El día que los dirigentes agropecuarios argentinos hablen del agro argentino con tanta confianza como Nilson Leitão lo hace sobre el agro brasileño, seguramente las cosas funcionen mejor aquí.
Todavía debe definirse la compulsa electoral entre Lula y Bolsonaro, que podría cambiar muchas cosas en Brasil, pero Leitão no duda, y su confianza llena el aire de sus oficinas en Brasilia. “Cualquier gobierno que entre y quiera cambiar el sistema de nuestra producción brasileña, corre peligro de quebrar al Brasil. Punto. No hay como cambiarlo. No existe forma de alterar el sistema tributario, no existe cómo perjudicar al sector. Nuestra industria está recuperándose. Y todavía no llega al nivel de poder substituir lo que la producción agrícola ofrece, en términos de ingresos monetarios para el gobierno. Entonces, pueden existir amenazas durante el debate político, pero lo que pasa es que el agro puede sobrevivir con cualquier gobierno, pero ningún gobierno consigue sobrevivir sin el agro”.
Leitão, un político y ex diputado federal en su país, es el presidente del IPA (Instituto Pensar Agropecuaria) de Brasil, una entidad clave para entender los por qué del éxito que viene teniendo el agro de ese país en las últimas décadas. Se trata del trabajo colaborativo entre todos los actores de la cadena agroindustrial y también con el sector público, en especial con el Poder Legislativo. El IPA nació en 2011 “con el objetivo de defender los intereses de la agricultura y asesorar al Frente Parlamentario Agropecuario (FPA) a través del convenio de cooperación técnica”, además de promover el diálogo con los poderes Judicial y Ejecutivo.
Mirá la entrevista con Nilson Leitão:
-El agro brasileño bate récords todos los días, de producción y exportaciones. Esto es mérito solo del sector privado o también hay un Estado que debe ejecutar a la política agropecuaria y es sólido?
–Yo creo que existe un trabajo en conjunto, nadie hace nada solo. Pero el sector privado, claro, se organizó mucho más rápido, las entidades se organizaron. El sector agro, que es el más organizado en Brasil, consiguió organizarse por cultivo: por eso tenemos la Asociación Brasileña de la Soja, del Maiz, tenemos todo el sector de la proteína animal organizada por cadena. Tenemos el sector de la fruta organizado, el sector de las máquinas organizado. Entonces todo eso está muy organizado. Son casi 300 entidades de la agropecuaria brasileña. De esas 300 entidades digamos que las grandes, las que hacen un nivel de diferencia, son 60. De esas 60 entidades, 48 están dentro del IPA.
-¿Y por qué es clave esa organización?
-Toda esa organización, obviamente, las coloca mucho más adelantadas que una estructura pública. El gobierno siempre está corriendo atrás. Como dije antes, de la tranquera para dentro hay tecnología, hay máquinas carísimas, hay productividad. Para que se haga una idea, el Brasil de la era de 990 hasta hoy, aumentó en área agrícola más o menos un 60%, pero aumentó en productividad más del 340%. ¿Qué sucedió entonces? Es un logro de la producción, no del gobierno. Hubo apoyo de la Embrapa (el insitiyuto tecnológico brasileño), pero no fue una cuestión de Brasil entero.
-Brasil ocupa un territorio inmenso. ¿Fue parejo ese crecimiento entre las regiones?
-Brasil consiguió producir prácticamente de forma uniforme. Hoy existen producciones de soja en casi todos los estados brasileños, y cada uno con su clima diferente, con condiciones diferentes, pero con la inversión de la iniciativa privada. La iniciativa privada de la tranquera para adentro avanzó mucho, pero del portón para afuera, donde se precisan las autopistas, las vías férreas, donde se necesita internet, donde se precisan otros temas como la renovación de nuestros puertos, claramente está todo un poco atrasado, un poco bastante atrasado. Pero existe una conexión con los gobiernos.
-¿Cómo es la relación con esos gobiernos?
-Los gobiernos brasileños tuvieron que entender al agro, preocuparse con el agro, para poder mejorar la calidad de sus cajas, para mejorar sus recaudaciones. Necesitaron entender por qué no servía de nada pelearse con el agro. Necesitaron tener al agro como compañero, y eso provocó una evolución: nuestro Ministerio de Agricultura ahora está en un nivel que antes no tenia. Mejoró mucho, mucho. Ahora se necesita de inversión en logística de verdad, y eso depende del gobierno, pero quien puede financiar eso es el agro lo cual conforma una dependencia enorme.
-Entonces hay diferentes velocidades…
-Yo creo que el agro anda a 200 kilómetros por hora pero el gobierno todavía, infelizmente, muchas veces no consigue andar a la misma velocidad, anda mucho más lento.
-Me puede decir “prefiero no contestar”, pero yo le pregunto… ¿Qué sucede con la Argentina, que teniendo condiciones parecidas, no toma ese mismo sendero de crecimiento y los indicadores del agro no son tan favorables como son aquí?
-La realidad es que la política es capaz de resolver muchos temas de salud, de educación, de logística, si es una buena política, si logra comprehender su papel. Ahora, si no es una buena política, y destruye aquello que puede mejorar, que es lo que constituye su recaudación, la iniciativa privada, el poder económico de recaudar, acaba matando su propia gallina de los huevos de oro.
-¿Piensa que eso sucede en la Argentina?
-Me parece que perjudicar económicamente con impuestos al agro de la forma que vemos hoy es el peor de los caminos que un gobierno puede escoger. Cuando el gobierno elige poner impuestos al sector privado únicamente con la intención inmediata de recaudar dinero, acaba quebrando a su propio financiador. Solo existe un tipo de dinero en el gobierno federal de cualquier lugar del mundo: el dinero del impuesto, del tributo. Pero para tributar, para pagar impuestos, hay que estar trabajando, hay que estar produciendo. Si le impedís a una persona que produzca, no va a poder pagarte un impuesto. Por eso no es inteligente poner dificultades a un sector como ese. Nosotras ya vivimos crisis enormes en Brasil, y quien nos salvó de la crisis fue siempre el sector agropecuario, la agricultura y ganadería brasileñas, que consiguieron sobresalir, sobreponerse en momentos críticos.
En otro tramo de la entrevista con Bichos de Campo, Leitão explicó la importancia estratégica que tiene la llamada Bancada Ruralista, compuesta por más de 250 legisladores que no necesariamente son productores o tienen vínculo con el sector sino que básicamente se comprometen a trabajar a su favor en el Parlamento.
-¿Cómo se vinculan con la bancada ruralista?
-El IPA funciona como soporte técnico para el Frente Parlamentario de la Agropecuaria, que es un frente de parlamentarios tanto de la Cámara de Diputados como del Senado Federal. Nosotros elaboramos las legislaciones, las discutimos, las debatimos.
-¿Cómo nació esa bancada?
-La gran mayoría de nuestro Parlamento, de nuestros diputados y senadores, acaban dándole mucha más atención a las áreas urbanas porque el área rural no tiene votos suficientes para elegir un senador o un diputado. Por eso los temas que ocupan prácticamente toda la agenda del Congreso Nacional eran temas urbanos, de las ciudades, de la educación, de la salud, pero nunca del agronegocio. La mayoría de esos parlamentarios no tenía noción ni conocimiento de la demanda diaria de la agropecuaria brasileña. Y por eso el Instituto se organizó y acaba llevando informaciones, conocimiento, y también provocando el debate para mejorar nuestra legislación para con la agropecuaria brasileña.
-¿Cuándo fue que los productores se dieron cuenta que necesitaban incidir sobre el Congreso con los asuntos agropecuarios?
-En realidad, el productor tiene una representación en las entidades. La función es justamente buscar ese sufrimiento, esa demanda, esa necesidad en lo que sucede diariamente con nuestra producción, en el día a día del productor rural, y traer todo eso para Brasilia. Por ejemplo, las leyes laborales rurales que en Brasil todavía son las leyes de 1973 pero que ya están siendo modernizadas. La ley de de Licencia Ambiental, las cuestiones terratenientes brasileñas, las cuestiones indígenas, las cuestiones de logística de mercado internacional, exportación e importación, todo eso es debatido dentro de una legislación que precisa ser modernizada de acuerdo con este nuevo momento.
-¿Y cambió mucho Brasil?
-El Brasil de 1970 era importador de alimentos. Hoy es exportador de alimentos. Por eso hay que tener legislación que acompañe esa modernidad.
-¿Cuando comenzó este cambio?
-Fue por el ’75, ’76 que Brasil comenzó a tener esa relación internacional, pero que de hecho despegó de una vez por todas en la década del ’90. A partir de los ’90 que Brasil aumenta su relación con el mercado internacional, principalmente con China, que hoy por hoy, sin ninguna duda, representa 35% de toda nuestra exportación. Es un mercado que ayudó al Brasil a levantarse, y convertirse en el mayor productor de soja del mundo, pasando por el algodón también, por nuestro maiz, toda nuestra proteina: carne bovina, carne de pollo, carne de cerdo. Todo eso abrió un mercado muy fuerte, que fue inaugurado en realidad por el café, allá por el ’74. Todo eso fue abriendo mucho nuestra agricultura, impactando en 180 países con nuestra exportación de alimentos.
-¿Qué importancia le asigna al hecho de que exista una bancada ruralista, en este proceso de crecimiento?
-La bancada es imprescindible, fue imprescindible. La bancada hoy es la mayor bancada del Congreso Nacional, dejó de ser una bancada apenas ruralista, es una fuerza política dentro del Congreso, de hecho es la mayor fuerza política en el Congreso. Eso le dio una cara nueva y un respeto mayor al sector agropecuario. O sea, el Instituto Pensar Agro y el Frente Parlamentario Agropecuario alcanzaron el objetivo de tornarse un gran frente con respecto político de los presidentes de la República y del propio Congreso Nacional. Tanto que cada presidente de la República que asume el cargo, sin duda alguna precisa darle un poco de atención al Frente Parlamentario. Todo eso terminó siendo un poder político muy fuerte por debatir temas importantes y necesarios para el Brasil.
-Hay cerca de 280 parlamentarios como parte de esa bancada. ¿Cuál es el requisito para pertenecer a la bancada rural? ¿Hay que ser productor, estar vinculado al agro, o es simplemente una vocación, una convicción?
-En su gran mayoria no son productores rurales. Yo fui presidente del Frente Parlamentario Agropecuario en 2017, y no soy productor rural. El gran pre-requisito que existe, el gran criterio que hay es querer el desarrollo del Brasil. Es entender el tipo de legislación que precisamos, y la modernización, porque Brasil es un país rural, que precisa de la agricultura y de la ganadería produciendo para generar empleo. Las regiones donde la agropecuaria tuvo éxito son regiones donde existe el mayor índice de desarrollo humano dentro del país. Esa suma acaba creándole motivación al parlamentario. Es un trabajo de la política junto con la iniciativa privada, que debería suceder en todos los sectores.
-En la Argentina en época electoral se exacerba la división entre sectores políticos. ¿Cómo deciden los temas dentro de la bancada ruralista?
–Todos los temas son extremadamente debatidos. Primero llegan las demandas desde el propio sector, o son traídas por la propia clase política, por el parlamentario, y son debatidas en comisiones, con áreas técnicas. Después, son debatidas con el gobierno, nos sentamos con el área técnica del gobierno, nos sentamos con los líderes del Congreso Nacional, y debatimos largamente sobre cada tema. Y cuando no hay un acuerdo 100%, totalmente armonioso, cuando hay algún en divergencia, ahí si va a votación. Nunca hay unanimidad en todo, pero lo más importante es que no dejamos de dar transparencia a este debate, y pasamos a usar una arma que el agro nunca usó, que es la comunicación.
¿Cómo es eso de la comunicación?
-La agropecuaria brasileña tenia mucha dificultad comunicándose, y era muy mal entendida. Cuando la población empezó a entender que la agropecuaria brasileña es de hecho una necesidad, y no un sector en competencia con el comercio y la industria, que el competidor del agronegocio brasileño está fuera del Brasil y no dentro suyo, la propia política nacional pasó a entender eso: que Brasil es capaz de producir con calidad, de modo ecológicamente correcto y económicamente viable. La sustentabilidad se convirtió en el gran debate que invalida el discurso de quien se posiciona contra la agropecuaria. Todas esas excusas fueron derrumbándose en los últimos tiempos. Claro que todavía quedan uno o dos gritando sobre el asunto, pero la agropecuaria superó todo eso con resultados en el empleo, los ingresos, en la economía brasileña, demostrando que sin ella el Brasil podría haber caído en crisis irrecuperables que lo empobrecerían. Por el contrario, la agropecuaria brasileña enriqueció al Brasil.
-En la Argentina hay muchos prejuicios en la ciudad al respecto del agro. Usted dice que lograron superar esos prejuicios con datos concretos. Demostraron que el camino era apostar por el agro.
-En realidad ese preconcepto es fruto de una campaña negativa contra el sector. No es fruto de lo que el productor hace. No hay nadie más ambientalista que el productor rural, incluso porque el rio, la costa, el bosque, el monte están en la propia casa del productor rural. El productor brasileño es el único en el mundo que tiene una reserva florestal dentro de su propiedad. Es obligado por ejemplo, en el caso de los nueve estados del Amazonas brasileño, del Amazonas legal no del bioma amazónico, a preservar 80% de sus propiedades. De cada 100 hectáreas, 80 son preservadas y solo pueden producir en el 20% restante. Por eso no existen argumentos para discutir sobre el papel del productor rural. Es preciso preservar eso porque Brasil, así como la Argentina, tienen que continuar alimentando al mundo. En 2030 va a ser necesario una suba del 20% de la producción alimenticia alrededor del mundo. Y países como Brasil y Argentina son imprescindibles para ayudar al mundo a alimentarse.
-¿Los gobiernos nunca caen en la tentación de cobrar más impuestos a este agro tan exitoso?
-El gobierno brasileño ya entendió que no puede sobrecargar de impuestos al productor, no puede sobrecargar la vida del productor, no puede dejarle una realidad cara para producir, porque sino ese productor no va a poder competir con otros países.
-¿Por eso no hay impuestos a la exportación, como hay en Argentina?
–Es al contrario: Cuantos más impuestos son cobrados al productor rural, más pobre se queda el país. Es el país quien pierde, no el productor. Eso es lo mismo que matar a la gallina de los huevos de oro.