En las elecciones presidenciales realizadas en 2019 en la Argentina, si bien la fórmula Macri-Pichetto perdió frente a Fernández-Fernández, logró obtener la mayoría de votos en las provincias de Córdoba, Mendoza, San Luis y Santa Fe. A partir de ese resultado, comenzaron a circular en redes sociales múltiples referencias a una “Argentina del Centro”.
La novedad en las elecciones del 22 de octubre pasado es que esa “Argentina del Centro”, además de consolidarse en la franja media del territorio nacional, comenzó a expandirse hacia otras áreas del sur y norte del país.
Más del 60% de los votantes prefirieron a Milei, Bullrich y Schiaretti y, por lo tanto, eligieron un cambio al considerar que el actual modelo de emisión monetaria desenfrenada, intervencionismo estatal esquizofrénico y populismo barato está agotado.
Por su parte, Massa, el candidato oficialista, con la ayuda del voto cautivo proveniente de las zonas “feudales”, logró llevarse la mayor proporción de votos al instrumentar una estrategia brillante en un contexto macroeconómico imposible para cualquier otro político de cabotaje.
Al dividir a la oposición en dos variantes aparentemente irreconciliables, Massa logró que los ciudadanos de la “Argentina del Centro” no pudiesen encontrar una única opción que lograse reunir todos los ingredientes necesarios para decidirse por una sola alternativa.
La experiencia y solidez técnica de muchos equipos de Bullrich lucía atractiva, pero no así el “bolsón” de socialistas que la acompañan y que, en un eventual gobierno, no dudarían en dinamitar todo si les tocase perder alguno de sus privilegios.
El empuje y las ganas de transformar de Milei para muchos resultan encantadoras, pero sus ideas disparatadas (¿romper relaciones con el principal comprador de carne vacuna? ¿adoptar una moneda extranjera?) hicieron que muchos dudaran sobre su capacidad para asumir el cargo presidencial. Después de todo, se postula para administrar por cuatro años un pequeño país del hemisferio sur y no para salvar del desastre a la civilización occidental.
Massa entendió a la perfección las debilidades de sus contrincantes y los llevó, poco a poco, a la situación actual, en la cual, increíblemente, con todos los votos necesarios para ganarle, se encuentran confundidos y desorientados ante la derrota.
El ministro de Economía y candidato sabe bien, como buen estoico, que el fracaso no existe: lo único que existe es la oportunidad de obtener un aprendizaje de cada suceso vital.
Si los tres representantes de los “argentinos del centro” lograsen entender lo mismo que Massa y sentarse en una mesa común para consensuar una única alternativa, lograrían obtener la victoria en el balotaje del próximo 19 de noviembre.
Si ese fuese el caso, en Juntos por el Cambio no tardarían en advertir, por ejemplo, la solidez técnica de los cuadros económicos de La Libertad Avanza, quienes, además, están focalizados en buscar soluciones concretas en lugar de estar preocupados por contratar a secretarias bonitas y multipropósito. En La Libertad Avanza, que no tiene referente alguno en materia agropecuaria, podrían descubrir la valiosa trayectoria y experiencia del equipo técnico de esa materia presente en Juntos por el Cambio. Ambos también podrían apreciar la genial política bioenergética implementada por Schiaretti en Córdoba, una provincia que, a pesar de no tener una gota de petróleo crudo, cuenta con una caudal impresionante de generación de biocombustibles.
Y así podríamos seguir y seguir con más ejemplos. Pero Massa apuesta que la contienda de egos heridos será finalmente la que se imponga entre sus contrincantes, quienes así lograrán frustrar –con notable eficacia– la posibilidad de que los “argentinos del centro” tengan un presidente que pueda asegurarles cierta estabilidad mínima para trabajar y desarrollarse.
En realidad, los “argentinos del centro” no piden mucho: apenas condiciones similares a las vigentes en países vecinos como Brasil, Uruguay, Paraguay y Chile, los cuales, si bien no están exentos de problemas, brindan las condiciones básicas para que puedan prosperar aquellos que tienen la voluntad de hacerlo.
“Argentina del centro”, un concepto que, en realidad, puede abarcar potencialmente a toda la Argentina, está colmada de oportunidades en el ámbito agroindustrial, hidrocarburífero, minero, turístico e informático, entre otros rubros. Y también cuenta con millones de personas que tienen un propósito vital que van a desarrollar aquí y, si eso no es factible, en cualquier otra parte.
Los entiendo perfectamente , pero llamar Argentinos del Centro a Milei se fueron a la banquina, son un grupo de transtornados que aprovecharon una corriente internacional (que perdió en España), y a jóvenes poco cultos y desorientados….otra que centro.. No se puede acordar nada con ellos , y lamentablemente no es sólo un problema de plata