“Madura, la dulcería de Malabrigo” es un emprendimiento que desde 2017 desarrolla la ingeniera química Evangelina Menapace en esta localidad ubicada al noreste de la provincia de Santa Fe. La pequeña fábrica se especializa en jugos y dulces libres de conservantes y tiene como objetivo fundamental aprovechar el mal llamado “descarte” de la producción de fruta de unos 20 productores citrícolas de la zona.
“Malabrigo es una zona citrícola, por eso hay muchas personas que hacen dulces, mermeladas y jugos, pero de manera artesanal, es decir en la casa. Pero nadie hacía nada de forma industrial”, cuenta Evangelina a Bichos de Campo. Al conocer que el municipio había adquirido equipos especiales para dar valor agregado a las producción frutícola, esta profesional no dudó en presentar un proyecto afín a las autoridades, que le dieron su venia.
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“Presente un proyecto que rápidamente fue aprobado, me entregaron las máquinas en comodato y así empecé producir. Sin alejarme de la ingeniería química, porque la química esta en todo”, afirmó Evangelina.
Menapace se graduó de ingeniería química en la Universidad Nacional de Córdoba, donde la orientación de la carrera está enfocada en la industria extractiva y la química de los alimentos. De regreso a su entorno, puso manos a la obra para desde sus competencias profesionales para producir alimentos con la fruta que no tiene calidad comercial -pero sí calidad sanitaria- para ser vendida en fresco.
-¿Cuáles fueron las primeras producciones que hiciste para agregar valor a los cultivos de la zona?
-El primer año hicimos mermelada y almibarados, particularmente mamones en almíbar, que si bien no es un cítrico, se produce mucho en la zona. Luego de varias pruebas empezamos con los jugos, hasta llegar al producto que queríamos.
En Madura, la consigna es que los productos sean naturales y libres de conservantes. “La idea es ofrecer productos sin conservantes, utilizando solo la pulpa de la fruta y azúcar. El azúcar se emplea la cantidad justa para no tapar el sabor de la fruta y que a la vez funcione como un conservante natural, ya que reduce el agua y evita el desarrollo de microrganismos”, explica la ingeniera, que hace énfasis sobre los cuidados a tener en cuenta para manipular alimentos.
“Por ejemplo con el jugo que tiene más agua, agregamos azúcar y hacemos otros tratamientos físicos como el pasteurizado, el esterilizado y lavado de los envases, procesos necesarios para la conservación del producto”, indicó. Dentro de su simpática botella de vidrio, este tipo de jugos tienen vida útil para rato.
-Si el jugo es elaborado con la fruta y el azúcar como conservante natural, ¿cuál es su tiempo de duración entonces?
-Los jugos duran un año tapados, fuera de la heladera. Una vez abierto se deben conservar dentro de la heladera y llegan a durar entre 15 y 20 días sin diluir. Ya diluidos suelen durar un día.
-En Malabrigo no hay otras industria y la “fruta de descarte” la elige cada productor ¿Cómo les llega hasta la fábrica?
-Los productores nos acercan las frutas de descarte, que vale destacar es una fruta en perfecto estado físico, químico y biológico, solo que no cumple con las exigencias comerciales. Es con lo que trabajamos, siempre con frutas que se cosechan aquí en Malabrigo.
Dentro de la fábrica, que le da trabajo a varias mujeres de la localidad, las producciones de dulces, jugos y mermeladas están muy ligados entonces a la época de cosechas de los frutos. Por eso se garantizan un stock de productos para mantener la oferta al mercado durante todo el año. De todos modos, Evangelina destaca que “en Malabrigo siempre tienen frutas”, especialmente la naranja.
La comercialización de los dulces y jugos se realiza mayormente en el mercado local y por medio de plataformas de comercio electrónico, con la cual llega a zonas lejanas como Buenos Aires.