Prácticamente todo el sector lechero estuvo este viernes en Carlos Pellegrini, en el espacio de campo en el que el Grupo Chiavassa se desarrolla como uno de los principales productores del país desde hace cien años.
La familia completa, los trabajadores, los proveedores, autoridades políticas, pero también los amigos, los colegas de la lechería acompañaron este significativo aniversario.
De forma virtual, el gobernador de Santa Fe, los saludó diciendo “felicitaciones por el empuje, por el empeño y por la ilusión que generan al seguir creciendo”. Maximiliano Pullaro destacó la tarea que hacen por la lechería desde el centro-oeste del territorio.
En medio de las celebraciones, Carlos Chiavassa se tomó un tiempo para hablar con Bichos de Campo y compartir la sabiduría que tienen los que hacen y progresan, durante cuatro generaciones en el sector lechero. Con conceptos claros y objetivos contundentes, más allá de la escala y las circunstancias, son muchas las ideas que pueden tomarse de esta empresa.
Con 42 años al frente de lo que hoy es inmenso, él dice que “siempre hay que respetar los orígenes”, porque “esto tiene una combinación de ADN con entorno, como fuerte condicionante formador”. En un lugar tan promisorio, en las mejores tierras para producir leche, había que hacerlo y crecer.
“Cuando muere mi padre, los campos ya estaban divididos. Mi papá un día en el año 1975 me dijo que quería dejar resuelta la división de más de 1.000 hectáreas y tres tambos, que me dejaron 170 vacas con las que arranqué”.
“En 1982 teníamos un tambo brete a la par. En 1986 hicimos un tambo espina de pescado con diez bajadas dobles, para ordeñar 400 vacas y terminamos en 640. Cuando volvieron mis hijos de estudiar, saltó el valor de la tierra de 3 mil a 20 mil dólares la hectárea y no podíamos darnos el lujo de dejar el 40% librado, por eso la opción fue intensificar”.
Desde aquellas 300 hectáreas hoy tienen 970 propias y 730 arrendadas. “En 2008, para seguir creciendo sabíamos que teníamos que hacer una nueva inversión”. En 2009 instalaron el primer tambo calesita del país, con de 40 bajadas, para empezar con 644 vacas. “Debería haber sido de 80, porque nos quedó chica en diez años”.
Actualmente tienen 1.803 vacas que produjeron 67.138 litros de leche, con un promedio por animal de 37,2 kilos.
“Si no hay apalancamiento financiero es imposible avanzar, pero tiene que haber una apertura empresarial. Hay que tener todos los proyectos listos para el momento en el que aparecen los créditos”, aconseja adecuadamente Carlos en un momento en el que las líneas empezaron a aparecer para el sector.
“Esto es familiar por el gran aporte de mi mujer, Pini. Papá tuvo el impulso comercial y mi esposa el asociativismo familiar”, reconoce. Es ella la que logró alinear la actualidad de su marido y sus hijos, Cristobal, Cristian, Rocío y Soledad.
“En una empresa familiar no somos todos iguales, por eso cada uno va cumpliendo su rol, nos fuimos desarrollando. Tenemos que poner cada uno de sí el máximo esfuerzo y conocimiento, para agrandar la torta, porque antes éramos mi esposa, yo y los cuatro chicos, pero ahora somos una familia de casi 20”.
Además de la producción lechera, desde agosto de 2023 desarrollaron cuatro galpones para engordar a 48 mil cerdos por año, en un emprendimiento que tiene formato asociativo. “Llega el animal con siete kilos a los 21 días y se va a los 156, con 130 kilos en cuatro galpones que registran 2,2 ciclos por año”, explicó sobre la iniciativa que comparten con Isowean SA, de Monte Buey, el segundo mayor criador del país, con mil cabezas diarias.
Carlos es muy concreto y nos invita a pensar que “si queremos tener calidad de vida y educación, indefectiblemente teníamos que crecer. Vienen generaciones por debajo con ideas distintas muy renovadoras, esto es lo que en la producción láctea cuesta tanto leer. Si no puedo entender a las nuevas generaciones, va a ser muy difícil insertarme en el mundo nuevo. El gran déficit que tenemos los productores primarios es no contar lo que nos pasa. Total no somos competencia”.
Debe el sector lechero dar este paso, hacer más plásticas sus ideas y abrir más sus tranqueras. “Tenemos un slogan familiar:r’ ‘Al exitoso honesto no lo envidies, andá copialo y tratá de mejorar”, dice Carlos. Y agrega siempre que “todo conocimiento que no se traspasa, se pierde”.
Los integrantes de la familia Chiavassa recibieron a cada uno de los invitados, los agasajaron con un almuerzo en el que estuvieron como productores agropecuarios y humoristas Miguel Del Sel y el “Chino” Volpato.
Antes de comenzar el remate de 120 vaquillonas preñadas y en producción bajo el martillo de la Cooperativa Guillermo Lehmann, Chiavassa concluyó agradecido que “este país te dá y te quita. Por eso cuando te dá, agarrá todo, porque cuando te quita cuidate, porque podés perder todo”.