La faena de hembras es un dato relevante para el sector ganadero porque refleja las expectativas de los productores, que guardan vacas para crecer cuando el negocio va bien o se desprenden de ellas cuando hay nubarrones en el horizonte. Tras el recambio presidencial se comenzó a retener hacienda pero hubo un quiebre en el cierre de 2017, cuando la faena de hembras cerró en 45% del total, al filo de la liquidación, para seguir en niveles altos durante todo 2018.
En noviembre, según los datos publicados por el Senasa, la suma de vacas, vaquillonas y terneras que fueron al matadero representó el 47,6% de toda la hacienda que los productores vendieron a los frigoríficos. El dato refuerza la tendencia registrada durante este año, en el que la faena de hembras promedió 45,6% de acuerdo a la estadística oficial.
La participación de las hembras está en niveles altos y refleja diferentes cuestiones. Por un lado, el incremento de las fuertes pérdidas económicas entre los productores. Por caso, el ternero de invernada aumentó este año apenas 15/20% contra una inflación promedio que suma 45%. Eso ha sido dramático para los criadores.
Muchos insumos del sector, además, aumentaron más que la inflación. Es el caso del gasoil, que se encareció 80%; o los productores veterinario que subieron todavía más, al igual que el alimento balanceado.
El achique de la rentabilidad también queda expresado en los magros resultados que reflejan los boletines económicos que publica la Secretaria de Agroindustria. Además, la falta de financiación obliga a los ganaderos, así como a otros sectores de la economía, a echar mano a las existencias para financiarse.
En tercer término, y no menos importante que los anteriores, hay que considerar la alta demanda de China, que impulsó los precios de la vaca gorda más de 60% en forma internual. Es la única categoría vacuna que le ganó, y por mucho, a la inflación. Esa categoría acortó distancias con otros productos, como el novillo o el consumo liviano, cuyos valores son sólo 20% superiores a los que logran los mejores lotes de vacas. La venta de vacas para la exportación fue la única buena noticia que tuvieron los criadores este año.
Esta alta faena de hembras explica en gran medida el incremento de la matanza total en el período enero/noviembre cuando las tres categorías crecieron en 650.000 cabezas (330.000 fueron vacas, el 50%) lo que significa el 85% del crecimiento nominal de la faena, que fue de 780.000 animales más respecto de los once primeros meses de 2017.
Pero aunque estos números den cuenta de las complicaciones económicas del sector, todavía parece temprano para anunciar una etapa de liquidacíón. Los consultores, productores y referentes de la industria frigorífica no quieren agitar ese fantasma y algunos números parecen darle la razón, ya que en el acumulado de los primeros 11 meses del año la faena de hembras sumó 5,7 millones de cabezas, y a eso hay que sumar una estimación para diciembre que aportaría otras 600.000 cabezas.
Aún así, la cantidad de hembras enviadas a frigorífico este año sería muy inferior a los nacimientos de terneras, que ese año fueron de 7,4 millones de cabezas.