Los productores de leche acumulan problemas. El último fue el dólar maíz, y antes parieron los efectos de las respectivas emisiones del dólar soja.
Eso se dio en un contexto climático muy complicado, que durante los últimos tres años los enfrentó a una sequía que en el último ciclo los dejó son cosecha y sin reservas para pasar el invierno.
Esos efectos negativos continúan al día de hoy: “En la Cuenca Oeste de la provincia de Buenos Aires y en importantes áreas lecheras del centro del país persiste el déficit de humedad en los suelos”, dijeron los productores de Caprolecoba, que agrupa a los tambos del oeste bonaerense, en su informe mensual.
Sin embargo, “la producción nacional de leche cerró su primer semestre 2023, apenas un 0,4% por debajo que en 2022. Lo cual deja en claro que, uno de los pilares en que se basa la competitividad internacional de nuestra lechería, es la flexibilidad con que nuestros productores saben manejar situaciones cambiantes y eso destaca al gerenciamiento, como factor de resultado, por sobre cada sistema en sí mismo”, indicaron.
Queda a las claras que los tamberos que sobreviven a las crisis económicas y climáticas hacen malabares con lo tienen a mano, a pesar de las medidas sectoriales que les quitan los recursos que generan.
Según los datos difundidos por Caprolecoba y elaborados por el Observatorio de la Cadena Láctea Argentina (OCLA), sólo en julio la cadena lechera perdió casi 5.000 millones de pesos, de los cuales 2.000 correspondieron al sector industrial y otros 2.800 al primario.
Medidos al dólar divisa del Banco Nación, representan 18 millones de dólares al tipo de cambio “leche en polvo”, que implica un descuento del 9% por derechos de exportación. Se trata de 20 millones de dólares y si se anualiza ese número serían nada menos que 240 millones de dólares.
Desde Caprolecoba indicaron: “La presión sobre los precios internos y los derechos de exportación sumados a la brecha cambiaria y múltiples tipos de cambio (con dinámica arbitraria) configuran una verdadera pinza, que comprime a la lechería. Se restringe así la posibilidad de que la cadena pueda capturar todo el valor que genera. Tenemos que repetir esto, porque a su vez se reiteran las malas políticas que afectan al sector, y por esa vía, al conjunto de la sociedad. Los cambios permanentes en las reglas de juego (encima, malas) generan muchos daños”.