Hasta la campaña 2020/21 la introducción de cultivos de servicios venía creciendo en las diferentes regiones productivas argentinas. Pero ese proceso de interrumpió en 2021/22.
En 2021/22 la cantidad de empresarios agrícolas que emplearon cultivos de servicio fue del 19% del total, una cifra un punto inferior a la registrada en 2020/21, según un Relevamiento de Tecnología Agrícola aplicada (Retaa) realizado por la Bolsa de Cereales de Buenos Aires.
Los motivos detrás de ese fenómeno seguramente se encuentran en la degradación de los márgenes de rentabilidad de las empresas agrícolas generado por el aumento de la presión tributaria (directa e indirecta a través de la inflación de costos) y las crecientes intervenciones gubernamentales.
Es muy probable que en 2022/23, debido a un desastre climático combinado con un empeoramiento de las condiciones generales del negocio, el uso de cultivos de servicio haya caído aún más en la Argentina.
Cultivos de servicios, una herramienta con muchos beneficios #suelo #Agricultura pic.twitter.com/pwKfwebQ8r
— Lucas Andreoni (@ljandreoni) January 4, 2023
La mayor penetración de esa tecnología de procesos –inicialmente denominada cultivos de cobertura– se encuentra en el NOA y sur de Córdoba, dos regiones que la emplearon con el propósito de mejorar el control de malezas problemáticas. También tiene una importante presencia en la zona núcleo pampeana, el oeste bonaerense y Entre Ríos.
Los cultivos de servicio, como su nombre lo indica, brindan diferentes “servicios ambientales” a los sistemas productivos, entre los cuales, además del control de malezas, se incluyen el control de la erosión, mejora de la estructura física del suelo, propiciar la captación y almacenaje de agua y captura de carbono orgánico. Se trata de un instrumento clave de la denominada “agricultura regenerativa”.