“Eso de que `sobre gustos no hay nada escrito´ no es cierto: hay escrito y mucho”. Así arranca la entrevista con Michael Lacroze (quizás en su DNI dice “Miguel” pero para nosotros es Maicol) que es restaurador, curador, ebanista y tiene predilección por los encargos `difíciles´. También por la construcción de piezas a escala de barcos, autos y aviones, como lo demuestra el haber hecho una réplica exacta de un caza Spitfire de 4 metros y medio de envergadura alar, entre muchas otras creaciones de esa talla.
Durante muchos años tuvo su taller en Coronel Díaz y Cabello hasta que un día decidió irse a vivir a los pagos de Areco, porque luego de estar trabajando un año en ese lugar se dio cuenta de que le gustaba mucho. “Mi familia se dedicaba a la ganadería y a la agricultura y durante 5 años estuve trabajando en el campo familiar ubicado al norte de la provincia de Buenos Aires”, cuenta Michael. “Luego fui a Tierra del fuego para dedicarme al turismo aventura, me fui a trabajar de baqueano porque siempre me gustó aprender e involucrar el cuerpo, así que tenía conocimientos de buceo, de montañismo y la habilitación de piloto monomotor diurno. Y también hice carpintería… los inviernos son largos”.
-Con tanto espíritu aventurero, ¿cómo llega a la restauración de muebles finos que uno imagina que implica quietud y minuciosidad?
-Es que restaurar me gustó desde chico…
-¿Un chico “restaurando”? ¿Cómo es eso?
-Bueno, en verdad era que venía un amigo para que le arreglara algo y yo me entusiasmaba y así empecé. En el campo había un galpón lleno herramientas y yo pasaba mucho tiempo ahí, preguntado de todo. Luego fui a estudiar restauración a la Universidad del Museo Argentino y más tarde hice muchos cursos.
-¿Cuál es el material que más le gusta para trabajar?
La madera. Mucho tiempo me dediqué a fabricar y a diseñar muebles. En restauración me atraen los trabajos más complicados, me divierten: por ejemplo restaurar un carruaje del siglo XVII o una cama del siglo XIX, que cuanto más destruidos estén, mejor.
-Cuando tenía su taller en Palermo, ¿qué piezas le llegaban?
-Muebles finos, lo mejor de lo mejor: un dressoire boule, una biblioteca inglesa de caoba construida por los hermanos Adams, candelabros de plata isabelinos, alhajeros de Fabergé. Y todos mis clientes llegaban por el boca en boca, nunca hice publicidad.
-Cuándo le llega una pieza para restaurar, ¿qué es lo primero que hace?
-Me dedico a observarla con detenimiento. Cuando uno es joven se equivoca mucho porque al desarmar la pieza uno no sabe con qué se va a encontrar. Con los carruajes me pasó muchas veces: presupuestaba para un trabajo de 4 meses y después era un año y medio.
-O sea que el presupuesto quedaba chico…
-Así es. Porque además una vez que estipulo una cifra no la renegocio aunque me lleve más trabajo del que creía. Por eso aprendí a presupuestar bien y últimamente en dólares si no, te volvés loco y te peleas con la gente.
-¿Quién le encarga esos trabajos?
-Coleccionas privadas, museos, individuos… Pero ahora ya no hago esos trabajos épicos porque entre el trabajo, el rugby y la aventura me rompí la espalda (risas). Así que ahora los comercializo y además me estoy dedicando al turismo rural con mi propia impronta.
El sello personal de la propuesta de turismo de Michael es que además de tener una posada boutique decorada con las mejores antigüedades, en su predio posee furgones restaurados por él mismo que al principio armó para divertirse pero que en pandemia comenzó a ofrecer como alojamiento y con gran éxito. “Empecé a hacerlos porque los vi en un viaje que hice a EEUU y me encantaron”, recuerda. “Compré chasis pelados con 4 ruedas y los diseñé a mi gusto. Ahora están muy de moda las `tiny houses´ que son cuartos de 5 metros x 2, equipados con salamandra, mesas, sillas, cama y algunos con baño privado”.
Michael aclara que los furgones son para un público joven y aventurero que se va fascinado con la experiencia mientras las personas de más edad suelen “quejarse de todo”, aun teniendo un excelente y copioso desayuno, y a pesar de que los colchones poseen “el detalle” de ser calefaccionados (con un sistema de mantas eléctricas).
-¿En qué está trabajando en este momento?
-Restaurando un atril para cuadros y una mesa de juego francesa que tiene infinidad de cajoncitos.
-¿Es verdad o mito que los muebles de antes duraban más?
-Toralmente verdad si son de calidad. Un mueble de madera noble y bien hecho dura cientos de años. Es más, se han encontrado muebles del antiguo Egipto en total buen estado de conservación.
-¿Porque es importante restaurar?
-Lo importante es mantener vivo el buen gusto porque, contrariamente al dicho popular sobre gustos sí hay escrito y mucho. Y aunque uno no sepa nada, cuando un objeto es de buen gusto hay “algo” que le habla a quien lo observa. Tal como ocurre en el arte.
-¿Cuáles son sus muebles preferidos?
-Los holandeses, porque lograron la fusión perfecta: combinaron el trabajo de los ebanistas italianos que son los mejores del mundo con expertos franceses para el diseño y el touch del estilo inglés para simplificar las formas.
-O sea: los italianos como los mejores artistas, los franceses para poner “chirimbolos” y los ingleses por la simpleza. Más que de muebles parecería que usted habla de las características de la cultura de esos países…
-Es que es así: un estilo es producto de una idiosincrasia, de una cultura. Los italianos son los mejores ebanistas porque fueron los protagonistas del arte romano primero y luego del Renacimiento. Los franceses son excelentes pero muy recargados, y los ingleses se caracterizan por ese diseño simple y justo.
-¿Por ejemplo?
-La silla Windsor. Es una creación perfecta: simple, económica e irrompible.
-Si la mueblería refleja la idiosincrasia de un pueblo, ¿cómo es el mueble argentino?
-Se le llama “mueblo étnico argentino” que no es lo que más me gusta porque lo encuentro demasiado rústico. Pero más allá de esta denominación, para mí no hay un “mueble argentino en sí” porque nuestra mueblería viene de Europa, entonces es una mezcla de estilos y de culturas. Y una vez más llegamos a la misma conclusión: la mueblería refleja lo que somos.
-Entre sus clientes, ¿tiene muchos productores agropecuarios?
-Mmmno. Me da la impresión de que el productor no gasta en algo que no produzca.