Las turbulencias cambiarias presentes en la Argentina, junto con la creciente incertidumbre financiera y geopolítica a nivel global, intensificaron la desaceleración del ritmo de comercialización del principal grano producido en el país.
Al 15 de junio pasado, los productores argentinos –según los últimos datos oficiales– habían vendido 18,53 millones de toneladas de soja 2021/22, una cifra que representa un 42,1% de la cosecha estimada por el Ministerio de Agricultura (44,0 millones de toneladas).
Se trata, tanto en términos nominales (toneladas) como porcentuales, de la cifra más baja del último lustro, lo que muestra claramente que la voluntad de venta de soja se encuentra limitada por el panorama incierto tanto a nivel local como internacional.
No es una buena noticia para los que tienen entre manos la originación de soja en el mercado disponible, dado que la mayor parte de los productores se aferran a los porotos como “reserva de valor” frente a la incertidumbre.
Por supuesto que atesorar soja no es condición suficiente para proteger el capital, dado que –por factores financieros externos– los valores de la oleaginosa se derrumbaron en la última semana.
En ese sentido, los empresarios agrícolas que emplearon los mercados de futuros para cubrir parte de las tenencias de soja se encuentran en una posición sustancialmente diferente respecto de aquellos que trabajan a la “intemperie”.
El contrato de Soja Rosario Matba Rofex Noviembre 2022, que hoy jueves terminó con un valor promedio de 387,0 u$s/tonelada, cotizó en los últimos tres meses por encima de los 420 u$s/tonelada y llegó a superar los 440 u$s/tonelada en abril pasado.