Flavio Mastellone, productor agropecuario e industrial lácteo, lleva un apellido relevante para el sector lácteo argentino. A título personal, sin embargo, escribió y envió esta nota de opinión a Bichos de Campo, tratando de dejar sentada su posición frente a este momento particular y la dura realidad que enfrenta toda esa cadena productiva:
En los últimos días, el sector volvió a repasar uno de los problemas vinculados a la internacionalización de la lechería argentina. A partir de una visión particular sobre incumplimientos históricos y recientes de la Federación Internacional de Lechería, publicada por Bichos de Campo, se pone luz sobre algunas inconsistencias que tenemos.
Con tantos años en el negocio lechero, no sólo en el eslabón industrial, me permití imaginar un presente distinto, ajustando detalles dentro de la cadena láctea, sin considerar la macro y el clima, que son fundamentales para el desarrollo de la actividad, pero sobre los cuales no tenemos control.
Entre estos detalles identifiqué condiciones actuales que llevan a desequilibrios, nudos difíciles de desenredar, falta de una visión integral. Esto genera que una actividad con un potencial enorme no logre expresarse. Situación que se repite hace décadas.
Dejemos de lado lo que todos sabemos y vamos a lo que entiendo es necesario empezar a cuestionar.
Determinados puntos que se toman como normales o se desconocen dentro del sector son clave para este estancamiento.
Por no pagar 49 mil euros, la lechería argentina se está quedando afuera del mundo
Reflexionemos sobre estas incógnitas.
¿Es lógico que un sector solicite al Estado dinero (reintegros) por determinadas posiciones arancelarias para compensar los derechos de exportación?, ¿Cuál es el criterio para que los distintos productos lácteos tengan retenciones y reintegros diferenciales? Necesitamos reglas de juego claras, con el único objetivo de lograr un mercado equitativo que nos encuentre a todos en condiciones similares para competir.
Todos los productos lácteos y subproductos podrían al menos tener la misma lógica en la aplicación de impuestos, ya que todos tienen el origen en la misma materia prima.
Las ventajas comparativas que tenemos como país, hacen que el sector pueda aportar dólares, dando la posibilidad que la producción crezca en forma sustentable, facilitando la incorporación de tecnologías y herramientas como los genomas, tan necesarias para mejorar la productividad y lograr competir más equitativamente en mercados internacionales. Es imperioso que esto forme parte de una agenda de políticas para el sector.
Otro eje central es que los impuestos dentro de la cadena representan un porcentaje muy elevado, entre tributos municipales, provinciales y nacionales, sin embargo, no existe un detalle completo de esto para poder encontrar alternativas y soluciones en el mediano plazo.
Por ejemplo, el IVA del 21% que tienen los lácteos es el más elevado de los productos de origen agropecuario. ¿Se pensó ver qué se puede adecuar para que el eslabón de la producción y la industria no tengan acumulación de saldos? ¿Cómo otros países de la región lograron encontrar variantes para que los productos de primera necesidad lleguen a valores más accesibles para la población?
Del mismo modo, no es posible convivir como una marginalidad del 40% en la cadena, con impuestos internos que sólo contribuyen a desequilibrios en los canales de comercialización. Si bien no es un problema exclusivo de la lechería, se tiene que trabajar estructuralmente para disminuir esta diferencia e igualar las condiciones de competencia.
La lechería es un sector que demanda mucha mano de obra, una actividad con tanto arraigo en el interior, que posiblemente se puede considerar como una economía regional. No debe importar la presencia en tantas provincias, sino su importancia en las ciudades del interior de las principales cuencas.
Respecto al Sistema Integrado de Gestión de la Lechería Argentina (Siglea), es importante que se cumpla por completo la resolución, simplificando la lectura de datos, evaluando los pagos en su totalidad. Esto es en referencia a levantar la vara, mejorándolo y resaltándolo como uno de los logros sectoriales de los últimos años.
Revisar la normativa daría lugar a colaborar en la marcación de un verdadero rumbo sectorial, sobre todo para definir la consideración de los precios por calidad y no por litro y así estandarizar los valores.
Entonces, ¿es lógico que sólo se informe en esta herramienta un mercado a futuro para poder adelantar a las empresas los valores con los que pueden liquidar al mes siguiente?.
En un contexto tan conmovido por la coyuntura política y económica, es tiempo de identificar nuestras prioridades y avanzar hacia sus soluciones. La lechería argentina necesita alinearse en sus necesidades. Hay que definir lo temas en los que estamos de acuerdo como cadena y llevarlos adelante, dentro de la organización en la que cada uno se sienta más cómodo.
El sector está perdiendo tiempo paralizado en el pasado y sin poder pensar en el futuro. Tenemos que trabajar juntos en el presente.
ESTA PINTADO EL,POBRE TIPO, LE QUEDA UNICAMENTE EL APELLIDO.
FLOTA DENTRO DE LA EMPRESA SIN PUESTO ESTABLECIDO.
Y SALE A HABLAR HUEVADAS.