Un anuncio del 20 de septiembre se concretó dos semanas después en el Boletín Oficial, a través del Decreto 506/2023, que no termina de conformar al sector lechero. Siguen estando los que se oponen a todo, están los que saben que no alcanza; y también están los que se conforman con una medida temporaria.
La medida se explicó esta mañana misma en oficinas de la Aduana, para evacuar todo tipo de dudas y confusiones sobre las medidas arancelarias que tendrá un mínimo impacto recién el mes que viene, cuando los productores reciban la liquidación de la leche que están ordeñando ahora.
Con aumentos de hasta el cinco por ciento para la materia prima, que rigen fijos desde febrero por decisión del Gobierno Nacional ante la amenaza constante de cerrar las exportaciones, los litros de septiembre llegarán a promediar unos 116 pesos.
Teniendo en cuenta que lo precios internacionales tuvieron este martes una leve recuperación por encima de los 2.900 dólares en Nueva Zelandia, pero que la leche en polvo se vende desde Argentina a algo así como 3.100 dólares por tonelada, ahora no tendrán la quita del nueve por ciento por esa venta, y podrían llevar el pago por litro a poco más de 120 pesos, quizá hasta los 125.
Esa no es la solución a los problemas del sector, porque en los tambos los costos de producción trepan más allá de los 135 pesos y en las industrias el altísimo costo laboral, sumado al otro condicionamiento de cinco puntos porcentuales que es el aumento de precios en los lácteos, pone una tapa que corrobora todas las presiones, mientras el comercio tiene libertad en el juego de la remarcación. Tal como lo confirmara Bichos de Campo, aunque no se renovó el acuerdo de Precios Justos, se conserva la suba del cinco por ciento para los lácteos, a pesar de los deseos de Sergio Massa.
El temor a continuar con subas en los alimentos es lo que lo llevó a pedir un congelamiento total e imposible, aunque lo hacen determinar la imposibilidad de un “dólar leche” a 450 pesos.
Los dos primeros eslabones de la cadena lechera están atrapados, con rentabilidades negativas de meses, conviviendo como todos en una inflación que podría reiterar los dos dígitos mensuales, con costos de insumos en dólares financieros y vendiendo al oficial de 350.
Ahora bien, la Resolución dispone que en definitiva son 88 días de vigencia para la medida que aplicará a un sector que no tiene forma de acelerar la liquidación de ventas al exterior, que tiene los compromisos calzados en plazos y volúmenes, e incluso en montos, por lo tanto no existirá un efecto similar de liquidación al que tuvo la soja, por ejemplo.
¿Pero cuáles son los productos que entran en este beneficio temporario? Todos los tipos de leche, líquida, en polvo, descremada, entera, en todas sus versiones; crema; suero de manteca; cuajadas; yogur; leches fermentadas; lactosuero; manteca, quesos de todos los tipos; lactosa; preparaciones con cereales con contenido de cacao inferior al 40 por ciento; helados; bebidas no alcohólicas en base a leche; caseínas, caseinatos; y proteínas de lactosuero.
Básicamente todo el espectro de los lácteos estarán exentos de los derechos de exportación, lo que seguirá su curso son los reintegros a estas ventas, que oscilan entre 1,25 y cinco por ciento.
Muchas veces se planteó la eliminación de este beneficio a las industrias, o al menos una unificación del porcentaje, teniendo en cuenta que de las ventas al exterior a agosto por 866,7 millones de dólares, en volumen el 37,9% lo compone la leche en polvo; 29,9% los quesos; 19,8% dulce de leche, manteca, aceite butírico, suero; y el 12,4% de productos confidenciales como lactosa, caseína, yogures, que son los que más perciben de esta ventaja económica.
Con todos estos números, en general el productor no está enfocado en ese punto, no lo ve cercano. Lo que sí intriga para aquellos que producen menos de siete mil litros por mes en promedio es saber cómo los va a impactar la prometida suba del 20 por ciento en el marco del Programa Impulso Tambero 2.
Según pudo conocer Bichos de Campo, “ya está en el circuito administrativo la segunda cuota”. Esto quiere decir que estaría disponible para el pago aproximadamente para el 18 de octubre, un mes después del cumplimiento de la primera, de esta segunda etapa.
Pero Massa en su paso por Pilar, Santa Fe, había dicho confusamente que iba a disponer 20 por ciento más de fondos para estos subsidios, entrometiendo al mes de diciembre para el cual no daban las cuentas.
Lo que en definitiva va a suceder es lo siguiente. Si en medio de la campaña agitada, por tantos motivos, Sergio llega a frenar en su despacho para firmar, podría ser que esta segunda cuota logre incorporar la suba prometida y así llegar a un alza máxima de 960 mil pesos para el pago, respecto a los 800 originales. De no lograr la atención del Ministro a la vez candidato, ese diferencial se pagaría en el mes de noviembre, como una suerte de tercera entrega, según corresponda en cada caso particular.
Lo que le conviene al representante del oficialismo para renovar la gestión es que todo se pague junto y tenga por una vez impacto real en los tambos, como no viene sucediendo desde enero cuando se lanzó el programa que se empezó a abonar en marzo.
Sin lluvias, con más espera por la mejora en los precios al productor, con la continuidad de los límites en la remarcación para las industrias, con ajustes de los salarios de los trabajadores lecheros de manera constante, el sector no logrará tener con esto un respiro, simplemente incorporará más trámites, más confusión y sobre todo, un futuro incierto no sólo con el último día de 2023 cuando termine la medida, en el momento de mayor producción anual cuándo se debería planificar todo el año venidero.