La resiliencia es la capacidad de una persona sobreponerse a situaciones adversas o traumáticas. Matías Cazzola, productor de la localidad cordobesa de Charrás es un claro ejemplo de ello.
No sólo se repuso a los daños que el clima causó en empresa sino también a la falta de ayuda prometida por los funcionarios, según contó a Bichos de Campo.
En diciembre de 2021 el primer tornado le arrancó de raíz 2 galpones y medio, y le mató 90 mil pollos que estaban en producción sobre un total de 260 mil. Es decir, se llevó de un plumazo el 30% de su producción que estaba a punto de enviar a un frigorífico para la faena.
En su establecimiento, uno de los criadores de pollos más grandes de la provincia, había 10 galpones para el engorde. Con ese primero tornado le quedaron 8 en funcionamiento.
“Las pérdidas fueron enormes. Calculamos que suman 3,5 millones de dólares o lo que es igual unas 350 mil hectáreas de la zona donde valen cerca de 10.000 dólares cada una”, dijo Cazzola.
Dicho de otro modo, en un ratito de furia climática perdió el 20% de los galpones, lo que pone en evidencia el riesgo climático al que está expuesto el sector y que pocas veces es valorado y cuantificado.
Por eso, el riesgo climático exige que la inversión en el sector tenga un retorno mayor que otras actividades. Pero en las actuales condiciones económicas y en función de las políticas que se vienen aplicando, la situación es otra.
Pasada esa primera tormenta, “las autoridades provinciales y nacionales se hicieron presentes. Se sacaron las fotos de rigor, nos prometieron ayuda pero una vez que cruzaron la tranquera desaparecieron”, recordó Cazzola.
“Nos dijeron que nos podían conseguir un crédito con tasa al 150% cuando en el mercado eran del 65%”, agregó a continuación.
Casi dos años le llevó rearmar esos galpones pero, cuando tenía todo más o menos listo, pasó otro tornado. Esta vez solo le llevó infraestructura, no producción. Aún así, el daño fue tan fuerte que no se puede recuperar la presurización.
Cazzola afirmó que lo último que va a hacer es bajar los brazos y que no se puede quedar esperando a que se cumplan las promesas. Por eso le buscó la vuelta al tema.
El productor decidió diversificar la producción y apostar por otra carne. Es así que allí donde había solo producción avícola, ahora también se hace carne de cerdo.
Transformó las instalaciones en un criadero de cerdos con un stock de 3.000 animales, que espera escalar hasta los 7.000. “Y todo con capital propio, todo a pulmón y sin ayuda de nadie”, finalizó.