Carlos Stancich (64) es profesor jubilado de biología y vive en San Pedro, uno de los pueblos más antiguos de Traslasierra, Córdoba. Explica que el río Los Sauces separa a San Pedro de Villa Dolores y su lecho suele estar seco, salvo cuando abren las compuertas del dique La Viña. El clima de la zona es semidesértico y sólo llueve en primavera y verano. El agua del dique irriga unas 10.000 hectáreas de cultivos industriales, huertas y tierras pastoriles con ganado.
Gran parte de la población de San Pedro es empleada pública, y el resto son huerteros o trabajadores que viven haciendo changas y en un estado de gran vulnerabilidad económica, la cual se ha ido acentuando en estos últimos años con la acelerada inflación.
Carlos trabajó muchos años en el Penal Número 8 de Villa Dolores, como profesor de huerta y estuvo a cargo del área de educación. Dice que allí halló un submundo de gente que llega a ser muy leal, luego de experimentar un auténtico arrepentimiento de lo malo que haya hecho. Y sostiene hoy que los penales son el fiel reflejo, o un simple mosaico, de lo que sucede afuera de ellos, en la sociedad supuestamente “libre”. Él estudió en la escuela agrotécnica “Stella Maris” de San Pedro, de donde también egresó José Luis “Serrano” -el actor de Villa Dolores que personifica a la reconocida “Doña Jovita”-. De ahí que ambos poseen el viejo título de “Agrónomos Generales”. No olvida que en sus años mozos solía salir de farra y serenatas, junto a José Luis con su guitarra, a cantarles a las chicas que les gustaban.
“Empezamos hace unos 14 años creando la radio comunitaria ´Comechingones’ –cuenta Carlos- al fondo del lote donde tengo mi casa, en la calle A. Olmedo 393. Al principio éramos 7 u 8 y llegamos a ser 30, pero a los 7 años la cerramos por disidencias en el grupo y no quedó ni la antena. Un año y medio después, en 2015, nos volvimos a juntar porque a algunos nos gustaba escuchar buena música que no suelen pasar en las radios, con calidad poética y con compromiso social, por lo que levantamos la antena de nuevo y refundamos la radio. Fuimos aprendiendo y hoy hacemos hasta reportajes filmados en la casa de los mismos productores, que subimos a las redes”. Los hacen María Inés, Carlos, Horacio y participa María Celina, en la diagramación.
“Después, creamos la Asociación Civil ´Sierras Comechingones´ -continúa Carlos-, para tener un amparo jurídico y poder desarrollarnos de modo institucional. Yo soy el presidente y la integran Pablo, Carlos Matías, Mario Elpidio, Nacho, Horacio, María y Rocío, que también llevan adelante la radio, donde tratamos temas de medio ambiente, educación y de derechos humanos. Es que una radio debe ser un medio que eduque. Por principio, no hacemos política partidaria. Y un tema discutible son las pautas publicitarias, porque condicionan hasta las canciones que queremos pasar, pero tenemos unos 4 o 5 auspiciantes para ´bancar’ los gastos”.
“En la radio no hay estrellatos y todos trabajamos sin cobrar. Un día nos aparecieron en la radio, el gran Jorge Marziali con Marita Londra y nuestro común amigo, ´Serrano´, e hicimos un programón. Figuramos en Facebook como Traslasierracuentamuestra”.
“Hace tres años y medio, con la pandemia –continúa Stancich- un generoso vecino, Elpidio González, productor de cerdos, vacas y gallinas, que fue docente, nos prestó en comodato, dos hectáreas y media de tierra, mediante un convenio con el INTA de Villa Dolores y la Municipalidad de San Pedro. Está en la zona rural del camino a la escuela de Los Callejones. El INTA comenzó a proveernos de semillas y creamos una huerta 100% orgánica, con el asesoramiento del ingeniero agrónomo César Gramaglia”.
“Aprovechamos el estiércol de cabra o chiva como abono, de excelentes propiedades, y realizamos encuentros de intercambio de semillas, plantines y saberes. La Municipalidad, al principio nos llevaba chicos con capacidades diferentes y fue una experiencia muy linda. Además, fue muy emotivo empezar a producir el suelo con nuestras manos, ver crecer las semillas, el hecho de cultivar la tierra y producir, te cambia el modo de ver la vida, de comprometerte con el país. Trabajar en conjunto, y no por separado, hace que todos aprendamos a vivir en comunidad, a estar comunicados y ayudarnos unos a otros”, reflexiona Carlos.
“En San Pedro todos se conocen –sigue Stancich- y enseguida se armó un grupo fundador con familias de origen rural que no tenían trabajo estable. Algunos eran jubilados o cobraban un pequeño plan, o la AUH. La Municipalidad gestionó los planes Trabajar y en ese momento incentivó la participación –dice-. Es gente que se dedica a trabajar para terceros en la cría de ganado, o cría chivos, que trabaja en las cosechas de la papa o en las juntadas de leña, o trabaja en cuero, o son empleadas domésticas, que atienden chicos y demás”, aclara.
Stancich nos actualiza de que hoy en la huerta suelen ser unos 8 integrantes: Mónica, Alejandra, Dora, Rita, Carla, Manuel, Omar, Carlos María, Héctor, Toli y algunos familiares que ayudan cuando hay necesidad. Algunos están desde el comienzo y otros se fueron y volvieron. Uno además hace trabajos en cuero, bozales, frenos. Otros crían cabras, o una vaca o un caballo, o van a cargar bolsas de maíz o a desmalezar, o hacen trabajos de riego o son cosecheros ‘golondrinas’, pero todos necesitan más ingresos para llegar a fin de mes”.
Reniega Carlos que “acá no llegan los Precios Cuidados; los gobernantes hacen esos programas y hablan para los porteños”. Detalla que según la época del año cultivan papa, cebolla, maíz para choclo, tomate, pimiento, lechuga, zanahoria, orégano y demás, para autoconsumo y venta personal. Aunque algunas veces van a vender los excedentes a ferias y se reparten las ganancias. Entre todos van trabajando la tierra y cuenta Carlos que en el mejor de sus momentos llegaron a cultivar 2 hectáreas. La sequía los golpeó fuerte. Su Facebook: Huerta Orgánica Comunitaria San Pedro.
“Tenemos un motocultivador de 6 caballos, que nos presta la Municipalidad –continúa Carlos-. Aquí llueven 400 milímetros anuales, sobre todo en los meses de primavera verano. Practicamos riego por acequias, de agua que viene de La Viña”. Explica que este sistema irriga un total de 10.000 hectáreas y es manejado por un consorcio de productores de la zona. “Tenemos un canon de riego y como somos pequeños productores y no pagamos, cuando escasea el agua, se privilegia a los paperos industriales y a nosotros nos llega muy poca. Éste es nuestro problema más grave”, asegura.
Y finaliza este jubilado docente que a diario renueva su opción de trabajar de modo comunitario en este ‘colectivo’ de producción agraria y de comunicación, porque le llena de sentido su vida: “La fortaleza está en la humildad y las ganas de hacer que tienen mis compañeras y compañeros, de persistir en este proyecto que a todos nos renueva las ganas de vivir. Pero no entendemos por qué no cautiva a los políticos, de ningún partido. Notamos que sus campañas apuntan al turismo y no a la producción comunitaria de los alimentos, tan necesarios para un sector de gente que se está empobreciendo con la inflación, la cual los desalienta cada vez más”.
“Acá tenemos muchas tierras ociosas y con capacidad de ser bien regadas. No creo que el turismo pueda ser la solución a la crisis alimentaria que vivimos y tampoco creo que los pobres, lo sean por ser vagos y no querer trabajar, como se suele escuchar. Hacen falta más políticas de Estado, más ayuda, sobre todo, a los que queremos trabajar y producir alimentos sanos”, reflexiona.
Las y los integrantes de la Asociación Civil “Sierras Comechingones” nos quisieron dedicar la canción de Ely Bonel, de Villa Dolores, quien a pesar de sufrir un accidente automovilístico que la dejó para siempre en silla de ruedas, logró ser una gran “madre, docente y cantautora de Traslasierra”. Su canción habla del último jaguar, llamado “tigre”, que asoló el valle a principios del siglo 20. Hoy sólo quedan pumas. Describe la Quebrada del Tigre y el cerro Champaquí, el pico más alto de las cumbres de Achala, de 3000 metros sobre el nivel del mar.