Frente a un escenario de ebullición permanente, con protestas de productores que lejos de cesar se multiplicaban por todo el continente, la Comisión Europea dio por primera vez el brazo a torcer.
Durante su intervención ante el pleno del Parlamento Europeo en Estrasburgo (Francia), a la que acudió para rendir cuentas sobre los resultados de la Cumbre de Jefes de Estados realizada días atrás, la presidenta de la Comisión Europea, Úrsula Von der Leyen, anunció que retirará la propuesta para reducir a la mitad el uso de agroquímicos en ese continente por considerar que se convirtió en un “símbolo de polarización”.
Entre los distintos reclamos de los agricultores de distintos países, la presión de los Estados por lograr una transición verde, sin los debidos apoyos e incentivos económicos, era de las quejas que más se replicaba.
Es que acostumbrados a recibir los beneficios de la Política Agrícola Común o PAC, que desde la década de 1960 sostiene a los productores agropecuarios con subsidios (que por año representan en torno a 60.000 millones de euros), este tipo de proyectos de reconversión productiva sin ayuda gubernamental les parecía difícil, por no decir imposible.
Es así que el anuncio de retirar el reglamento sobre el uso sostenible de productos fitosanitarios (“SUR”), cuyo informe ya había sido rechazado en noviembre pasado por el Parlamento Europeo, y la propuesta de presentar un plan nuevo que cuente con la participación de todos los actores involucrados, fue bien recibida.
Hay que recordar que en tan solo cuatro meses se realizará la elección de nuevas autoridades de la Comisión Europea, en un marco donde el Partido Verde ha perdido fuerzas y las posturas de ultraderecha, negacionistas del cambio climático, adquieren mayor aceptación.
“Los problemas se han acumulado en los últimos años. Nuestros agricultores merecen ser escuchados. Sé que están preocupados por el futuro del sector agrícola y su futuro como agricultores. Pero también saben que la agricultura debe avanzar hacia un modelo de producción más sostenible, para que sus explotaciones sigan siendo rentables en los próximos años”, dijo Von der Leyen durante su presentación.
En este sentido, reconoció el “papel central” de los agricultores en el sistema agroalimentario comunitario y la necesidad de que reciban un “salario justo” por ello.
“Es cierto que nuestro apoyo a este sector es masivo. Nuestra política agrícola común está respaldada por el presupuesto de la Unión. El dinero es importante, pero no lo es todo. Los recursos naturales saludables también son esenciales para mantener buenos rendimientos. En particular, los suelos fértiles siempre han sido la mejor garantía para que los agricultores puedan ganarse la vida con su trabajo. Pero hoy en día, entre el 60% y el 70% de los suelos de Europa están en malas condiciones. Podemos revertir esta tendencia. Y eso es precisamente lo que hacen muchos agricultores. Pero debemos hacer aún más”, sostuvo.
“Para una protección eficaz de la naturaleza, los incentivos para intervenir deben ser generosos. Los agricultores necesitan razones económicas para tomar medidas de protección de la naturaleza; quizás no les hemos presentado estas razones de manera convincente. Son necesarios incentivos reales que no se limiten a compensar la pérdida de rendimiento. Estos incentivos pueden proporcionarse mediante subvenciones públicas y etiquetas de calidad, por ejemplo en cooperación con distribuidores y empresas transformadoras. La protección de la naturaleza sólo puede tener éxito con un enfoque ascendente basado en incentivos. Porque sólo si nuestros agricultores pueden ganarse la vida con sus tierras invertirán en el futuro. Y sólo si logramos juntos nuestros objetivos climáticos y medioambientales podrán seguir ganándose la vida”, remarcó.
La funcionaria sumó luego que lanzaría un “diálogo estratégico sobre el futuro de la agricultura en la UE”, en el que incluiría a representantes del agro, las comunidades rurales, la industria semillera, la de fertilizantes, el sector alimentario, los consumidores, al sector financiero, a los ecologistas y a la ciencia.
Pero aún con estos anuncios, las presiones no se han disipado por completo. Por dar un ejemplo, la Asociación Agraria de Jóvenes Agricultores (ASAJA) de España continúa reclamando que también se cumplan con las promesas de simplificar la Política Agrícola Común (PAC), así como la de no cerrar un acuerdo con el Mercosur sin las clausulas que garanticen la protección de los productores europeos.