La campaña agrícola en curso observó un debate productivo y económico respecto del maní y la expansión territorial del cultivo. Sucede que el maní comenzó la conquista de otras regiones aledañas a la provincia de Córdoba, lugar por excelencia para la producción e industrialización de esta semilla comestible. Pero mientras el sector dice que eso sucede gracias a las innovaciones tecnológicas, sus detractores afirman que es por la ventaja económica de pagar menos retenciones que el resto de los cultivos extensivos.
De acuerdo a reportes de productores de la zona núcleo, donde los rendimientos de los cultivos son altos, especialmente en el noroeste de Buenos Aires, las empresas maniseras salen a alquilar lotes para sembrar maní pagando precios muy altos. Aquí surge la primera cuestión comercial: el maní paga bien los arrendamientos porque puede, tiene una industria exportadora muy fuerte, y los costos de producir maní son altos.
Pero además porque las empresas del sector están dispuestas a pagar por la “rotura” del suelo, dado que para la cosecha del maní hay que disquear la tierra y esa práctica en teoría va en contra de lo que plantea Aapresid, la asociación de productores de siembra directa. Remover el suelo es considerado casi como un pecado para la producción de alto rendimiento de soja, maíz o trigo.
Aún así, muchos de estos planteos son relativizados por el presidente de la Cámara Argentina del Maní (CAM), Diego Yabes, quien está convencido que el maní no está expandiendo su área sino que la está reconfigurando.
En diálogo con Bichos de Campo, el dirigente de esta pujante economía regional aclara: “No estamos creciendo en área, ni tampoco pretendemos hacerlo. Las hectáreas que nosotros sembramos son aproximadamente 400.000, y no se mueven de ahí. Lo que sí hay son áreas nuevas que van ayudando a la rotación que se hace. El maní se recomienda hacer una vez cada cuatro años. Justamente por una cuestión de los nutrientes que extrae y los que deja, porque también el maní fija el nitrógeno en el suelo y eso es bueno para los cultivos que vienen”.
Si bien el cultivo ya abarca a varias provincias, la cadena es generadora de gran parte del desarrollo de la zona centro y suroeste de la provincia de Córdoba, que concentra entre cerca del 78% por ciento del área sembrada. En la presente campaña la superficie cultivada ronda las 405 mil hectáreas, con un incremento del 7% respecto a la última campaña, según el informe semanal de Estimaciones Agrícolas de la Secretaría de Agricultura.
Volviendo al tema de los costos de producción y el alquiler de la tierra, algo que desde hace varias campañas seduce a productores para arrendar la tierra, cubriéndose ante eventuales riesgos, Yabes describe: “El costo rondará más o menos los 2.400 dólares por hectárea”.
Según el representante de la cadena del maní, ese valor incluye el arrendamiento, los agroquímicos, las labores, las semillas, etc. “El maní requiere un proceso industrial muy importante, donde requiere plantas de proceso con mucha inversión, mucha maquinaria, mucha tecnología. El precio que tiene el maní internacionalmente es distinto al que puede tener un poroto de soja sin procesar. Y es por eso también que los valores que se pueden pagar por los campos son mayores, porque es un producto que tiene mayor valor”, analiza Yabes.
Entonces le preguntamos al presidente de la cámara si considera que este corrimiento geográfico del maní es una amenaza real al área de los cultivos de verano tradicionales.
El presidente de la CAM responde con números: “Por ejemplo en Buenos Aires este año se sembraron cerca de 40 mil hectáreas de maní, que es un número insignificante para la provincia, que tiene un área disponible de cerca de 9 millones. El maní no quiere crecer en áreas. Sembrando 400 mil hectáreas, Argentina está bien. Podría sembrar 420 mil, pero no es que queremos sembrar 700 mil hectáreas”.
Si pensamos en el maní al norte, la realidad es otra. Para Yabes hay buenas condiciones de desarrollo del cultivo, pero con el obstáculo de las plantas procesadoras de maní, que están en su totalidad instaladas en Córdoba, y harían dificultosa la logística.
Salta es ejemplo de esto. Como la competencia en Córdoba con los otros cultivos y los años de espera para volver a sembrar, la provincia del norte del país, presenta condiciones que podrían ser adecuadas para el maní. “Salta podría crecer más. No lo veo creciendo en un corto plazo ni mediano plazo. Debería haber alguna empresa que quiera o tenga intención de instalarse por la zona y así podría perfectamente incrementarse el área en esa zona”.
Por lo que se infiere de las palabras de Yabes, el maní no está en expansión sino evolucionando, y esto tiene que ver con que el propio dirigente prefiere poner el foco del futuro de la actividad en el valor agregado más allá de las hectáreas sembradas.
Al respecto, el presidente de la Cámara manifiesta: “Lo que está pasando en la cadena del maní es que se están dando muchas inversiones en mayor agregado de valor, llámese maní tostado, pasta de maní, etc. Argentina viene creciendo en la exportación de este tipo de productos con valor agregado cada vez más. Ya casi representan el 10% del total de exportación”.
“Podemos exportar productos terminados y hasta elaborados o empaquetados a muchos países del mundo. Eso es bueno también para Argentina, porque le va a dar un volumen mayor en sus exportaciones. Al tener mayor valor agregado, el valor también es mayor, y hay más divisas al país. Así que se están haciendo muchas inversiones, muchas en empresas nacionales” finaliza Yabes.
De las mismas declaraciones de este.señor surge claramente que el maní no es una economía regional. Y que compite por el uso de la tierra con cultivos extensivos que pagan fuertes retenciones. Que es especialmente agresivo para el suelo y por lo tanto necesita avanzar sobre campos nuevos. Y que básicamente se trata de un grupo pequeño y poderoso de empresas con un enorme poder de lobby.