Este martes, como todos los 16 de octubre, se conmemora el Día Mundial de la Alimentación y la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) dio a conocer sus cálculos anuales sobre el flagelo del hambre y su impacto sobre la humanidad. Según esta última fotografía, hay 821 millones de personas en el mundo que todavía sufren de desnutrición, sobre una población total que se acerca a 7.500 millones de personas. Es más del 10%.
Contextualicemos: la comunidad internacional agrupada en la FAO se ha propuesto el objetivo de llegar a un mundo con “hambre cero” en 2030. Pero en los últimos dos años ese objetivo se ha ido alejando, porque la cantidad de gente con hambre ha ido aumentando. En 2017 alcanzó los 821 millones de personas, una de cada nueve.
Según el informe bienal de la FAO sobre el estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo, presentado con la presencia estelar de la reina Letizia de España, dice que se ha pasado de 804 millones de personas afectadas por la subalimentación (carencia crónica de alimentos) en 2016 a unos 821 millones en 2017, volviendo a los niveles de 2010.
El año pasado, la FAO culpó de esta situación a los desastres naturales. Esta vez han influido, según el organismo, el menor consumo de alimentos per cápita en algunos países y la mayor desigualdad en el acceso a los alimentos en otros.
África volvió a ser el continente con la mayor prevalencia de subalimentación, ya que el hambre allí afectó a más de 256 millones de personas (un 20% de su población), entre otros motivos por el impacto de fenómenos meteorológicos extremos y conflictos en diversas regiones.
Esos mismos factores también explican en parte que la tendencia a la baja del hambre pueda estar ralentizándose en Asia, que sigue albergando al número más alto de individuos que la sufren, 515 millones de personas (11,4% de su población).
Descargue aquí el último informe sobre el hambre de la ONU.
En América Latina y el Caribe, el hambre creció ligeramente hasta los 39 millones de personas en 2017 (6,1% de su población), según las estimaciones, que reflejan sobre todo un deterioro de la situación en Sudamérica por la desaceleración económica. Aquí está incluida la Argentina, aunque desde siempre los porcentajes de población que padece hambre aquí siempre ha estado por debajo del 1%, ya que se trata de uno de los países de la región que producen excedentes alimentarios.
Frente a este nuevo cachetazo de la realidad, la comunidad de la FAO volvió a decir que “estamos todavía a tiempo para cumplir con el compromiso mundial de erradicar el hambre para 2030”, pero reclamó a los países que adopten “medidas urgentes” para revertir la situación actual, donde el flagelo está en crecimiento y o en retroceso.
“No hay tiempo que perder”, señaló el Director General de la FAO, el brasileño José Graziano da Silva, en la asamblea de apertura del período de sesiones del Consejo de Seguridad Alimentaria (CSA). No conseguir erradicar el hambre, añadió, socavará todos los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), lo que significa que “la pobreza no se acabará, los recursos naturales continuarán degradándose y la migración forzada continuará aumentando”.
Hay también otras formas de malnutrición que se están propagando, en especial la obesidad, que afecta ahora al 13,3% de la población mundial adulta y está en vías de superar al número de personas subalimentadas en el mundo. De no creer, 8 de los 20 países con las tasas de obesidad en adultos que aumentan de forma más rápida se encuentran en África.
“El sobrepeso y la obesidad deben ser un tema de políticas públicas, no un problema privado”, insistió Graziano da Silva, y añadió que “los gobiernos deben asumir la responsabilidad de proporcionar alimentos saludables y nutritivos que sean accesibles y asequibles para todos”.