Cuando se habla de Barenbrug Argentina, es difícil no recordar, incluso tararear, aquel jingle super pegadizo que marcó la fusión entre la empresa local Palaversich y Cía con el centenario Royal Barenbrug Group. Luego de casi 25 años del desembarco del grupo holandés en las instalaciones de Palaversich en Pergamino, al norte de la provincia de Buenos Aires, la empresa se ha consolidado en la investigación y desarrollo de inoculantes, biofertilizantes y otros insumos de alta calidad para el sector agrícola.
Tan avanzada estaba Palaversich para su época, en materia de introducción de bioinsumos en la agricultura, con sus famosos “inoculantes para ganar”, que en la actualidad sigue siendo la única sucursal que exporta productos biológicos al resto de las 22 filiales que tiene Barenbrug en distintas partes del orbe.
Quizás algo tuvo que ver aquel aquella frase de “probada calidad” para que Barenbrug Argentina (antiguamente Barenbrug Palaversich) se haya extendido a países limítrofes como Uruguay, Paraguay y Brasil. Pero lo cierto es que por más de 40 años, la empresa local ha trabajado fundamentalmente en inoculantes, uno de los atractivos que sedujo al grupo Barenbrug, líder mundial en la producción de soluciones en céspedes y forrajes.
“En el caso de los biofertilizantes nosotros tenemos el spirillum que funciona como un fijador biológico de vida libre, ya que fija el nitrógeno que absorbe del aire, sin la necesita de formar una simbiosis. Fija nitrógeno sin la necesidad de formar nódulos, aportándole fitohormonas a la planta”, explicó a Bichos de Campo, Maximiliano Bértola, gerente de productos biológicos en la empresa.
Según dijo el directivo, particularmente para el suministro de nitrógeno al suelo, se puede ir disminuyendo el uso de fertilizantes químicos con la aplicación de un biofertilizante en determinados cultivos.
“Se puede usar menos nitrógeno, lo cual sería amigable con el ambiente. En el caso, de las pseudomonas se utiliza para solubilizar fósforo, tanto orgánico como inorgánico. Hace casi tres años que estamos trabajando en cultivos de fina, en trigo, y ahora empezamos a trabajar en soja con un tratamiento 100% biológico, sin necesidad de fungicida. Sino con trichoderma y bacilos”.
Mirá la entrevista completa acá:
-¿Estos productos en soja pueden llegar a permitir de insumos químicos?
-Lo que estamos viendo es que la combinación del consorcio microbiano, que es la cepa de referencia del INTA Castelar, más la cepa nativa, exclusivamente de Barenbrug, más pseudomonas, más trichoderma, más bacilos identificamos y aislamos para cada una de las zonas de Argentina- un consorcio microbiano muy importante, con el cual aseguramos la sanidad de la planta.
En este sentido y haciendo un paralelismo con el organismo humano, Bertola aseguró que un consorcio microbiano juega un papel similar al de “la leche materna”, ya que garantiza la fortaleza de la planta en estadío inicial para que más adelante pueda expresar todo su potencial.
-Dijiste que están aplicando este tratamiento en soja y trigo principalmente ¿Sirve para otros cultivos? ¿Qué tan amplio es el alcance de estas tecnologías?
–Es para todos los cultivos. Nosotros de hecho lo estamos usando para todos los cultivos, obviamente estamos más desarrollados en soja. hay un 60% de los productos que se utilizan, que vienen pensados para soja, pero nosotros lo estamos usando en todos los cultivos, en trigo, en maíz y funciona. Estamos encontrando respuestas muy buenas, si bien se han estudiado mucho más en soja, también lo estamos utilizando en maíz, con respuestas interesantes, en cultivos de servicio, en trigo y en maní. Tenemos muchos estudios en maní y estamos encontrando resultados más que aceptable y con buenos rendimientos.
-A los productores que están muy familiarizados con los agroquímicos, ¿les sigue pareciendo algo muy lejano migrar o adoptar el uso de los productos biológicos?
–Todavía les supone, por ejemplo en el caso del maíz, una cuestión de logística inocular el maíz. No se habla mucho de eso, pero hay empresas que sí lo están implementando. Si bien se tiene que inocular como se hace con la soja, lo que pasa es que en la logística, en la soja, ya está aceitada y en maíz no. Pero son todos procesos en los que estamos tratando de ayudar y favorecer para que se vayan dando.
-¿Y como se convence al productor que estos productos son eficientes?
–Bueno, ese es el trabajo que estamos desarrollando nosotros desde el área técnica, mediante ensayos en el campo experimental, con asesores privados, con instituciones, para tratar de demostrar al productor que sí hay una diferencia y que el costo lo amerita. Es un costo bajo para una diferencia importante. Nosotros continuamos investigando. Tenemos campos de ensayo, tenemos dos laboratorios, y formulamos nosotros nuestros propios productos también, que es uno menor, asegurando también la compatibilidad, porque muchas veces tenés un inoculante, un microorganismo y tenés los coadyuvantes que lo acompañan y no son compatibles. Entonces nosotros siempre estamos investigando.
Para Bértola, el mundo de los bioinsumos y particularmente los llamados consorcios microbianos, que cotidianamente ensayan y desarrollan en Barenbrug, tienen un largo camino por recorrer y un prometedor futuro en el tratamiento de cultivos.
“Le veo mucho potencial a lo que es insumos biológicos, sobre todo con con la cuestión ambiental a full que hay a nivel mundial. Para mí la agricultura va por acá, porque el mundo está pidiendo cada vez más insumo que no tengan síntesis química, sino que más bien sean biológico. Antes era impensable decir que protegías una semilla de soja, de una enfermedad, de que que está en el suelo con un hongo. Hoy es una realidad la trichoderma combate a otro hongo. Entonces yo creo que vamos hacia eso”, enfatizó.