En el caso de los novillos, entre los promedios de precios de enero y los de la última semana de junio, la mejora fue de solo 36%. Para novillitos y vaquillonas de 40% y 42%; pero en el caso de las vacas se dio una caída nominal de 5% y en toros de 8%.
En tanto la inflación acumulada fue de 72% entre enero y mayo, y habrá que sumar cerca de 5% aproximadamente en junio. Esto indica que la hacienda subió sólo la mitad de lo que lo hizo la inflación en el primer semestre del año.
“La oferta de hacienda sigue siendo alta para la capacidad de pago del salario. La faena cayó respecto del año pasado, pero debería ser mucho menos si pretendemos que los precios mejoren y se acerquen a la inflación”, afirmó en este contexto el consultor Andrés Costamagna.
“Pasamos del plan platita al plan no hay plata. A los productores todavía le cuesta cambiar el chip y están pensando que una devaluación o un salto de precio en ganadería va a corregir los errores productivos. Estamos en un escenario muy parecido a Uruguay, las rentabilidades van a ser chiquitas y hay que ir por la eficiencia productiva si lo que propone el gobierno nacional va a ser la política de mediano y largo plazo”, agregó el analista.
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Según Costamagna, el resultado de todo este proceso económico es la pérdida de rentabilidad de los ganaderos. “El asado se acerca al salario y no es el salario que se acerca al asado. El productor se queda sin rentabilidad, está corriendo contra la inflación, y lo que vemos es que cada vez se necesitan vender más animales para pagar lo mismo”.
En los próximos días arranca la segunda parte del año. En el famoso segundo semestre se descuenta que habrá mucha oferta de ganado liviano procedente de los feedlots y con destino mayormente al mercado interno.
En los corrales hay 2 millones de cabezas, el mismo volumen que se alcanzó el año pasado con la sequía, cuando se vaciaban los campos. Esa hacienda comenzará a aparecer en breve en el mercado.
El analista consideró que no hay que esperar grandes cambios en los precios y además destacó que se espera un nuevo evento La Niña, que obligará a ajustar todavía más las cargas en los campos y a ser más eficiente.
“El productor por un lado tiene necesidad de vender para cubrir los costos porque se le desfasaron en cuanto a su capacidad de pago. Y por otro lado no quiere quedarse sobre estoqueado, sobrecargado, por lo cual la tendencia de este año va a ser estable en cuanto a precios y regulando en cuanto a la toma de decisiones en inversiones”, indicó Costamagna.