“Si no hubiese estudiado agronomía quizás hubiera sido piloto de avión, me encanta volar. Recién cuando tenía 64 años pude hacer la instrucción, rendir los exámenes y empecé a pilotar”, cuenta Hugo Ghío en el último capítulo de El Podcast de tu vida, el número 93, recién salido “a la calle” (atrasa un poco este dicho, más referido a los diarios, pero aplica).
Hugo es uno de los próceres de la siembra directa (socio número 4 de Aapresid, para esta nota investigué quienes son los tres primeros). Hablamos no sólo de su historia con el campo, la ruralidad, una familia numerosa en Corral de Bustos, Córdoba, y las decisiones de vida que fueron escribiendo su camino.
También hablamos de sus hobbies: el tenis y salir a andar en bici; de qué música le gusta, del superpoder que le gustaría tener y, claro, de su otra pasión: volar.
Cuarta generación de la familia dedicada al campo, sus bisabuelos se instalaron en 1880 en la zona con 250 hectáreas. Hugo es agrónomo. Recién recibido trabajó 7 años en el INTA hasta que falleció su padre en 1984 y se puso al frente del campo familiar.
Hoy sus dos hijas se han incorporado en diferentes tareas dentro de la empresa, que siempre tuvo como objetivo abordar la producción desde la sustentabilidad. Pasen y lean…
-Sos el socio número 4 de AAPRESID… ¿Sabés quienes son los socios 1, 2 y 3?
-Víctor Trucco estaba, no sé si no estaba Quique Rosso, Rogelio Fogante… La verdad, no sé bien como es la ubicación de los socios, imagínate que cuando estábamos empezando nadie imaginaba que todo esto iba a tomar la dimensión que tomó después… (N de la R: según pude investigar, el socio nro. 1 es fehacientemente Víctor Trucco, el 2 es Luis Giraudo, el 3 no se sabe o no quedó registro).
-Claro, claro.. Bueno, contame de tu historia y tu vínculo con el campo. ¿Qué te contaron tus abuelos, tus viejos?
-Tuve la suerte que tías mías me contaron bastante de cómo fue el comienzo de la vida de mis bisabuelos. Llegaron y en 250 hectáreas vivieron cinco familias y 32 hijos. Uno de esos 32 era mi padre. Imaginate la concentración de vida que había en esas 250 hectáreas. Y mi bisabuela quedó viuda muy joven y ella recorría como andaban sus cinco hijos y los 32 nietos. Tuve la suerte de conocerla, una personalidad muy interesante, pero falleció cuando era chico.
-¿Ellos eran inmigrantes de dónde?
-Del norte de Italia. De aquella época recuerdo que iba a escuela de campo, en sulky, hacíamos 9 kilómetros. De chiquito me ayudaban mis padres a atar el sulky, después lo tenía que atar yo. Íbamos con mi hermana, pasábamos a buscar algún vecino y era muy lindo ir a la escuela. Teníamos dos maestras para todos los grados. Y todavía esa escuela perdura, tiene más de 100 años. Hace poco estuve recordando con algunas maestras y compartiendo con los pocos chicos que hay estas vivencias, y es muy lindo. Porque eso hace al arraigo rural y a mantener vivo el interior y la ruralidad.
-Si cerrás los ojos y viajás a esa época, olores, sabores, colores ¿Anécdotas? ¿Alguna comida de alguna abuela o la madre…
-Si, algunas de las comidas de mi madre, mis abuelas. Gran parte del alimento venía del lugar, de lo que se cosechaba, de la quinta. Un olor era el empanado de las flores de los zapallitos, cuando hacía milanesa y le agregaba las flores de zapallitos era algo que me incitaba a ir a la mesa.
–¿Y qué hay de cierto que a los 9 años ya manejabas tractores?
-Es verdad. Mi padre compró un tractor cuando nací. Que todavía lo tenemos. Está muy bien acondicionado. Y aprendí con ese tractor. Era más difícil porque era un Farmall con dos ruedas juntas adelante, que lo usaba para sembrar, cosechar, hacer labores. Y cuando tenía 9 años compró un tractor con trocha abierta adelante, entonces él iba con un arado adelante y yo con otro arado atrás. Íbamos juntos una buena cantidad de horas. Y a los 12 años aprendí a manejar la cosechadora. Y a los 14 ya la manejaba solo, bien. Me parecía que había que sacarle más rédito a ese equipo que tenía, entonces me quería ir a trabajar afuera, lejos, prestar servicios. Me enojé con mi padre porque no me dejaba…
-¿Qué legado recibiste de tu padre y tu madre?
-Perseverancia, dedicación. Entrega. Dar lo mejor de uno para que las cosas sucedan. Eso es lo que los dos me marcaron.
-Llegó el momento de estudiar y te decidiste por agronomía. ¿Qué querías ser o qué imaginabas hacer?
-Yo disfrutaba lo que hacía en el campo. Trabajando al lado de mi padre. El era innovador. Entonces pensé en Agronomía porque quería conocer más y de lo que hacíamos mejorar, qué nos podía dar la ciencia para innovar. Eso me impulsó a estudiar.
-Y más allá de esto, ¿Tenías un plan B? Otra profesión en mente en ese momento…
-Cuando tenía 16 años me tocó un intercambio estudiantil con Estados Unidos de tres meses. Fue la primera vez que me subí a un avión. Y eso me impactó muchísimo. Ver que a través de volar podía estar en otro lugar rápido, ver otras cosas. Asique si no era agronomía, me parece que era ser piloto.
-Bueno, hoy sos piloto… no comercial pero manejás tu avión.
-Si, a ese segundo sueño llegué cuando tenía 64-65 años. A esa edad hice la instrucción, los exámenes y empecé a volar.
-¿Y qué sentís hoy cuando podés pilotar?
-Una gran satisfacción. A veces pienso cuánto tiempo que perdí por no haberlo hecho antes. Pero bueno, para todo hay un momento en la vida. Es algo que disfruté y disfruto tremendamente.
-Decía que sos socio número 4 de Aapresid, pionero de la siembra directa. ¿Qué te acordás de esa época? ¿Quién te dijo de hacer eso tan disruptivo, tan distinto?
-Yo terminé la facultad y me fui a hacer mi trabajo final, mi tesis, al INTA Marcos Juárez. Era el año 1975. Fue justo un momento en el que estaban volviendo técnicos de Estados Unidos de hacer sus doctorados y PHD, y venían con esa idea de la siembra directa. Ahí ya nos empezaron a mostrar una forma distinta de producir. Eran Alfredo Lattanzi, Hugo Marelli, Mario Nardone y Osvaldo Signorile. A mí me tocó compartirlo muy cerca todo eso. Y como mi padre, el campo, estaba en una zona donde teníamos problemas de erosión hídrica importantes, y mi papá tenía una mentalidad agrícola de integración con la ganadería, ya en esos años, 1975-1976 ya pude hacer ensayos de soja sobre trigo. Y ver los resultados.
-¿Cómo siguió?
-En 1976/77 ya hicimos un lote comercial. Y ya al año siguiente se hizo el primer encuentro de agricultura sin labranza (N de la R: entre el 1 y el 3 de septiembre de 1977, se hizo la “Primera reunión Técnica de cultivos sin labranza”), donde fueron 400 personas, yo ya presenté un trabajo.
-¿Y qué te acordás de esos primeros trabajos que hiciste en tu campo?
-Que bien hecha la soja sobre trigo era factible. El problema eran las malezas. Había que ser muy cuidadoso con las malezas, pero si lo resolvías era algo muy bueno y daba todos los beneficios que hoy ya sabemos pero entonces los estábamos descubriendo. Sin embargo, a pesar de que todo eso ya lo sabíamos, tuvimos que esperar hasta 1988/89 que apareciera el glifosato y bajara el costo para que sea un negocio hacer siembra directa. Además de los beneficios de conservación, operativo, etc, tenía que ser económico. Ahí explotó.
-Alguna vez hice una comparación en una nota que hicimos contigo y otros pioneros titulando “Los locos de la directa”, comparado con “Los locos de la azotea”, aquellos que hicieron la primera transmisión radiofónica. ¿Tenes alguna anécdota de lo que les decían por entonces aquellos que no creían que era posible hacer siembra directa?
-Muy en los comienzos, se ponía en duda. Pero los resultados, cuando estaba bien hecha, eran irrefutables. Algunos no te prestaban atención, más si éramos jóvenes los que estábamos atrás de esto. Pero duró poco tiempo.
-¿Qué te gusta de lo que hacés hoy? ¿Qué disfrutás de lo que hacés?
-Disfruto de la actividad. Lo que más me gusta es todavía estar en lo agronómico. Tratando de encontrar en lo agronómico las soluciones, buscando la máxima productividad en el ambiente donde estás, tratando de hacer producción lo más amigable con la naturaleza, integrando todo, midiendo la huella de lo que hacemos, tratando de capturar carbono de los suelos,… Eso desde lo agronómico. Y desde lo social, humano, en los equipos de trabajo sacar lo mejor de cada uno, buscando potenciar a cada uno y mejorar permanentemente.
-Bueno, hoy trabaja con vos una de tus hijas, Magdalena, que es contadora, y seguramente tiene una mirada no agronómica del asunto… ¿Cómo te sentís con eso?
-Se recibió y empezó a trabajar independiente, y yo pensé que iban a ser varios años así, pero no, al año se vino rápido para la empresa, fue una linda sorpresa. Hoy es la responsable de toda la administración. Procuro darle lo mejor. Que se forme, porque todo es tan dinámico, cambiante, y cualquier posibilidad que tiene la actividad y que necesite la empresa espero que ella sepa todo. Y la más chica, Valentina, está haciendo coaching ontológico, y está trabajando con recursos humanos. Asique se integran bien y estoy tratando de que las dos se formen para que la empresa pueda continuar a través de las generaciones y lo que hoy tenemos pueda seguir su camino.
-Bueno Hugo, llegamos al pin-pong de El podcast de tu vida. ¿Cómo despejás tu cabeza después de un día largo de trabajo? ¿Haciendo qué?
-Lo primero de todo es el tenis. Empecé a jugar a los 32 años, todavía sigo. Me encanta. Es mi lugar, donde me desenchufo totalmente. Dos o tres veces por semana me voy a jugar tenis. Después también salgo a bicicletear pero lo que más me gusta para salir de la rutina es el tenis. Y le doy prioridad.
-¿El revés a una o dos manos?
-El revés a dos manos…
-Bueno, bien… parrilla, cocina, a la hora de cocinar en general, ¿Qué te gusta cocinar? ¿Tenés alguna especialidad?
-La parrilla. Empecé muy joven a prender el fuego y asar para varios. En la facultad, me tocaba a mí. No es que yo haya perdido el interés, pero si hoy hay otro se lo dejo y prefiero participar del entorno, estar con la gente, el encuentro.
-¿Algún país, lugar, ciudad que te gustaría conocer?
-Todo el sudeste asiático.
-¿Y alguno que sí conozcas y recomiendes o que te haya sorprendido?
-Haber estado con 16 años en Estados Unidos, viviendo con una familia tres meses, después volví varias veces. También me gustó mucho Australia, Israel, Japón. Sobre todo, lo que hice cuando era joven. Una experiencia muy linda fue cuando terminé la facultad nos fuimos en carpa con los compañeros seis meses por Europa, recorriendo varios países. Son las cosas que me marcaron en la vida.
-Cuando elegís un libro o película, ¿por dónde vas? Actualidad, ficción, acción…
-Leo mucho de política internacional. En los diarios. Me interesa mucho lo que pasa en el mundo.
-Y si pudieses tener un super poder ¿Cuál te gustaría tener? Volar ya está, vos ya volás…
-jeje… Qué difícil… Capacidad para comunicar mejor, relacionarme mejor y poder expresar lo que veo, quiero, siento y no puedo hacerlo.
-Si pudieses viajar en el tiempo, sea algún momento de tu propia vida o de la historia de la humanidad. ¿A dónde te gustaría viajar?
-En lo propio, a algunos de los viajes de cuando era joven. Me marcaron mucho. Y a veces uno no estaba tan preparado para absorber tanto. Volvería para aprovecharlo mejor de lo que lo aproveché. Y después, a lo mejor, poder estar en 1880 cuando llegaron mis abuelos, a ver cómo era todo eso.
-Si, muy bueno. Como cierre, elegite un tema musical para cerrar la nota.
-A mí siempre me encantó escuchar Aretha Franking, Whitney Houston, Chris De Burgh… Asique elegí lo que quieras de ellos y vamos con uno de esos que va a estar bien.