Con la expansión de la agricultura extensiva y la ganadería, Bolivia empieza a tener un lugar a considerar entre los países productivos de la región. Sin embargo, a esta buena nueva la acompaña una problemática ambiental: la deforestación amenaza con reducir aceleradamente gran parte de su área boscosa, así como sucedió alguna vez en el norte argentino. Es esa la situación del Bosque Seco Chiquitano, un ecosistema de 20 millones de hectáreas que se sitúa sobre las llamadas tierras bajas al este boliviano pero también llega a Paraguay y Brasil.
Del lado brasileño, el bosque está completamente devastado por dar paso a la actividad agropecuaria. En el país andino se está replicando está práctica sobre los 16 millones de hectáreas de La Chiquitania (como también se le conoce a este monte). Allí, según denuncian las ONG ambientales, la producción de soja se va incrementando de forma indiscriminada, al punto de dar origen a figuras oscuras como la de una suerte de contrabandistas de tierras.
El desafío de la Fundación para la Conservación del Bosque Chiquitano es frenar esta situación. Fue creada en el año 1999 para promover la convivencia armónica entre la sociedad y la naturaleza.
“Es en la zona de mayor expansión agropecuaria en Bolivia. De las 300.000 hectáreas que hay de deforestación en el país aproximadamente, la mayor parte suceden en el Bosque Seco Chiquitano, dijo a Bichos de Campo Romy Cronenbold, representante de la Fundación. La ambientalista que identifica a la ganadería y la siembra de la oleaginosa como las principales causas de la deforestación, remarcó además que, “la tecnología con semillas ha permitido una mejor adaptación para sembrar soja en ambientes que antes no se podía.”
Según la especialista, se trata del bosque seco tropical más grande del mundo, donde habitan un poco más de 200 mil personas, distribuidas en 124 comunidades. Las temperaturas generalmente oscilan entre los 24 y 5 grados a lo largo del año. Mientras que las precipitaciones llegan acumular alrededor de 1100 milímetros. Aunque estas no suelen ser las condiciones idóneas para el cultivo de soja siguen aumentando las superficies de siembra, mientras se reduce el hábitat de cientos de especies entre autóctonas y migratorias .
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“El bosque es el intermedio entre la Amazonia y el Chaco. Es un bosque alto, pero no es húmedo todo el tiempo. Tiene su periodo de sequía muy marcado. Ese conjunto de ecosistemas lo hacen muy rico y muy importante para la transición de especies, es una zona de conectividad. Al tener todavía mucho bosque las especies migran de norte a sur”, comentó Cronenbold.
Si bien la soja, va ganado terreno en la zona, cabe resaltar que gran parte de las tierras que pertenecen al bosque están en manos del sector ganadero que junto a la actividad forestal dominan el 90% de la economía regional. Actualmente existen un poco más de 1200 propiedades ganaderas privadas, donde se crían animales principalmente para carne, cuya extensión oscila entre las 50 y 50 mil hectáreas.
-Vos decís que 300 mil hectáreas por año son deforestadas, es un montón. ¿El bosque está realmente amenazado?
–Si, está amenazado y no hablamos solamente de bosque. Estamos hablando de agua, estamos hablando de pérdida de especies, estamos hablando de regulación climática. En el departamento de Santa Cruz ya existen estudios de que se está sufriendo con mucha más intensidad los impactos del cambio climático. Jamás habíamos tenido sequía en noviembre y no fue solo eso, con las quemas, tuvimos incendios que afectaron a la población porque en las principales urbes del país estuvimos respirando humo. Hubo suspensión de vuelos, suspensión de clases y alertas de salud pública muy serias. Más de 20 municipios declarados en desastre a nivel nacional.
-¿En Bolivia no hay legislación para evitar esa deforestación?
–Existe legislación, por ejemplo la ley de la Madre Tierra, la ley Forestal, la Ley de Medio Ambiente, que tienen las reglamentaciones. Pero también existe la legislación que promueve la producción a costa del desmonte. Al final gana el más fuerte. Por otra parte la institucionalidad y las autoridades no alcanzan para hacer frente a las amenazas.
-He leído sobre una figura, la de “los piratas de tierra”, que hacen una suerte de contrabando de títulos. ¿A pesar de que está prohibido el desmonte se las ingenian para avanzar igual?
–Así es. A nivel de la región, Bolivia tiene el precio por hectárea más bajo y esto atrae inversionistas y a su vez promueve un mercado informal de tierra y permea muchas capas de la sociedad.
-Viendo la tasa de deforestación y lo permeable que son las políticas públicas ¿Cuál es la estrategia de la Fundación para tratar de frenar esto?
–Bueno, trabajamos con muchos actores, con quienes toman las decisiones sobre el territorio. Es por eso que trabajamos con autoridades locales, con autoridades departamentales, con autoridades nacionales. En la medida que que podemos generamos información para la toma de decisiones en diferentes ámbitos. También trabajamos con universidades, generando conciencia y también planes de trabajo conjunto. Planes en el que nuestro aporte es básicamente proveer información que lleven a una toma de decisión. También trabajamos con el brazo de comunicación, concientización que se conozca el Bosque Chiquitano y la importancia de este para la región y para el continente como zona de conectividad, Chaco, Pantanal, Amazonia.
-¿Quién va ganando? ¿La ambición o la prudencia?
–Las estadísticas, lamentablemente dicen que la ambición. En los mapas vemos la velocidad de cambio de deforestación en Bolivia dice que que la ambición. Los informes del IPCC ( Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático o Panel Intergubernamental del Cambio Climático) también. Pero a escala de un predio, entonces vemos que hay un cierto grupos de productores en el que están empatando y tiene las de ganar la sostenibilidad.
Los Bichos de Campo se asustan de lo que pasa en Bolivia con el avance de la soja y la destrucción de bosques y no dicen nada de lo que pasa acá mismo en Argentina con este cultivo: destrucción de pastizales naturales, bosques nativos y desplazamiento de fauna autóctona.
Es lo mismo, ¿o no, Bichos?
La situación es gravísima en ambos países.
Si , Christian y te se estas olvidando de algo fundamental _tambien minimizado en la nota_ que es que esas tierras no estaban ni están desiertas, sino que son el hogar de miles de campesinos/criollos e indígenas. Estos proyectos y modelo productivo tienen efectos en estas poblaciones que cuando no son desalojadas de sus tierras, son arrinconados quedando reducida toda posibilidad de desarrollar sus modos de vida. Al menos esto es lo que vengo registrando que viene ocurriendo desde ochentas en el norte argentino, frontera entre Bolivia y Paraguay, donde llevo adelante mis investigaciones.
Estaba por escribir lo mismo…
La hipocresía y el lobby son marcas registradas del EBA, empresariado berreta argentino.