A días de la despedida del 2022, la campaña de cerezas en la Argentina está en pleno desarrollo. Las primeras cosechas comenzaron en noviembre en Mendoza, y con el correr de las semanas comenzaron a bajar por Neuquén, Río Negro y Chubut, donde seguirán durante lo que resta de diciembre y enero, hasta finalizar en Santa Cruz en el mes de febrero.
Aún con los embates del clima, que este año dejó a más de una economía regional patas para arriba, las perspectivas de los productores que integran este sector de la fruticultura son más que positivas, al punto que esperan mantener e incluso superar los niveles de exportación de la temporada 2021.
“Tuvimos heladas importantes que harán que se recienta la producción de cerezas en esta temporada. Aún así, en lo que respecta a volúmenes exportables probablemente estemos en niveles similares a la última campaña, y quizás un poco más. Creemos que estaremos en torno a las 6.000 toneladas colocadas en el exterior”, dijo a Bichos de Campo Aníbal Caminitti, gerente de la Cámara Argentina de Productores de Cerezas Integrados (CAPCI) que nuclea a productores, empacadores y exportadores.
Si bien quienes integran esa cámara son en su mayoría productores que apuntan al mercado internacional –en la temporada anterior el 98.5% de lo exportado fue realizado por miembros de esa entidad-, parte importante de su producción es también volcada al mercado interno. En un buen año, Argentina produce cerca de 12.000 toneladas, de las cuales el 50% es absorbido por el consumo local.
“Quienes se abocan específicamente a mercado interno lo hacen generalmente porque trabajan con variedades que ya no van para exportación, pero que sí andan muy bien para el mercado interno. Es lo que ocurre con Mendoza: sacan fruta temprana muy buena y muy apreciada por el mercado local. Cuando hablamos de productores que apuntan a la exportación, la oferta varietal cambia. Se trata de una paleta de variedades tempranas, de ciclo medio y tardías, que permiten que el país tenga una oferta más amplia. Todo depende de la región en la que se encuentre el establecimiento productivo”, explicó Caminitti.
En cuanto a los destinos de esta fruta fina, el principal de la última temporada fue Estados Unidos, algo que los productores esperan repetir. La región norteamericana –y el país mencionado en particular- absorben 35% de las cerezas argentinas.
El segundo destino en importancia es Asia, adquiriendo el 35% de la producción local y siendo China el principal consumidor. Un 20% es destinado a Europa y Reino Unido y el porcentaje restante es demandado por países de Medio Oriente, como Emiratos Árabes, Qatar y Arabia Saudita.
Es importante aclarar que el mercado de fruta de contraestación, donde se encuentra Argentina, es uno muy dinámico y está en constante cambio ante la aparición de nuevos actores. Se trata de algo similar a lo que ocurre con otras frutas, como las frambuesas y las moras.
En la región, Chile se ha consolidado desde hace quince años como un importante productor de cerezas, llegando a firmar incluso un tratado de libre comercio con China en 2005. En 2015 obtuvo un arancel cero en ese mercado, y hoy Chile tiene a ese país como principal destino comercial.
“Chile es un muy fuerte jugador del hemisferio sur, que marca la tendencia en todo sentido, particularmente en el precio. En esta campaña proyectan exportar 500.000 toneladas, por lo tanto si comparamos, nosotros somos nada en cuanto a volumen. A medida que la presencia chilena se va haciendo presente en los mercados, la tendencia de los precios internacionales de la cereza es a la baja”, indicó Caminitti.
Y a continuación agregó: “Nuestro costo país es muy alto, y eso nos empieza a dejar fuera del negocio. También tenemos nuestros costos internos, un tipo de cambio que no ayuda a quien produce, con un valor de dólar que no es el oficial, que después tenemos que vender, exportar, y generar divisas al valor oficial. Hay una asimetría y una contradicción muy importante para acompañar y desarrollar las exportaciones. Esto le ocurre a todos los sectores frutícolas como peras y manzanas, arándanos y citrus”.
Una de los principales obstáculos para que Argentina se posiciones en el mercado exterior tiene que ver con la logística. Particularmente para las cerezas, el 70% del volumen se exporta por avión. Luego de la pandemia, la reducción en la oferta de bodegas aéreas y en las empresas que operaban hizo que las tarifas se duplicaran y triplicaran en algunos casos. Algo similar ocurrió con el transporte marítimo de carga, por donde se envía el 30% de las cargas de cereza.
“El 90% de las cargas marítimas salen por puertos chilenos, porque tienen mejores opciones logísticas y reducimos en un 50% el tránsito al tener buques que van directo a China”, señaló Caminitti.
Pero aún con estas dificultades la fruta argentina es muy apreciada por su calidad –el 92% de las cerezas exportables provienen de la Patagonia que tiene un alto status sanitario- y se ubica dentro de una franja de exportadores integrada por Australia, el estado australiano de Tasmania, Nueza Zelanda y Sudáfrica. Estos países poseen calidades y volúmenes similares al nacional.
-Aunque es temprano para dar los resultados finales, ¿cuáles son las impresiones en lo que va de esta campaña?
-Falta pero nos mantenemos muy positivos. Las mermas productivas han ocurrido en distintas regiones y dentro de ellas hay establecimientos que han podido sobrellevarlas mejor. Nos mantenemos optimistas, como mínimo para repetir la última campaña y estar en torno a unas 6.000 toneladas exportables.