A veces, las presencias y las ausencias resultan ser más determinantes que la letra fría de un documento, por más aciertos que éste contenga. Sucedió este mediodía de miércoles, que bien puede ser calificado como un “día de miércoles” para la corta historia de la Mesa de las Carnes, un conglomerado de más de 30 entidades de la cadena de ganados y carne que nació en 2015 para intentar instalar una agenda proactiva de cara a los sucesivos gobiernos.
Estaba cantado que, frente al nuevo proceso electoral, la Mesa de las Carnes debía tratar de reinstalar en la agenda la necesidad de políticas activas para que haya una nueva percepción política sobre el sector, sea quien sea el nuevo presidente que surja de las elecciones. Y lo hizo nada menos que en el Congreso, una reunión especial de la Comisión de Agricultura de la Cámara de Diputados.
Hasta ahí parecía todo bien. Frente a los legisladores, el coordinador de esa Mesa, el ex dirigente rural Dardo Chiesa, lideró a un conjunto de actores del negocio de la carne que hizo los deberes y presentó un documento elaborado por el equipo económico de FADA (Fundación Agropecuaria para el Desarrollo Argentino).
Pero las ausencias de organizaciones rurales y de grupos de empresas que decidieron no acompañar esta movida fueron demasiado notables como para que los postulados de dicho trabajo sean representativos de todo el sector. Por el contrario, esta división pareció impugnar todo el esfuerzo realizado.
Bichos de Campo ya había anticipado la semana pasada el trazo grueso de este documento, que fue presentado frente a los legisladores por el economista cordobés David Miazzo. Postula que deben adoptarse 60 políticas, divididas en varios ejes temáticos, para permitir que para 2030 la Argentina incremente 35% su producción de carne vacuna y así pueda duplicar sus exportaciones, generando unos 8.000 millones de dólares en divisas. La vieja promesa que se hace a todos los gobiernos: si se toma un rumbo definido la cadena responderá con muchas divisas y trabajo. Se le hizo a Mauricio Macri, que a pesar de manifestar su apoyo no pudo progresar demasiado. Y se le hizo a Alberto Fernández, que volvió a aplicar políticas anti-exportadoras en la primera de cambio.
Este es el documento:
Lineamientos Estrategicos Cadena Bovina. Version Final
El trabajo de los expertos de FADA, según se admite en sus propias páginas, fue financiado por el aporte “desinteresado” del zar de la exportación de carne equina y dueño del frigorífico General Pico SA, Ernesto “Tito” Lowenstein, quien se hizo presente en la reunión junto a otras presencias llamativas: la de un viejo presidente de Senasa, Bernardo Cané, históricamente ligado a ese empresario. Junto a Chiesa, quien lo impulsó a ocupar el cargo de secretario de Agricultura de este gobierno en la gestión de Julián Domínguez, también sorprendió la presencia del economista de CRA, Matías Lestani.
Entre los que acompañaron la iniciativa de la Mesa estaban varias entidades de la industria frigorífica, sobre todo UNICA y FIFRA. Pero no estaban otras como CICCRA. Y la que más hizo notar su ausencia fue el Consorcio ABC, que agrupa a los grandes frigoríficos exportadores responsables del 80% de las divisas. ¿Cómo plantear una política de fomento a la exportación de carne vacuna sin la participación de algunos de sus principales protagonistas? Como consuelo, apoyó el documento la Asociación de Productores Exportadores (APEA), que representa a los grupos de ganaderos que hacen Cuota Hilton.
Además había representantes de la Cámara Argentina de Feedlot, de algunos de los centros de consignatarios, de la Cámara Argentina de Matarifes (Camya) y, como se ocupó de aclarar el propio Chiesa, también adhirió al documento la Federación Gremial de Trabajadores de la Carne, uno de los sindicatos del sector frigorífico. No hubo, sin embargo, ningún sindicalista visible.
“Dardo es CRA”, se ocupó de aclarar uno de los promotores del encuentro y del documento. Y sin embargo, esta representatividad está cuestionada desde la propia organización rural que preside actualmente Jorge Chemes, y que por estos días está resolviendo una fuerte interna por la continuidad. Es cierto que Chiesa proviene de las filas ruralistas, con origen en Carbap, pero actualmente no ocupa ningún cargo jerárquico en las Confederaciones Rurales.
Esta fue claramente otro de los grandes déficits: la entidad que agrupa a la mayor parte de los ganaderos no estaba apoyando activamente a la Mesa de las Carnes. La otra ausencia desde el riñón de la ganadería fue la de la Sociedad Rural Argentina (SRA) y de muchas de las asociaciones de criadores de bovinos que abrevan de sus libros genealógicos y llenan de reproductores su exposición de Palermo. Esta fractura ya estaba planteada desde que la entidad presidida por Nicolás Pino anunció unos meses atrás su salida de la Mesa. Como represalia, el propio Chiesa excluyó a su representante Carlos Odriozola incluso de la lista de WhatsApp de ese colectivo.
Para completar el escenario hay que apuntar la ausencia de integrantes de la Federación Agraria, aunque tenían la excusa de que se realizaba simultáneamente su congreso anual en Rosario. De la Mesa de Enlace, solo el representante de Coninagro, Gonzalo Alvarez Maldonado, se hizo visible.
¡Y qué decir de los productores de otras carnes! Los productores de pollos, cerdos y hasta ovino habían sido parte históricamente de la mesa de las Carnes, pero esta vez no fueron convidados a participar, y mucho menos plantearon sus propias necesidades.
¿Puede tomarse en serio la política un documento de una Mesa supuestamente representativa de todo un sector cuando faltan a la cita tantos representantes de la producción ganadera y de los frigoríficos exportadores? Es evidente que, más allá de la calidad de la factura del diagnóstico realizado por FADA, no resultó del todo contundente esta presentación.
Tanto es así que los diputados de la Comisión terminaron discutiendo sobre cualquier cosa: el cierre del frigorífico correntino La Muralla China, si estaba unificado el IVA en cerdos y huevos; o si el titular de la comisión, el formoseño Ricardo Buryaile o el senador del PRO, Alfredo De Angeli, había sido en algún momento peronistas, como sugirió el propio Cané.
Los representantes de la cadena que respaldaron el documento hicieron fuerza y trataron de volver a orientar la discusión hacia la necesidad de contar con una sólida política de ganados y carnes. Pero ya era tarde: sin una fuerza contundente enfrente que hiciera sentir este reclamo, los legisladores terminaron hablando de cualquier otra cosa (incluso sobre la propia esencia de su trabajo o la sesión de ayer por el Impuesto de las Ganancias) y no formularon ninguna pregunta concreta.