“Trabajar en el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) es el anhelo de todo ingeniero agrónomo, y poder formar parte para mí es un verdadero honor”. Así comenzó explicando María Eugenia Carrizo su más reciente logro: oficialmente es desde este viernes la nueva directora de la Estación Experimental Agropecuaria Rafaela del INTA.
Ingeniera Agrónoma con un Phd, es profesora adjunta de la materia diagnóstico y tecnología de la tierra en la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional del Litoral, y viene de transitar por primera vez una responsabilidad amplia en la gestión pública como ex secretaria de Agricultura y Ganadería, en el anterior gobierno de la provincia de Santa Fe. Ahora comenzará un desafío en el que tiene todo por delante.
El INTA Rafaela es el más lechero del país, pero también cuenta con un plantel diverso de profesionales y un alcance regional muy particular, porque tiene en sus dependencias también el Instituto de Investigación de la Cadena Láctea (IDICAL), donde el INTA y el Conicet confluyen.
Con el acto formal que se realizó este viernes, con la presencia de Juan Cruz Molina Hafford, presidente del INTA, y su vice Pilu Giraudo, entre otras autoridades, se inició Carrizo en la dirección de ambas instituciones, siendo la primera mujer en ocupar el cargo.
“Para mí un verdadero honor poder ocupar este lugar y en mi rol de mujer, la verdad que es todo un desafío, profesional y personal, porque yo soy madre, tengo dos hijas chicas y eso de algún modo demuestra que es posible tener el desarrollo profesional, el desarrollo técnico y compatibilizarlo con con la maternidad desde mi lugar, que es lo que en definitiva me atraviesa”, dijo.
En una charla con Bichos de Campo María Eugenia contó que ya estuvo recorriendo la experimental, para empezar a familiarizarse con el predio, sus espacios y sobre todo su gente.
“En estos días pude estar cerca de los profesionales que hacen al INTA y hablé con muchas investigadoras, que de alguna manera me trasladaron cierta identificación, por ser profesionales que se desarrollan en su tarea y combinan eso con su maternidad. En esa adaptación empezamos a generar un punto de cercanía”, describió.
Para llegar al puesto, María Eugenia ganó el concurso más competitivo de las últimas gestiones, porque eran seis candidatos que transitaron una selección exigente. El INTA Rafaela tiene todo por hacer y por contar, lo que se viene desarrollando y lo que se puede lograr, con un plantel científico-profesional destacable.
“Estamos en una de las de las zonas de mayor potencia productiva, donde se combinan condiciones agroecológicas que son únicas, y también tenemos un fuerte ecosistema social que está conformado por productores agropecuarios que lideran los procesos, que incorporan permanentemente tecnologías. Tenemos emprendedores agroindustriales que están en la frontera tecnológica para poder mejorar sus sistemas productivos y poder estar a la vanguardia para posicionar sus productos y servicios, en el país y en el mercado internacional”, describió el escenario la flamante directiva del INTA Rafaela.
Su objetivo es muy claro: “Imagino una gestión de un INTA con puertas abiertas, donde distintos actores del sistema público y privado nos acompañen para poder posicionarlo junto al IDICAL desde la excelencia científica y de transferencia, de innovaciones tecnológicas para el sector agroindustrial en general y el lácteo especialmente”.
“Quiero trabajar fuertemente en todo lo que tiene que ver la vinculación con el medio, ampliar los vínculos institucionales, pero sobre todo a través de las nuevas formas de comunicación poder brindarle a la sociedad todo el conocimiento y todas las innovaciones tecnológicas que que se están desarrollando desde el Experimental y a través de los extensionistas”, añadió.
Con una intención de gestión participativa a partir de los diferentes grupos de trabajo, apuesta Carrizo “a una gestión que sea transparente, eficiente, donde predomine la la creatividad, la responsabilidad y la fuerte vocación de diálogo para la generación de distintos espacios de integración y de articulación, no sólo de nuestros distintos equipos, sino también de una fuerte articulación con el sistema agroalimentario en su conjunto, para ser promotores de esas interrelaciones que amplíen el entramado productivo”.