Un informe del Departamento de Agricultura de EE.UU. (USDA) plantea un panorama extremadamente difícil para el sector lechero argentino en 2024.
El informe apunta que, si bien los años 2022 y 2023 fueron complicados en términos climáticos y macroeconómicos, la mayor parte de los tamberos argentinos que quedaron en el negocio, gracias a las mejoras en infraestructura, procesos y alimentación, lograron sostener los niveles de producción de leche.
Sin embargo, el USDA avisa que los productores lecheros se están quedando sin oxígeno. “El año 2024 plantea un escenario complejo ya que varios factores podrían provocar una caída significativa de la producción, particularmente durante la primera mitad del año”, apunta el informe. “Una preocupación importante es la posibilidad de una devaluación de la moneda, que podría generar consecuencias severas”, añade.
El documento señala que en el presente año, caracterizado por un desastre climático, los tamberos sostuvieron la producción por medio de un refuerzo de la suplementación para compensar la reducida disponibilidad de pasto.
“Sin embargo, esa decisión complicó su situación financiera, lo que resultó en una carga para el segundo semestre de 2023, lo que se agregó por cambios constantes en las relaciones de precios”, señala.
Con respecto a los regímenes cambiarios conocidos como “dólar soja” o “dólar maíz”, el USDA explica que esa devaluación asimétrica causó daños importantes a los productores de leche, ya que provocaron aumentos inesperados e incertidumbre sobre la evolución de los costos de producción.
“Después de las elecciones del 19 de noviembre, se espera que el peso se deprecie bruscamente, lo que, dependiendo del ganador, podría incluso conducir a una liberalización completa del dólar”, alerta.
“La relevancia de este tema radica en que en Argentina, donde entre el 75% y el 80% de la leche se consume en el mercado interno, siempre que se genera ese tipo de ajuste, los costos de producción, que en su mayoría están dolarizados, se trasladan inmediatamente al nuevo tipo de cambio, mientras que el precio interno de la leche tarda entre tres a cinco meses en adaptarse al nuevo escenario”, remarca el informe.
“Por tanto, como ha ocurrido en otras crisis monetarias recurrentes que ha vivido el país, el poder adquisitivo de los principales insumos, expresado en litros de leche, sufre una fuerte caída en los primeros meses posteriores a la devaluación, lo que constituye una de las cuestiones fundamentales por monitorear”, agrega.
Esa situación, especifica el USDA, se presenta en un momento poco propicio debido a la caída de los precios internacionales de los lácteos, la menor demanda de Brasil y un mercado interno en recesión a medida que el sector se acerca el pico de producción estacional.