Marcelo Varela, Fabiana Millán y Héctor Páez son ingenieros agrónomos, fueron compañeros de Facultad en la capital catamarqueña y una vez recibidos decidieron continuar con los cultivos que sus abuelos, padres y tíos llevaron adelante durante todas sus vidas. Se consideran productores nogaleros, pero además de nueces, cultivan diversos frutales, hortalizas, especias y hierbas aromáticas. La gran diferencia con sus mayores es que lo hacen de manera “orgánica!.
Marcelo es nacido en San Fernando del Valle de Catamarca y además se ha diplomado en Producción y Comercialización de Productos Orgánicos. Fabiana y Héctor son de la localidad catamarqueña de Londres, pero trabajan los tres en una oficina del Ministerio provincial de Inclusión Digital y Sistemas Productivos, en la capital.
“Me crie yendo los fines de semana y en vacaciones a las fincas de varios tíos, tanto en Catamarca como en La Rioja -recuerda Varela- donde pasé mi infancia entre nogales, viñas y membrillares”. Cuando llegaba septiembre u octubre, sus tíos comenzaban a rezar para que se vendiera todo, porque con los calores de aquellos pagos las nueces enseguida se les comenzaban a poner rancias o se les embichaban. Desde que él y sus dos amigos decidieron continuar con las respectivas fincas familiares, y al agregarles la impronta de orgánicos y agroecológicos, no llegan a julio que ya tienen todo vendido.
Esto además de que ahora pueden remarcar sus productos con un 15% y con costos son más bajos al no tener que gastar en agroquímicos. Están asombrados de que, en su caso, la demanda de productos orgánicos supera a la oferta y no cesan de pedirles otros productos que ellos aún no siembran. Por eso están pensando en ampliar sus cultivos.
Relata Marcelo: “Empecé mi propio emprendimiento con una finca de 2 hectáreas en La Concepción, en el Departamento Capayán, que era de mis tíos. Por eso, para comercializar los productos luego registré la marca ‘La Concepción’, a mi nombre, pero la comparto con mis dos socios y amigos, con los que nos asociamos, sólo de palabra, en 2017. Luego amplié mi finca a 5 hectáreas, la misma dimensión que las de mis socios, ya que cada uno cultiva en su finca familiar de 5 hectáreas, vende sus propios productos y se queda con la ganancia de sus propios cultivos. En aquel mismo año alquilé 15 hectáreas con un contrato a 10 años en El Rodeo, Departamento Ambato, y en la zona de Londres, Departamento Belén, otras 15 hectáreas ya cultivadas”.
“En 2018 –continuó Varela- conseguimos la certificación de nuestros cultivos como ‘orgánicos’. Cultivamos nueces, hortalizas, aromáticas, frutales de hojas caducas, que son los que pierden sus hojas en otoño e invierno, como el membrillo, el durazno, la manzana, la pera, la ciruela. Vendemos nueces enteras, peladas, y frutas frescas, como también pasas de uva y de higo”.
“Con el tiempo comenzamos a agregarles valor, elaborando de modo casero, jalea de membrillo y de manzana, dulce de higo, de cayote en fibras, cayote y zapallo en almíbar, nueces confitadas, que es una colación muy típica del noroeste y una delicia. Consiste en una nuez recubierta de dulce de leche, formando un bomboncito, recubierto de azúcar glaceada o fondant, pero hoy también se las recubre con chocolate blanco o negro”.
“También nos pusimos a vender dulce de membrillo y de manzana en pan y mermeladas de ciruela, de durazno, etc., con azúcar agregada, aceite y pasta de nuez. Además, cultivamos poroto ‘boca amarilla’ –típico de la zona de Londres-, poroto Mung, cayote –o alcayota para los cuyanos-, de aspecto similar a la sandía, maíz morado andino con cuya harina se prepara la deliciosa bebida llamada Api; comino, coriandro, mostaza, anís, ají para ají molido, picante y dulce, y demás.”
El año pasado, Marcelo vendió su pequeña finca familiar de 5 hectáreas y se abocó a las 30 hectáreas alquiladas. Una de estas fincas, destaca que había estado en manos de sacerdotes, que tenían los cultivos con una curiosa particularidad: “No había hileras de cada cultivo de modo homogéneo, sino que estaba todo mezclado. También en las entrelíneas donde se riega ‘por melga’ -que son fajas en el terreno para que corra el agua que viene de las acequias-. El único que a veces se puede ver en hileras es el membrillo porque se usa para hacer cerco. En los perímetros de los potreros de la finca y en la misma línea que están plantados los árboles se mantiene la vegetación natural con una gran diversidad de flora y fauna”, afirma.
Y continúa: “Así lo tenían los curas y así decidí mantenerlo y replicarlo en adelante, porque es uno de los principios de la producción orgánica. Además no usamos pesticidas, ni herbicidas, ni semillas genéticamente modificadas, ni nada. No usamos nada para matar los bichos, ni arroz. Guardamos nuestras propias semillas, todos los años”.
“A partir de ese momento, no plantamos nada al azar. En cada hilera, lo siguiente: 2 membrillos, luego 2 nogales, luego 3 ciruelos, después 1 peral. Todos mezclados, variado, como hacían los curas”, sostiene este ingeniero con ánimo de volver a las fuentes.
Y sigue: “Recuerdo que al comienzo, me cansé de gastar dinero en plantar nogales que se me secaban. Porque me ocupaba de mantener el suelo bien limpio de malezas, desnudo, y el sol rebotaba en el suelo y me quemaba las plantas. Entonces empecé a dejar los rebrotes tiernos de las malezas y de las gramillas, los tréboles, los rebrotes de alfalfa natural –como habían hecho los curas en la otra finca- y las hormigas comían todo eso y nunca llegaban a subirse a comer los brotes de las hortalizas ni de los árboles. Es algo lógico. ¿Para qué se van a poner a escalar, si tienen todo un rico alimento cerca del suelo? El yuyo es amargo cuando está maduro. Pero verde, fresco, es dulzón y atractivo para los bichos, como la lechuga lo es para los humanos. Y hoy, para que esas malezas –que son ‘bienezas’- rebroten, sólo tenemos una motoguadaña, que pasamos a la altura de un puño por sobre el suelo”, asegura.
Señala Marcelo que cuando cursaba la diplomatura les contó a unos entomólogos cuando hablaban de los insectos, que en su finca los bichos no le habían comido una sola hoja. A lo que le preguntaron qué trampas les había puesto. Y él les dijo que ni arroz, que no había puesto nada. Y se asombraron. Marcelo explica que en su provincia llueven 350 milímetros al año, en su mayoría en verano. En la ciudad, un 80% del agua es de perforaciones, en cambio en el campo se reparte un 20% de perforaciones y un 80% de agua de río, vertiente y diques.
Más tarde sacaron un crédito del Consejo Federal de Inversiones (CFI) y en una vieja casa ubicada en una de las fincas que Marcelo alquila se pusieron a montar una mini planta de elaboración de sus productos. La inaugurarán en diciembre. Compraron moledora de granos y envasadoras.
A partir de allí se dividieron el trabajo: el de campo, entre Héctor y Marcelo, mientras que Fabiana trabaja más en la planta elaboradora. Tienen tres empleados: dos de ellos trabajan de modo fijo en las fincas de Marcelo y alternan en la planta de elaboración. El tercero sólo es contratado para las cosechas del verano. Tardaron dos años y medio en conseguir el RNE (Registro Nacional de Establecimiento).
Piensan incursionar en los vinagres, que ya elaboran para consumo familiar. Ya están pensando en exportar algún día. Cuentan con orgullo que la reconocida Chef Narda Lepes les compra sus productos. Por ahora todo es artesanal a escala de lo que se produce en las propias fincas.
Están muy entusiasmados porque la gente hoy no cesa de pedirles variedades de zapallos orgánicos, zanahoria, remolacha, y no les da el tiempo aún para satisfacer toda esa demanda. Piensan agregarlos. Todo les exige cada vez más tiempo y están pensando en dedicarse de lleno a esta actividad que tanto les apasiona, porque tiene futuro y se dan el gusto de continuar con su legado familiar.
Eligieron dedicarnos la tradicional zamba “Vaya pa’ que sepa” de Polo Giménez, interpretada por Hernán Figueroa Reyes.
Hola , leí con atención lo que estos 3 jóvenes ingenieros agrónomos han desarrollado que me parece genial .Ahora los tres trabajan para la Provincia o sea cobran sueldos del Estado y consiguieron un préstamo para comprar y construir una planta elaboradora de sus productos .
Muy fastuoso lo que dicen , es inmenso el.proyecto , un relato gigante.
Hay que ver si ellos han contribuido , motivo de su preparación profesional y mucha ayuda del Estado , estando dentro del mismo ( cuando trabajan?) Ha brindar sus conocimientos a gente que esta en una decadencia económica tremenda , sin ayudas agrarias ni créditos para sus plantaciones.Perdon esto lo veo como aquel que cuenta plata delante de los pobres y valga la redundancia MUCHO RELATO, ahora , cuando trabajan en su oficina del Estado?
Sr. Palma , pensé exactamente igual que Ud. !
Trabajando 8 hs para el Estado y teniendo tan pocos empleados , cómo se puede hacer tanto !!!
Conclusión: Debo ser muy ineficiente en el uso de mi tiempo!!