A Enrique Derlindati le gustan los flamencos. En verdad, resultaría más preciso decir que los flamencos lo apasionan y que se dedica a estudiarlos. Sin embargo, cuando se le pregunta el motivo de dicha pasión su respuesta tiene algo de reticencia, quizás para evitar las anécdotas personales. Quién sabe.
“La historia es larga y comenzó, como todo, casi por casualidad hace más de 25 años, cuando era estudiante de Biología”, responde escuetamente este doctor en Ciencias Biológicas para volcarse, en seguida, al tema que realmente importa: la conservación: “Pero lo verdaderamente interesante es que a pesar de ser una especie tan carismática todavía queda mucho por investigar y conocer, lo cual es la motivación de cualquier biólogo”.
Derlindati trabaja como Investigador y docente de Biología de la Conservación de la Facultad de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional de Salta y cuenta que todos los veranos los flamencos más raros del mundo (“raro” en el sentido de poco abundante, de poblaciones pequeñas) se congregan en las alturas de los Andes para reproducirse y alimentarse en lagos que son más salados que el océano.
“Son más salados que el mar en términos de conductividad (medida con la que se estiman los iones disueltos y que puede superar en 100 veces al agua de mar), pero la composición es totalmente distinta, por lo que no serían comparables”, aclara.
Los lagos con colonias de reproducción de flamencos se encuentran asociados a salares en los Andes centrales y, en Argentina, las principales colonias se ubican en Salta y Catamarca, aunque muchas dejaron de estar activas de forma coincidente con el inicio de actividades mineras en general, pero especialmente de litio. Esto se vincula con la contaminación y con las alteraciones del paisaje, como un armado de dique o caminos que perturban la actividad de las aves. Se estima que la población de flamencos andinos asciende a 80. 000 individuos, la población más pequeña de todas las especies de flamencos.
En el planeta existen seis especies de flamencos, con grandes diferencias en el tamaño de sus poblaciones. En África hay más de 3.000.000 de flamencos enanos, y la población total de flamencos comunes se estima entre 550.000 y 680.000 individuos entre África, Europa y Asia. En América, hay entre 260.000 y 330.000 flamencos americanos en el Caribe y Mesoamérica y, en el cono sur, más de 300.000 flamencos australes.
Yendo de lo general a lo regional, los flamencos andinos y puneños tienen las poblaciones más pequeñas de todas las especies de flamencos, con menos de 80.000 y 160.000 individuos, respectivamente. Por lo tanto, el flamenco andino está categorizado como vulnerable y el flamenco puneño como casi amenazado.
-¿Por qué los flamencos son una especie clave para estos humedales? ¿Cómo es que fijan carbono?
-Considerando que pueden llegar a ser más de 30.000 ejemplares en una sola laguna, al consumir y estructurar las comunidades de microorganismos (cianobacterias, arqueobacterias y diatomeas), los flamencos pueden incorporar nitrógeno en estos humedales, afectando ciclos de nutrientes a gran escala. A la vez, estos microorganismos son los encargados de fijar carbono, y las tasas son mayores de las que se creían inicialmente.
-¿En qué consiste su trabajo con los flamencos?
-El objetivo es comprender mejor cómo se mueven los individuos altoandinos, sus rutas de migración, destinos de invierno y necesidades de hábitat. Realizamos campañas de entre 10 y 15 días en la Cordillera, capturamos ejemplares y les colocamos transmisores para luego liberarlos y registrar sus movimientos a través de satélites. La captura lleva mucho tiempo, desde la colocación de las trampas hasta la revisión y manipulación de los individuos. Son jornadas que inician antes del amanecer, a las 5:30 de la mañana, y a veces se extienden hasta que nos permite la luz del día; generalmente volvemos al campamento a las 20. Consideremos que todo esto además es a más de 4.000 metros de altura y muchas veces a temperaturas bajo cero.
-Usted afirma que los flamencos son también un recurso turístico. ¿Ayudan a economías de localidades?
-Desde ya. El mejor ejemplo es Miramar en Mar Chiquita, Córdoba, donde prácticamente son el principal atractivo turístico en la laguna, movilizando toda la economía. De hecho este sitio derivó en un Parque Nacional por el mismo motivo: la presencia de cientos de miles de flamencos por temporada. A nivel de Europa, el Caribe o África pasa lo mismo con La Camarge en el sur de Francia, Yucatán en México o el Turkana, en Kenia.
-Los flamencos, ¿se vinculan de alguna forma con la producción agropecuaria? ¿Los afecta de alguna manera?
-Las principales áreas de invernada se encuentran en las Pampas argentinas, y sus hábitats (humedales) son los más amenazados. Muchos (sino todos) son secados, drenados y transformados en campos de cultivo o urbanizaciones sin tener en cuenta a estas aves. La presencia de estas especies no es incompatible con las actividades humanas, pero pareciera ser que los humanos no estamos dispuestos a contemplar esta situación y preferimos la transformación total de los humedales.
-¿Por qué es importante evitar que una especie se extinga? ¿Acaso la extinción no es también algo natural?
-La extinción es un proceso natural, lo que no es aceptable es la tasa de extinción actual. Las especies tienen tasas de extinción que permiten que existan procesos de surgimiento de nuevas especies o reemplazos, eso es lo que estamos alterando. Pero acá el tema es una cuestión ética…
-¿Cuál es el cuestionamiento?
-¿Quiénes somos para decidir sobre la supervivencia de otras especies? Más allá de los numerosos servicios ecosistémicos que nos brindan existe un valor intrínseco en los sistemas vivos, del cual nos hemos olvidado. Es literal cuando se dice que estamos llevando a nuestra propia especie a la extinción antes de lo “normal”… y para colmo siendo conscientes de lo que hacemos y teniendo las herramientas para revertirlo.
Muy buena nota!.