Con tan solo 31 años, Darío Damonte es el director de una escuela agropecuaria en Uribelarrea, partido de Cañuelas, en la provincia de Buenos Aires.
Se trata del EAS Don Bosco, de un colegio de gestión privada a cargo de la congregación de los salesianos, que hoy cuenta con 431 alumnos, en una zona de influencia de 80 kilómetros a la redonda.
Los padres y tíos de Darío eran quinteros de la zona Marcos Paz, esa es su vinculación con el mundo agropecuario. Darío conoció este colegio de chico, sus primos cursaron allí y también fue donde el terminó los últimos años del secundario.
Cuando se recibió rumbeó para otro lado, hizo la licenciatura en Educación y luego volvió al establecimiento, como docente primero y ahora como máxima autoridad educativa.
Hablando con Darío se evidencia el entusiasmo propio de la juventud, y de quien ama lo que hace, y el lugar en el que trabaja.
Darío quiere “generarle a los chicos motivos para que tengan ganas de venir al colegio, romper con la rutina”.
Esas ganas y la iniciativa de un grupo de chicos que está por recibirse los llevaron a generar una jornada de formación con profesionales de primera línea que tendrá lugar mañana miércoles 8 de noviembre. En dicho evento disertarán, entre otros, Carlos Ojea Rullan, destacado genetista; Marcelo Eluchans, especialista en nutrición animal; Federico Galligiana hablará sobre las tecnologías para lograr los máximos rendimientos ganaderos, y también dará su charla el ingeniero agrónomo José Jáuregui.
Damonte considera que esta jornada es importante para que los chicos tomen contacto con profesionales de primera línea, y puedan saber más sobre las futuras salidas y formaciones laborales.
En el colegio, ubicado en la Cuenca del Salado, tienen un rodeo de 100 vacas de cría Angus, que cuidan los chicos con la asistencia de docentes y especialistas.
Escuchá la nota completa con el director de la EAS Don Bosco Darío Damonte:
Además de contar con las materias propias de la currícula como matemáticas o lengua, hay otras referidas a la formación agropecuaria: “Desde producción de huertas, viveros, maquinaria agrícola, producción de granos y animal, producción de alimentos, ya que los chicos se reciben en técnicos en Producción de Agropecuarios con Orientaciones en Agroalimentos”, explica Darío.
El director de la escuela contó orgulloso que el alumnado es de los más variados: “Vienen hijos de puesteros, de tamberos, de criadores de pollos, de productores, de empleados de usinas lácteas, y de personas que no se dedican a actividades vinculadas con el campo, como los hijos de docentes, comerciantes, o abogados y otros profesionales. El origen es muy diverso, este es un lugar de encuentro de diferentes clases sociales y laborales, acá no hay segmentación por nivel económico, como sucede con las escuelas urbanas”.
Damonte le encuentra muchos beneficios a la formación agropecuaria. Dice que favorece el arraigo, que a los chicos se les enseña a ´hacer´, a conocer su cuerpo, y que lo ponen en actividad todos los días, a estar en contacto y entender la vida de las plantas y de los animales.
“¡Cuánto más difundida debería estas la educación agraria!”, sostuvo y luego explicó que si bien en la escuela que conduce cuentan con 450 hectáreas, esta formación se podría potenciar aún sin esa superficie agrícola-ganadera.
“Sin esas dimensiones y con menos recursos materiales, también se puede enseñar el cuidado de la vida y la producción de alimentos, se pueden visitar productores agropecuarios, hacer viajes técnicos. Ir a establecimientos con agregado de tecnología porque las escuelas no tienen, por ejemplo, un tambo calesita. Además se favorece el arraigo rural y se generan recursos humanos que pueden agregar valor a las producciones”, finalizó.
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