En medio de un raid de presentaciones sociales ante diversas entidades y cámaras empresarias, y como si no fuera ya un viejo conocido de todos nosotros, el flamante ministro de Desarrollo Productivo, Daniel Scioli, se hizo tiempo para sacarse una foto y mantener un breve encuentro con su par de Agricultura, Julián Domínguez.
Se trata de dos avezados exponentes del márketing político: ambos tienen poca idea clara de lo que sucede en cada uno de los sectores productivos sobre los que les toca aplicar políticas nacionales, pero se ocupan de disimularlo bien y disimulan los vacíos con palabras huecas del tipo: “esperanza, fe, optimismo y agrobioeconomía”.
Por eso no se podía esperar demasiado de este breve encuentro inaugural, o al menos eso es lo que denota el comunicado de prensa oficial, que parece haber sido escrito solo como excusa de poder compartir la fotografía que abre esta noticia.
Peor bueno, como avezados cultores del márketing político, estos dos ministros también saben que necesitaban un título tentador, y por eso se montaron sobre un silencioso plan de fomento a las cooperativas agrícolas que viene trabajando silenciosamente desde que comenzó su gestión, a principios de año, el secretario de Alimentos y Biocoeconomía, el socialista santafesino Luis Contigiani, que entiende un poco bastante más que sus superiores.
Bichos de Campo ya había informado sobre esta iniciativa, que ahora consiguió respaldo político. Entre otras políticas de estímulo, la idea de Contigiani es aprovechar la ingeniería regulatoria que ya se montó para impulsar las exportaciones de productos orgánicos o de empresas que hayan logrado el sello de calidad Alimentos Argentinos para premiar con un reintegro adicional de 0,5% los envíos al exterior que realicen cooperativas de raíz agropecuaria. En algunos casos, se trata de entidades pequeñas y de las economías regionales. Pero también hay cooperativas, como ACA y AFA, jugando en las grandes ligas del comercio exterior.
Necesitados de un título “progre” que denote que están dispuestos a aplicar políticas activas como las que reclamó Cristina Kirchner, Scioli y Domínguez parecen haber acogido esta iniciativa de muy buena gana, a punto tal que además invitaron a la reunión inaugural al presidente del Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social (INAES), Alexandre Roig, para articular además “la implementación del Plan de Desarrollo Cooperativo”.
“Esta iniciativa busca potenciar a las cooperativas agrobioindustriales para que tengan presencia en las más de 30 cadenas de valor del sector”, explicó el comunicado de Agricultura. Que luego amplió: “En la reunión se trabajó en base en un nuevo encuadre para las cooperativas agroalimentarias que les permitirá acceder a nuevos beneficios para aumentar su productividad y fomente su acceso a esquemas de financiación a tasa bonificada para cooperativas, productores y MiPymes”.
Luego están las frases huecas de rigor, que no dicen nada. “La Argentina naturalmente tiene integrada la actividad del campo, de la industria y el comercio. Hay un gran esfuerzo del Gobierno Nacional para acompañar el desarrollo de cada actividad y contamos con todas las herramientas para optimizar todos los procesos productivos para que sigan creciendo”, apuntó Scioli.
“Queremos potenciar un modelo de integración productiva que está industrializando, agregando valor y generando más trabajo”, aseguró Domínguez.