Muchos apicultores bonaerenses suelen llevar sus colmenas a una suerte de vergel para que las abejas: el monte ubicado cerca de la ciudad de La Plata, en una franja que queda entre la ciudad de Berisso y el Río de La Plata. La presencia de la actividad allí es tanta que incluso se ha creado la Asociación de Productores Apícolas de Berisso (Apabe), que incluso ya está pensando en impulsar una identificación específica para la miel que allí obtienen.
Durante la reciente 21° edición de la Fiesta del Vino de la Costa, que cada año reúne distintas iniciativas y da cuenta del nivel productivo de esa región, Bichos de campo dialogó con Eduardo Balletto, presidente de la agrupación, sobre las peculiares características de la “miel de la costa” y el atractivo que representa el municipio bonaerense para los apicultores.
Ubicada a pocos kilómetros de La Plata, Berisso cuenta con una curiosidad topográfica: su avenida principal, la ruta 15, divide la ciudad en zona de monte, hacia el lado del río, y humedales (urbanizados, claro) del lado contrario. Ese no es un dato menor para los productores de miel, pues, al ser una superficie protegida y libre del uso de agroquímicos, el monte de Berisso se ha convertido en un santuario de la apicultura regional.
“Hay muchos recursos de polen y néctar, y una floración muy abundante en ciertos meses del año”, describió Balletto, quien agradece, al igual que sus pares, que no haya avanzado la frontera productiva sobre la zona, pues eso les permite obtener un material premium, y llevar a cabo una actividad que es ampliamente beneficiosa en términos económicos y ambientales. Incluso, atrae a productores de toda la región, que llevan sus colmenas al monte para aprovechar el alimento natural para sus abejas.
Tanto es así que hace diez años se impulsó la creación de Apabe, que reúne alrededor de 30 apicultores y pone en primer plano el asociativismo para impulsar la actividad, disminuir gastos y compartir conocimientos. “Es muy importante”, destacó Balletto, que trabaja en conjunto con colegas de Verónica, Magdalena, La Plata, Florencio Varela y obviamente Berisso, para aunar esfuerzos y tener mejor poder de negociación.
El horizonte para los apicultores de ese sector bonaerense es claro. En palabras de Eduardo, “vender con valor agregado y diversificar” son las claves para generar ingresos en producciones chicas. Es que cada emprendimiento no cuenta con más de 200 colmenas y, en un mercado de grandes jugadores, agruparse para comercializar derivados, como miel con cúrcuma y jengibre o hidromiel, no es menos importante.
“En otros lugares venden a un exportador o a acopiadores, pero acá la única manera de que sea más rentable con menos producción, es poner valor agregado”, explicó el presidente de Apabe. Cabe destacar que el kilo de miel oscila entre los 5000 y 5500 pesos y lo que producen se vende en conjunto en ferias locales, fiestas regionales y directo del productor al consumidor.
Mirá la entrevista completa:
Fieles a la máxima “juntos somos más”, los apicultores saben que su fortaleza se ancla en el grupo. El año pasado, el apoyo de la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca, con el Programa de Fortalecimiento Productivo para la Cadena Apícola, les permitió poner en marcha la creación de una sala de fraccionado y envasado, que se suma a la sala de extracción comunitaria, ya en funcionamiento. Eso es una clara demostración de que los socios de la agrupación pueden disminuir costos operativos y obtener beneficios por el trabajo en conjunto.
Con un presupuesto total de 1.500 millones de pesos, la iniciativa gubernamental lanzada a mediados del 2023 está destinada a mejorar las condiciones productivas y comerciales de los pequeños y medianos productores apícolas. Apabe fue beneficiaria y en paralelo, Balleto explicó que cuentan con un apiario demostrativo del INTA, destinado a llevar adelante jornadas, cursos y talleres, y así aportar conocimientos al sector apícola regional.
Sin embargo, no es todo color de rosas entre los productores, y en Berisso empiezan a poner la lupa sobre el crecimiento de las colmenas en el monte, que podrían amenazar la viabilidad de los recursos en el futuro. “Hay que analizarlo y hacer un ordenamiento territorial porque el recurso no es infinito y se producen condensaciones que pueden tener efectos sanitarios”, advirtió el referente de Apabe. Preservar el potencial de la región es la clave para seguir generando ingresos, puestos de trabajo y un producto de muy buena calidad.
-¿Qué tiene de especial la miel de la costa? ¿Le encontraron algún rasgo particular?
-El monte, al haber tanta variabilidad floral y tantos recursos distintos, le da una característica distintiva a nuestra miel. Además no hay agroquímicos, por lo que estamos en un lugar privilegiado. De hecho, acá en la zona se está trabajando mucho la agroecología junto con el Ministerio de Desarrollo Agrario provincial, porque se está tratando de impulsar prácticas que también generan valor agregado y permiten llegar a un precio final más alto.
-Pese a estar protegido por resoluciones y disposiciones, ¿el monte está amenazado?
-Tenemos el problema del avance de la urbanización. Se lucha constantemente con el hecho de que haya más barrios, pero afortunadamente se respeta la prohibición de avanzar sobre el monte. Además, las políticas de la actual gestión apuntan en esa dirección y tienen como prioridad no tocarlo, porque no sólo hay apicultura sino también otras producciones, como el vino y la ciruela.