cómo quedó el campo?
-Nosotros tenemos dividido este campo de 5.000 hectáreas en dos células de 2.500 hectáreas. Entonces, bueno, el programa lo que te impone es un seguimiento. El plan es una planificación por seis meses, día por día, de qué cuadro va a estar ocupado, cuántos días de pastoreo se va a dar por cuadro y cuál va a ser la rotación, de qué cuadro a qué cuadro. Uno planifica durante esos tres días lo que va a hacer en los próximos seis meses, y analiza a su vez cuáles son las probabilidades. Hoy nos encontramos con muy poca humedad en el perfil del suelo, nos han llovido escasos 10 milímetros hace 10 días y sabemos que, si para el 15 de septiembre no tenemos otra lluvia, vamos a estar en un semáforo amarillo. Si para mediados de octubre no tenemos otra, no hemos registrado lluvias importantes, ya tenemos el semáforo rojo. Eso nos implica un destete precoz y un montón de acciones que ya las analizamos antes de que empiece el mes de septiembre. Las vías de escape están analizadas.
-Si tienes un cuadro que está en etapa de descanso, aunque tengas una urgencia, ¿no lo podés tocar?
-No lo podés tocar. La decisión es no tocarlo, y si lo tocas decidís, porque eso tiene -como toda decisión-, un costo. Hay que hacer esos análisis, pero todo tiene que ver con estar monitoreando y en consulta permanente con los asesores del programa.
-¿El bono de carbono lo define el hecho de que en tu campo vos atrapás carbono?
-Hay dos formas de captar el dióxido de carbono: una es a través de las plantas, otra es a través de los pastos. La planta lo almacena en la madera, y si ese bosque se quema, se vuelve a liberar. En cambio, el pasto lo atrapa en sus raíces. Cuando la planta hace todo el ciclo, capta el bono de carbono. La planta crece tanto del suelo hacia arriba, como del suelo hacia abajo en raíces. Y cuando es comida, por eso es importante la intervención de los animales, es que vengan y coman, y una vez que comen, la planta para seguir sobreviviendo elimina la cantidad de raíces excedentes, y ahí, en esas raíces excedentes, queda atrapado el carbono en el suelo.
-¿Y cuánto se captura?
-Se calcula que en Patagonia estaríamos atrapando entre 1 y 3 toneladas de carbono por hectárea por año. Hay una certificadora holandesa, que es la que da garantía de que el bono que se está emitiendo ha seguido todo un protocolo y un procedimiento. La seriedad del bono es lo que le da el valor a dicho bono.
-¿Entonces alguien va a venir a tu campo a verificar cuánto carbono atrapaste?
-Exacto, y no uno, sino dos técnicos, que no van a tener contacto entre ellos, y se va a chequear la información. Van a haber dos inspectores por separado, que van a ir al mismo lugar para verificar a una profundidad de 30 centímetros del suelo, a capturar la muestra. Hay todo un protocolo de conservación. Y esas muestras las mandan a un laboratorio donde se analiza. Y eso tiene que coincidir con el trabajo que venga a hacer el otro técnico. Y ahí queda certificado.
-La cuestión ahora es que están por recibir los primeros fondos. Ese fondo no es gratuito, aparentemente es un adelanto. La pregunta es cómo llega ese fondo, de qué forma parte. ¿Qué va a significar para este establecimiento recibir ese fondeo?
-Actualmente hay solamente tres establecimientos en Patagonia dentro del programa que lograron ya recibir esa ayuda económica. Aproximadamente en septiembre estaríamos ya firmando el anexo 1 para el desembolso de los fondos junto a 5 establecimientos más, y en octubre lo harían 6 establecimientos más. Actualmente somos 11 establecimientos en Patagonia que estaríamos recibiendo el adelanto de los bonos de carbono, que ya tienen un destino. Ese destino es realizar todas las mejoras prediales, tanto en alambrados, caminos, acueductos y perforaciones, para asegurar que uno pueda realizar la tarea de rotación en cada uno de los cuadros sin ningún tipo de inconveniente.
Segura explicó que “con los bonos, por el carbono que va a capturar el campo, estaría pagándose ese adelanto. Ellos hacen el adelanto en base a un cálculo estimativo de lo que saben que captura un campo en Patagonia. Lo que hacen es adelantarnos ese financiamiento para que podamos mejorar predialmente. Y estaríamos cobrando la libre disponibilidad de los bonos, recién en el segundo año. El primer año compensaríamos lo que hoy nos adelantan. Y en 2025 compensaríamos lo que nos están adelantando el 2024, y en el 2026 tendríamos los bonos de libre disponibilidad, que sería el importe generado por la cotización del bono en el mercado, que un mercado mundial. Se estima que el valor del mercado va a ir creciendo a medida que lleguemos a 2035, dentro de 12 años, donde se calcula que empresas de todo el mundo van a tener que compensar las emisiones.
-Entonces, superada la etapa de las mejoras prediales, luego los fondos ahorrados de libre disponibilidad van a permitir un manejo del campo que no lo sobrecargue, para preservar la materia orgánica. Si viene época de vacas flacas, de pocas lluvias, ese recurso incluso te va a permitir sobrevivir.
-A lo que tiende el programa es a mejorar la vida que hay en el suelo, cosa que a nosotros nos llamó mucho la atención porque uno no está acostumbrado a mirar el suelo de esa manera. El programa tiende a eso, a mejorar la cantidad de plantas, la salud del pastizal y la vida que hay alrededor de ese pastizal. Nosotros ingresamos al programa en un ciclo seco, y de todos modos ya estamos viendo algunas mejoras. Entonces uno se entusiasma porque ve que el campo tiene mejor condición que otros establecimientos cercanos que no hacen este manejo. En un ciclo húmedo, vamos a mejorar muchísimo nuestra capacidad de recepción de hacienda por hectárea en estos campos. Pero si no lo pudiéramos hacer, el bono de carbono nos permitiría recibir un dinero muy importante.
-¿Cuánto recibirían?
-Nosotros estaríamos recibiendo, hace un rato hacía un cálculo, unos 7 kilos de ternero de destete por hectárea, por año. Sería muy significativo para nosotros para poder decir que hay que bajar la carga. Porque muchas veces uno se resiste, porque uno saca cuentas que tarda tres años en hacer una madre. Uno empieza a hacer esas cuentas, en donde le duele desprenderse de una madre y le duele achicar la carga animal, y por ahí es el bono lo que te da esa ventaja, esa libertad.
-¿Este establecimiento comparado con los demás, va adquiriendo algunas ventajas?
–Sí, nosotros nos hemos sorprendido del manejo. Uno lo mira desde afuera y le parece que es muy complejo. Sí se necesita gente permanentemente en el campo, se necesita una presencia constante, porque uno estará manejando células de mucha hacienda en poca superficie, entonces no puede distraerse ni en el tema del agua, ni en el tema de los alambres. Digamos tiene que estar encima. En eso demanda mucho el programa. Pero también después uno empieza a verle todas las ventajas y beneficios que le da que los cuadros se recuperan más rápido porque han descansado mucho tiempo, y esa planta que ha descansado mucho tiempo, cuando recibe la misma agua que la planta que no descansó, que tuvo estrés porque estuvo sobre pastoreada, la recuperación es inmediata. Te sorprende. Entonces, te genera mucha satisfacción.
El productor rionegrino agrega que “todo eso te entusiasma también porque uno puede concentrarse en su campo. Por ahí, muchas veces, el productor por no perder su capacidad económica, empieza a expandirse, a alquilar muchos campos, a trasladar mucha hacienda, a hacer muchos movimientos, y eso termina redundando en una pérdida de eficiencia”.
“Acá lo que nosotros buscamos es altos porcentajes de preñez, altos porcentajes de realización de ternero por vaca. Por ahí, con la misma superficie, lograr ser más eficiente. Porque muchas veces te pasa que no es lo mismo producir 80 terneros cada 100 vacas que producir 92 terneros cada 100 vacas. Esos 12 terneros, en otro rodeo, significan 20 o 30 vacas más. Y vos no tuviste que darles agua, no le tuviste que dar de comer a esas 20 o 30 vacas. Y eso se va multiplicando”.
En su caso, revela, “con este manejo hemos logrado altos porcentajes de preñez, con picos de 95 a 97%. Hemos logrado superar el 87 u 88% de terneros realizados en alguna de las células, entonces uno dice bueno es por acá, es por donde tenemos que ir, a buscar la eficiencia. Aparte ver los costos. Hoy los costos que tenemos, de movernos en Patagonia, son altos. Entonces lo que uno busca es reducirlos a la mínima expresión”.
Sobre la mesa hay mate, galleta, reglas, calculadoras, una tabla con un salame casero. El televisor está en silencio. Y afuera asoma un sol remolón, luego de un invierno más largo de los habitual. Los técnicos trajeron las planillas de control de pastizales. Calculan kilos de pasto que produce la naturaleza a fuerza de unas pocas lluvias, el viento y suelos en su mayoría arenosos.
Al final de una jornada larga, Pedro Helling se sienta en unos viejos sillones de hierro y, como promotor de este sistema, brinda su lectura:
“Los productores que quieren participar de este programa tienen que entender que el recurso natural se cuida y que ese cuidado no va en desmedro de la producción. O sea, tienen que planificar el pastoreo de manera tal de ir mejorando paso a paso el pastizal natural, y que eso obviamente se traduce en mayor cantidad de raíces, más vida del suelo y más materia orgánica del suelo. Y es ahí donde encontramos la posibilidad de atrapar dióxido de carbono, limpiar el aire y eso es lo que hoy está por tener valor comercial, valor de mercado a través de los bonos de carbono”, define de entrada.
-El productor tiene que evitar caer en la tentación, como puede pasar en algunas épocas cuando el año vino bueno, de sobrecargar el campo. ¿Con este manejo hay una planificación más a mediano y largo plazo?
-Es una planificación a mediano y largo plazo, que contempla períodos húmedos, períodos secos, y que promueve el cuidado del pastizal natural. Obviamente, la experiencia que tenemos nosotros en otros campos en Patagonia es que con el tiempo la receptividad de los campos aumenta. O sea si vos cuidás el capital biológico, el capital en recurso natural que tenés del campo, ese cuidado te va a devolver más producción de pasto.
-Más allá de la cuestión de ingresar o no a un programa de bono de carbono, ya hay establecimientos que están en el manejo responsable, haciendo el manejo holístico. Ahí empieza la experiencia y se pueden hacer las comparaciones.
-Exactamente. El programa pensado para Patagonia, se hizo a partir de campos que hace 5 o 10 años, vienen haciendo ganadería regenerativa, manejo holístico y con mediciones muy puntuales para saber qué está pasando en el pastizal. Y en la mayoría de los campos, casi todos los campos, han aumentado la receptividad. Entonces la gente que quiere participar del programa tiene que hacer ganadería regenerativa, porque es la única manera de asegurarte de que haya mejora en el suelo y que se puedan generar bonos de carbono.
-Una vez que uno que productor ingresa al programa, ¿qué beneficios tiene?
-Básicamente el programa está pensado para campos de Patagonia y productores que quieren hacer ganadería regenerativa. Muchos de los productores que tienen esa visión no tienen infraestructura como para poder llevarlo adelante. Entonces este programa pone el caballo adelante del carro y decimos bueno: si vos querés ingresar, y te falta infraestructura, te compro anticipadamente los bonos de carbono que vas a generar, para que vos mejores los alambres, distribuyas mejor el agua, para que todo eso te permita hacer un mejor uso del recurso natural. El programa te dice: Yo te financio esa obra a través de una cancelación anticipada de los bonos de carbono, y vos, cuando empieces a mejorar el pastizal y empieces a generar los bonos, me devolvés bonos. No hay transacción monetaria, o sea el programa te da plata de bonos que te compra anticipadamente, pero vos no le devolvés plata, si no que le devolvés los primeros bonos de carbono que se generan en el campo.
-Con el tiempo, vos ya hiciste las mejoras prediales y demás. ¿Qué pasa luego? ¿Vas a disponer de un recurso para cuando el año venga mal poder afrontarlo?
–Lo que vemos es que existen dos patas fuertes y que van de la mano: para poder generar bonos de carbono tenés que cuidar el recurso y tenés que mejorar lo que pasa en el suelo. Tenés que aumentar la materia orgánica del suelo y eso lo haces solo con un pastizal que lo vas mejorando. Ese pastizal que lo vas mejorando, es capital biológico que se va generando en el campo: Es una alcancía en la cual no guardas plata, pero sí guardas un campo que después te va a responder mejor a cualquier manejo. Entonces vas mejorando el recurso natural, y en un punto, si eso lo medís (y el programa contempla la medición y la certificación del dato), podés generar plata a través de la venta de bonos de carbono.
Muy interesante el articulo sobre la captación de dióxido de carbono en la Patagonia y su resultante entrega de bonos para el productor. Les agradecería inmensamente publiquen la información que puedan tener actualizada sobre la misma materia tratada pero enfocada en la forestación , de forma práctica y simple para ser aplicada en especial de eucaliptos en zona de costa del río Uruguay ,Entre Ríos. Muchas gracias Atte J. C. F..