El año transcurre y la situación crítica de la lechería se sigue profundizando. Este proceso que venimos contando se registra en una base de ausencia de políticas que acelera los procesos y desconcierta a quienes toman decisiones, pero al mismo tiempo con una quietud de las entidades productivas que llama la atención.
La industria viene advirtiéndolo, ahora sobre el inicio de la primavera, de una mayor productividad y cuando los precios no se pueden ajustar a las necesidades del eslabón primario, pareciera que algunos despiertan a la realidad.
El sector además de padecer a la sequía, viene enfrentando costos en alza de los dólares diferenciales para la soja, pero con un contexto de precios internacionales en baja y un consumo interno deprimido por el efecto inflacionario. El marco es un desastre y el contenido sectorial mucho más.
Había sido a fin de julio que el Centro de la Industria Lechera le mandó una nota a Sergio Massa, con copia a Juan José Bahillo, José Romero, Arturo Videla y Matías Tombolini. Ahí se planteaba la necesidad de tener un tipo de cambio diferencial para el sector, aunque no se esté de acuerdo con el sistema, también se pedía bajar las retenciones. No hubo respuesta alguna.
La semana anterior contábamos sobre el encuentro que el CIL, Apymel y la Junta Intercooperativa tenía con varios de los funcionarios mencionados, que simplemente pudieron manifestar la necesidad de más días de espera para responder, tiempo que se habría cumplido con el silencio manifiesto en el inicio de esta semana.
Parece que el temor de Massa de generar un impacto en los valores del mercado interno sería lo que frena una definición, que podría tramitarse a través de la declaración de la lechería como economía regional, entre otras cuestiones.
Sin otros movimientos de entidades de productores, con el foco puesto en esta crisis visible, fue a fin de agosto que desde la Mesa de Productores de Leche de Santa Fe (Meprolsafe) se convocó a un encuentro al que sólo asistió Federación Agraria Argentina, donde se habló de sequía y del impacto de los sucesivos Dólar Soja, pero también de la necesidad de elevar estos temas al Gobierno Nacional, con el que la institución mantuvo en los últimos meses diversos encuentros, por compartir su sintonía.
Sin cita ejecutiva, se definió convocar al sector industrial. De allí surgió la reunión que tuvo lugar este lunes en la sede de Meprolsafe, donde además de su presidente, Roberto Perracino; y su referente Roberto Socín, entre otros, estuvieron personalmente el presidente del CIL, Ercole Felippa; y el titular de Apymel, Pablo Villano. De forma virtual participaron tamberos de Córdoba y representantes bonaerenses de Caprolecoba.
“Lo que conforma el precio de la leche cruda es el reparto entre las exportaciones, que no superan nunca el 25% del total de la producción, el mercado interno; y los negocios informales. Hoy tenemos materia prima en niveles similares a los del año pasado, precios internacionales en baja, demanda de los principales compradores deprimida, sobrestock de productos, bajo precio de los lácteos por las políticas que los vienen pisando y que no alcanzan a ser bajos para el consumo interno, por lo tanto es inviable sostener los valores que se necesitan en los tambos”.
Felippa es productor, dirigente, pero también presidente de la Cooperativa Láctea Manfrey y agrega que de conseguir por ejemplo la baja de retenciones para la exportación “el valor actual de la tonelada de leche entera en polvo no alcanza a cubrir los costos de la materia prima”, mientras las empresas que secan están al tope de la capacidad, afrontando los costos de stock que eso también representa.
“Se debe generar un mecanismo para descomprimir el mercado”, indicó en diálogo con Bichos de Campo, comparando esta situación con la crisis de 1999, que terminó en el colapso lechero de 2002, pero ahora con el agravante de un clima peor por el acumulado de secas.
En tiempos en los que los pooles de leche están muy complicados, las industrias están rechazando materia prima, hay un tope económico que se puede afrontar para procesar, sin embargo es cada productor el que debe ir definiendo cómo manejar este tránsito. No pueden las empresas manejar la estrategia de cada tambo.
La situación se conoce y las alternativas, también. No está quedando más que achicarse, optando por las pasturas nomás, o incluso vendiendo animales.
Pablo Villano dijo después de la reunión que “nos comprometemos a no exportar más que el récord del año pasado, del 25% de la producción, para no descuidar al mercado interno, pero tenemos que tener una alternativa de mejor precio. El Impulso Tambero 2 se tendría que pagar en estos días y esa demora sabemos que también complica a los productores para no seguir perdiendo económicamente”.
El precio promedio del mes de agosto fue 111,10 pesos por litro, con lo cual según el Siglea la variación respecto a julio llegó a 4,1% y en el contraste interanual 110 puntos, lejos de la inflación
Perracino explicó que ahora se va a elaborar un documento en el que se dejen en claro las necesidades de sacar las retenciones, de tener una ventaja cambiaria para la exportación que tenga a la vez un ajuste a a valores reales del precio de referencia de la tonelada de producto exportable, e incluso que se acelere la primera de dos cuotas del subsidio a los tambos.
“Está claro que no va a llover en septiembre y que la situación va a ser caótica”, por eso ya se están armando agendas de audiencias informativas para los socios de Meprolsafe y directivos de las empresas de la región.
Se pasará el comunicado entre las entidades para que apoyen con su firma. La industria está ocupada en atender este punto histórico de un sector que nunca en casi un siglo y medio osciló más allá del 10% en negativo o positivo en su producción interanual, con lluvias o sin ellas. Esta es una crisis de precios y mercados que llega en primavera, con el ciclo natural en alza y una absoluta desconsideración política.
Las advertencias fueron muchas, las reacciones nulas y ahora la hecatombe está encima, con costos productivos que se escapan a la posibilidad de cualquier dimensión de tambo, de todas las industrias, de un consumo aplastado, de necesidades económicas en la sociedad que son irrenunciables y atravesando una elección que confunde demasiado y no brinda certezas, ni siquiera para llegar al verano.
Es una vergüenza, por parte del estado , este destrato hacia el sector de producción láctea.
Y es una desgracia el impacto climatico que está sufriendo el campo.
Ambos factores terminan con la producción primaria de leche. Tambos que se venden, productores que no pueden enfrentar sus compromisos y campos que no se pueden sembrar por los costos dolarizados.