En las últimas semanas ocurrió en el mercado agrícola argentino una gran noticia que pasó desapercibida ante la enorme cantidad de problemas presentes tanto en el ámbito local como internacional.
¿De qué se trata? Luego de casi dos años de ubicarse en el fondo de la “tabla de posiciones”, el valor FOB del aceite de girasol finalmente logró superar al precio del aceite de soja.
Con la invasión de Ucrania por parte de Rusia en febrero de 2022, los precios del aceite de girasol subieron de manera desproporcionada ante la incertidumbre generada por ese hecho inesperado. Ambas naciones son, por lejos, los mayores exportadores mundiales de esa especialidad.
Sin embargo, debido a complicaciones logísticas y comerciales, sumado a la necesidad de hacerse de divisas para financiar la guerra, tanto Ucrania como Rusia comenzaron a “reventar” los precios del aceite de girasol al “escupir” embarques a cualquier precio con tal generar “caja” de manera rápida.
Eso constituyó un hecho inédito porque el aceite de girasol, con una calidad superior al del soja, siempre había tenido un valor mayor a este último. Pero la guerra en el Mar Negro provocó un cambio radical en esa dinámica comercial.
Para una nación como la Argentina, que exporta cantidad limitadas de aceite de girasol, esa realidad representó un perjuicio enorme que afectó ciertamente la capacidad de expansión del cultivo más resiliente a restricciones hídricas.
“El balance global de aceites vegetales es ajustado a partir del crecimiento del consumo asociado a los mandatos de aumento de uso de biocombustibles en varias naciones clave”, indicó el asesor en comercialización agrícola Agustín Baqué.
“En los últimos años buena parte de la demanda mundial se corrió hacia el aceite de girasol debido a su menor precio y ahora el mercado percibe que puede comenzar a escasear esa mercadería de mejor calidad frente a otras alternativas”, añadió a Bichos de Campo.
Un ejemplo claro de esa dinámica es lo que sucedió en India, que aprovechó el “ofertón” ruso y ucraniano para incrementar de manera significativa la importación de aceite de girasol.
“La cuestión es que las existencias de aceite de girasol en Rusia y Ucrania son limitadas y, por lo tanto, ambas naciones están fuera del mercado hasta el ingreso de la nueva cosecha en septiembre próximo”, explica Baqué.
En ese marco, la demanda no tiene otra alternativa que buscar a exportadores secundarios de aceite de girasol, como la Argentina, donde el producto compite con el enorme consumo interno del aceite preferido de los consumidores locales.
Si bien, a partir de septiembre, cabría esperar que se repita la dinámica ultra exportadora por parte de Rusia y Ucrania, la realidad es que la sequía presente en gran parte de las regiones girasoleras de ambas naciones pone algunos signos de interrogación sobre el resultado final de la cosecha.
“El girasol estimo que tiene un gran potencial para las regiones centro, sudeste y sudoeste de Buenos Aire, donde es muy competitivo frente a la soja; soy optimista con respecto a las perspectivas del cultivo”, resume el consultor agrícola.
En el último mes comenzaron a negociarse algunos forwards de girasol 2024/25 a valores ubicados en un rango de 300 a 330 u$s/tonelada, aunque la mayor parte de los productores confían en una probable mejora en las próximas semanas.