El Delta del Paraná es un ecosistema frágil, en el que la actividad productiva ha ido modificando el paisaje. Donde primero había frutales llegó luego la forestación, en la década del ’50, con la incorporación de salicáceas (álamos y sauces) para la producción de madera y pulpa para papel. Más tarde ingresaron los bovinos. Y la presión fue en aumento.
“La primer complejidad que tiene el sistema es la dinámica hidrológica, que condiciona a los productores de aquí. Y el primer paso que deben dar es el de sistematizar, con terraplenes y albardones, para evitar las crecidas. Todo esto desata preguntas, fundamentalmente sobre el impacto en los suelos. Nosotros estudiamos la dinámica de nutrientes y sales, y la conservación de la biodiversidad, y nos dio que el balance es positivo. Comparando siempre con un sistema prístino”, contó Javier Álvarez a Bichos de Campo.
Álvarez es un técnico del INTA Delta del Paraná que se dedica justamente a estudiar el impacto de las actividades productivas en este ambiente tan especial y dinámico. Trata de responder si es bueno que el hombre intervenga en este sistema tan vivo y cambiante, ya sea con sistematizaciones para controlar el agua. La pregunta era obvia: ¿Es posible hacerlo sin perjudicar a nadie?
Aquí la entrevista completa con el técnico del INTA Delta:
El técnico contó que el INTA y otras instituciones están trabajando para contar con un protocolo de producción que pueda derivar en poco tiempo en un manual de buenas prácticas productivas en la región del Delta. Con estrategias para mejorar la biodiversidad de la zona y los bosques ribereños.
Ver César Fuentes, un veterano que vio crecer la forestación en el delta bonaerense
El especialista aclaró que las producciones forestales y ganaderas en el delta inferior “tienen muy baja carga de agroquímicos, comparada a las producciones anuales en continente. En la forestación solo se controla malezas en los primeros años y luego vienen ciclos de 10 años sin aplicaciones”.
Respecto a la fertilidad de los suelos, explicó que “es verdad que hay oxidación de materia orgánica con la transformación de los pajonales, pero con las plantaciones queda una muy buena capa de materia orgánica -de 20 centímetros-, por efecto de las hojas y raíces que se descomponen. Sumado a un buen manejo del agua y los animales, el balance es positivo”, sostuvo Álvarez.