El partido de Lincoln, en la provincia de Buenos Aíres, se ha transformado en los últimos años en una pujante cuenca lechera y quesera y se entiende por qué: tiene campos fértiles que sirven para la ganadería pero también para la producción agrícola, que ha venido creciendo fuerte y aporta los granos necesarios para suplementar en los tambos.
Pero de los porcinos no había noticias, hasta que en 2012, el agrónomo santafesino Fernando Del Sel (que solo podría tener un parentesco lejano con el cómico de los Midachi) comenzó a buscar alternativas para darle valor agregado a los granos que esa zona produce en cantidad.
“Hace mucho tiempo que pienso que la única forma de crecer y de desarrollar el interior es agregando valor, produciendo carne, produciendo proteínas como la leche y los huevos, donde somos muy competitivos”, dijo Del Sel en una charla con Bichos de Campo.
Este agrónomo ya manejaba siembras en la región y convenció a un par de socios para hacer la fuerte inversión necesaria para ingresare al negocio de los cerdos. Así nació Santa Fe Agro, pero en Lincoln. Las instalaciones fueron creciendo rápido (y seguían haciéndolo al momento de esta entrevista) y se ubican a las afueras de la ciudad cabecera de ese partido bonaerense. Detrás quedó el agricultor a secas. Dentro de las opciones posibles para convertir kilos de alimento en kilos de carne, la producción porcina era la que mejor margen económico arrojaba.
“En general los proyectos de cerdos que son más competitivos están a una distancia de 300 o 400 kilómetros de los puertos, donde uno puede producir con el descuento del flete (para el maíz) a precios más accesibles. Yo vivía en Lincoln hacía muchos años y encontramos allí condiciones muy adecuadas: un lote sobre la ruta muy cómodo, a una distancia muy accesible a la ciudad, cumpliendo los requisitos de olores y contaminación visual, con aptitudes para producir maíz, con lluvias y buenas condiciones de suelos”, detalló Del Sel.
En los campos alrededor del criadero integrado (dónde se realiza todo el ciclo porcino), el grupo produce los granos. En la estructura de costos para producir 1 kilo de carne de cerdo, el alimento representa el 65% del conteo final. Para que cierre con moño, en la vecina cuidad de Junín existe un molino de soja: le entregan el grano y ellos les devuelven la harina que usan en las raciones.
Si bien Lincoln no se caracterizaba por producir cerdos (mejor dicho, no existían proyectos de esta escala), este emprendimiento dio buenos frutos.
“Sobre las cerdas que teníamos hace un año, que son entre 800 y 850, estamos produciendo 23.000 capones por año. Ahora con la ampliación que hicimos, nos fuimos a 1.300 madres, por lo que tenemos la idea de llegar a producir para finales del año que viene algo así como 30.000 a 35.000 capones. Es una producción que se hace básicamente a base de harina de soja, maíz y agua”, afirmó el agrónomo.
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La firma trabaja en un campo de 25 hectáreas sobre la ruta, y cuenta con las instalaciones necesarias para realizar todos los pasos de la producción. De los seis galpones existentes, dos son para la inseminación y gestación de las cerdas, un tercero es para las pariciones, un cuarto es para los lechones recién destetados, y los dos restantes son para engorde.
-¿Se autoabastecen de todo el alimento necesario?- le preguntamos a Del Sel.
-Sí, producimos nuestro propio maíz y nuestra propia soja. Después hay otros componentes que se compran en laboratorios, porque son microelementos y vitaminas, pero nada más. La mayor parte de la alimentación es nuestra.
-Debe ser un proceso difícil, que en principio requiere de mucha inversión.
-Sí, esto es capital intensivo. Nos ayudó haber logrado algunos créditos en su momento y después mucho tiempo de gerenciamiento, de dedicación. No es un proceso sencillo, requiere mucha eficiencia en cada uno de los pasos. Como todo proceso industrial, depende mucho de la eficiencia y productividad que logres en cada uno de los escalones. Eso es lo que te hace o no rentable.
-¿Hay mercado para el cerdo?
-Sí, hay mercado. El consumo argentino ha crecido mucho, al igual que el del pollo, al tiempo que baja el consumo de vaca. El cerdo ya entró en la dieta del argentino. Más allá de los fiambres, ya hay un consumo fuerte de cortes frescos. Y hay mercado también porque la carne de cerdo es más barata que producir que la carne de novillo.
En rigor, dado que el ciclo de conversión de alimentos en carne porcina es más rápido que en bovinos, esta producción puede costar entre un 30% y un 40% menos. En lo que respecta al nivel de adopción entre los consumidores, se pasó de un consumo de 6 kilos per cápita por año a entre 16 y 18 kilos en la actualidad.
“Los especialistas que saben del tema consideran que todavía tenemos margen para crecer. Lo que ya se ve es que la caída de consumo de carne vacuna ha sido fuertísima y la gente comienza a buscar reemplazos”, sostuvo el santafesino.
-¿Qué perdería Lincoln si no existiera este tipo de emprendimiento?
-Lincoln tiene una Agencia de Desarrollo Productivo de la que participo hace muchos años. Ya hicimos un trabajo interesante sobre cuáles serían los factores de crecimiento para desarrollar. Dentro de lo que es producción agrícola, la clave es transformar todos los granos que produce, que llegan a ser entre 3 y 4 millones de toneladas, en carne, leche o huevos. Lincoln tradicionalmente ha sido muy fuerte en leche. En lo que es cerdo no tenía mucha importancia, pero es un lugar recontra competitivo para producirlo. Y se ve que la gente está interesada en participar. Hay más de 25 personas trabajando acá en forma directa y otras 20 de forma indirecta.
-Para una localidad como Lincoln, una empresa que tiene 40 o 50 empleos debe ser importante.
-Sí, la verdad que sí. Yo me acuerdo que cuando compramos esta chacra, donde hicimos el criadero, había solo 20 vacas. O sea que era una chacra que producía 15 terneros por año. Ahora pasó a producir 2 millones y medio de kilos de cerdo. Eso es valor agregado. Por supuesto que hay mucha inversión arriba. Creo que el desarrollo del interior del país depende mucho de esto, el desarrollo del interior como formador de empleo y generador de riqueza tiene que ir de la mano de transformar las millones y millones de toneladas de granos que producimos en algo con mucho más valor.
-Con diez años de experiencia, ¿qué le dirías a quien quiere arrancar?
-Que elijan con cuál de las posibilidades existentes se puede transformar los granos. El cerdo es una de las alternativas, pero también están los pollos, los huevos, la leche. No quiero parecer un fanático del cerdo. Esto requiere una escala, no es para un proyecto chico. Si uno es productor de granos importante, tenés una gran ventaja porque tenés el 60% del costo asegurado. Pero si uno es un productor más chico, yo le recomendaría que se asocie con otro, que formen un grupo para poder encaminarlo. No es sencillo, requiere mucho tiempo, trabajo y cabeza. Pero la verdad es que es un negocio del cual a lo largo de diez años, con sus vaivenes, con sus problemas, estamos contentos de la rentabilidad lograda.