En su casa de Las Flores, provincia de Buenos Aires, Marcelo Pellejero, el más reconocido animador de jineteadas y de fiestas populares, recibió a Bichos de Campo. Su sonrisa cálida y su voz diáfana y clara invitaron a una larga charla.
-¿Vos estabas signado para las jineteadas y los caballos desde chico?
-Yo soy una prolongación de mi papá, Don Jorge “Coco” Pellejero, porque él era animador de jineteadas, que es como ser un relator de fútbol, y organizaba fiestas criollas y espectáculos. Yo, de chico, quería ser jinete, pero eso no es para cualquiera y con el tiempo se vio que no iba a servir para eso. Entonces los compañeros de mi padre querían que yo empezara con el micrófono de joven. Sin embargo mi viejo me mandó a ejercer antes todos los oficios de las jineteadas. Yo lo odiaba porque quería ser artista.
-Fue una manera de decirte: ‘si vas a hablar de esto, hacelo con autoridad’.
-Sí, la pasantía, le llaman. A mis 17 años ya animé la primera fiesta criolla y aún sigo, con mis 62. Me subí al escenario como jugando, por la pasión heredada de mi viejo, pero nunca pensé en encontrar una vocación ni que sería mi medio de vida. Y después sigo con los medios de comunicación, porque llevo 33 años con mi programa de radio “Al sur del Salado”, que inicié con el payador Paulo Díaz, también como jugando. Mi padre había tenido su programa “La matera de Don Jorge”. Hoy me considero un gaucho de micrófono. Antes la radio cumplía un servicio, la ‘gauchada’ viene de allí. Era una época que no había redes sociales.
Mirá la entrevista completa con Marcelo Pellejero:
-Sos la voz de “Jineteando”, el programa insignia de los que relatan este tipo de fiestas populares. Contame qué es una jineteada. ¿Es un encuentro de quiénes y para qué?
–La voz de “Jineteando” somos un conjunto de gente que mantenemos viva la llama de ese fogón que encendió Cacho Ledesma (qdep) y dejó su marca. Caballo de jineteada se llama al caballo reservado. Había estancias enteras que se dedicaban a la doma y la crianza del caballo, porque todo se hizo a pata de caballos. Caballos de tiro, de pecho y de silla. Se vendían como hoy los tractores. Siempre había alguno resabiado y no los podían domar. Entonces quedaban reservados para el fin de la chacra, de la esquila, para el cumpleaños del patrón, para el día de la yerra, y los domadores del pago, haciendo gala de su coraje, los montaban por diversión. Y éste fue el inicio de la fiesta criolla, de este deporte. Y como estaba reservado en las estancias viejas, se lo llamó “reservado”.
-¿Así que es una suerte de categoría de caballos?
-Y con esos caballos, yeguas, potros, porque había padrillos también, se fue creando una genética. Que hoy por hoy es la genética de los caballos de jineteada. Son caballos que no sirven para otra cosa. Y que si algún día se prohibieran las jineteadas, su destino serían los frigoríficos. En el país hay 6 frigoríficos y la matanza equina está legalizada. Aunque acá no lo comemos al caballo, lo exportamos.
-¿Dijiste “si algún día se prohibieran las jineteadas”?
Nosotros estamos trabajando para que las jineteadas no se prohíban. Se abrió el registro de la Sociedad Rural Argentina -algo impensado- y se ingresó una raza más, que es el caballo para destrezas gauchas. Hoy tenemos la Asociación Argentina de Criadores de Caballos para Destrezas Gauchas y Pedro Lucio Sarciat es su Presidente. Hay más de mil caballos anotados y es el comienzo de legalizar la raza de las jineteadas.
-¿Entonces la jineteada es un deporte? Para eso tiene que tener un reglamento, jueces, competidores…
-Tenemos todo eso. Nos falta ser aceptados como deporte. Pero tenemos un seguro para los jinetes y que deben pasar un control de alcoholemia, son profesionales. Que los caballos deben pasar la verificación veterinaria y hay premios muy importantes.
-Y el entrenamiento. ¿Cómo se hace un jinete?
–Yo creo que ya traen algo adentro, un don. Los chicos se cuidan, van al gimnasio. Y algunos son chicos de campo, que no precisan hacer ninguna gimnasia porque andan todo el día arriba de los caballos haciendo trabajos de campo.
-Cuando entramos vi un montón de carpetas donde seguramente tenés los apuntes de cada fiesta.
-Las carpetas que vos viste son de una prueba de rienda. Acá en Las Flores se hace una prueba muy importante los días 14, 15 y 16 de octubre. Dos meses antes se sale a probar los potros. Se probaron 1483 potros. ¿Qué es probar un potro? Yo llego a tu casa, vos me esperás con un potro y yo voy con jinetes, lo hago montar y verifico que ese potro nunca fue montado, que está virgen de lomo. Hacemos una ficha, pagás una inscripción y tenés dos meses para domarlo. A los dos meses te presentás en la prueba de acá en Las Flores por dos millones y medio de premio. Eso ha despertado un interés bárbaro. La fiesta máxima de esto es la Fiesta del Talar, de Madariaga, con 2.500 potros.
-¿Cuál crees que es el secreto para ser un buen relator de jineteadas?
-Es un trabajo de muchas horas. Yo digo que la palabra, la tiene la gente. Juan Pueblo es el que manda. Si vos gustaste, te volverán a contratar. Vengo de una fiesta muy grande en San Justo y el próximo fin de semana voy a Entre Ríos. Esto me dio para recorrer el país.
-Por lo que se ve la jineteada no es una fiesta en extinción. Vos mismo me dijiste que este domingo que pasó hubo unas 40 fiestas en el país.
-Y yo creo que me quedé corto.
-¿Cada una de estas fiestas tiene a un relator y mucha más gente trabajando?
-Y un montón de tropilleros, de camioneros que llevaron los caballos, un montón de cantinas a cargo de los clubes. Son 8000 a 10.000 personas de público.
-¿Qué sentís cuando dicen que hay que prohibir las jineteadas porque son una expresión del maltrato animal?
-Yo creo que tenemos que ponernos a conversar con ellos y demostrarles que no hay maltrato. Acolchonamos los palenques para que el caballo no se golpee, les ponemos media sombra, que tengan agua, que tengan comida, las espuelas son de ocho puntas, está legalizada, no lastima, sangre cero.
-¿Si no los usamos para este deporte y divertirnos, qué haríamos con estos caballos?
-Es que se gestó una raza, que no sirve para otra cosa, porque son piantados. El percherón como caballo de tiro, en fuerza y mansedumbre, porque son grandotes. Tenés el cuarto de milla, o el criollo, en rusticidad, porque es la selección natural que hizo este suelo desde la colonia. Los caballos criollos son gateados, que son los marrones, bayos, los amarillos, lobunos, con el color de la paloma torcacita. Y los overos, vienen por degeneración de la raza.
-¿La gente de ciudad tiene manera de acercarse a todo este mundo?
-Sí, es cuando nos toca hacer docencia, por ejemplo, cuando todos los años me toca estar en la apertura de La Rural de Palermo, donde se hace un concurso de pilchas, de recados de época. Yo soy tradicionalista, que significa transmitir. Yo le transmití a mi hijo como mi padre hizo conmigo. Él hoy es martillero público y además relator de jineteadas y me llena de orgullo.
-Víctor Hugo Morales se hizo muy famoso por relatar el gol de Maradona a los ingleses. ¿Cuál es tu gol a los ingleses?
-Ahora se está despidiendo Jorge Aristegui, que en su momento fue el único que salió 10 veces campeón de Jesús María. Tiene mi edad. Alguna vez montó un caballo de Carlos Islas, de Madariaga, que fue el gol de los ingleses. Pero en todas las fiestas quedan 10 montas para el recuerdo.
Nos despedimos de Pellejero, o mejor dicho el nos despide a nosotros con emotivos versos que en realidad nos dan la bienvenida a su mundo, el de las fiestas populares y las jineteadas:
“Fue muy lindo compartir / este tiempo con ustedes / mis ganas son que me quede / pero ya debo partir.
Esta huella del vivir / me pintó el pelaje moro / lo que he lograo, lo valoro / porque aprendí entre camperos / que nacen muchos terneros / y pocos llegan a toros.
Pa’ una gauchada cualquiera / soy como el pingo que domo / A naides le quito el lomo / ni pego la vuelta afuera. / Y ante una rodada fiera / a nadie dejo de a pie. / Porque algún día, no se / de quién puedo precisar. / Esto me supo enseñar / el día que yo rodé.
También les quiero alvertir / si algo de campero muestro / que yo he tenido maestros / que no sabían escribir. / Por eso quiero alvertir / que no hay que menospreciar / Y en esto de camperear / aunque el estudio respeto / hasta el más analfabeto / algo nos puede enseñar.
Y el tiempo dirá algún día / hasta dónde y hasta cuándo / he de seguir animando / fiestas de la patria mía. / Por bien pagao me daría / en el ambiente campero / cuando le baje los cueros / a mi vida de andador / quede el recuerdo mejor / de Marcelo Pellejero.”