El 11 de noviembre de 1953 el entonces presidente Juan Domingo Perón ofreció un famoso discurso en la Escuela de Guerra en el cual aseguró que el “2000 nos encontrará unidos o dominados”.
Ahora ya sabemos que estamos completamente dominados, pero no por una nación extranjera, sino por una fuerza de ocupación interna.
En marzo pasado, con el inicio de la cosecha de granos gruesos, comenzaron los problemas para abastecerse normalmente con gasoil, los cuales, previsiblemente, recrudecieron en los últimos días porque estamos en la época del año en el cual el último tramo de la recolección de soja y maíz coincide con el inicio de la siembra de cultivos invernales, como el trigo, la cebada o la arveja.
Bichos de Campo fue el primer medio en advertir en marzo pasado que el problema de desabastecimiento de gasoil podría resolverse muy fácilmente por medio del uso de biodiésel, que es un producto elaborado completamente en la Argentina con insumos nacionales.
Desde entonces todas las organizaciones del ámbito agroindustrial argentino, desesperadas por los enormes inconvenientes generados por el desabastecimiento, solicitaron primero y luego rogaron al gobierno de Alberto Fernández que permitiese usar una mayor proporción de biodiésel en la mezcla obligatoria con gasoil para dar por terminado con el problema.
El sector agroindustrial, en realidad, está pidiendo al gobierno que se ayude a sí mismo, porque, sin financiamiento internacional, Argentina depende exclusivamente de las divisas generadas por el campo.
Cuando reclama usar biodiésel para poder trabajar normalmente, el agro está pidiendo ayuda para todos los sectores que dependen de insumos y equipos importados; para todos los enfermos crónicos que requieren fármacos que no se producen en el país; para los científicos que, urgidos por la necesidad de continuar con sus investigaciones, deben disponer de materiales específicos originados en el exterior. También para poder trasladar, sin demoras, a personas y bienes por el extenso territorio argentino, de manera tal de asegurar el aprovisionamiento de productos básicos en todos los rincones del país.
Pero, al estar dominados por una fuerza de ocupación, los argentinos deben resignarse a vivir con las sobras del banquete de los integrantes del régimen gobernante.
La respuesta, frente a un pedido tan sensato, consistió en prometer mayores importaciones de gasoil (un producto extranjero que es más caro que el biodiesel nacional) y organizar una fiesta en nombre de YPF, una empresa controlada por el régimen, que se opone a incrementar el uso de biodiésel porque su negocio, justamente, es producir y comercializar gasoil de origen fósil. Una empresa que incluso se vanagloria en sus balances de cobrar el gasoil a precio de paridad internacional a los siervos encargados de generar divisas.
Por si no quedaba claro el mensaje de quién es el opresor y quién el oprimido, el régimen decidió “tirar la casa por la ventana” al momento de organizar en Tecnópolis la fiesta por los 100 años de YPF, con juegos de kermesse, áreas para jugar al fútbol, tenis y básquet, metegol, zona de juegos para niños, simulador F1, silla de realidad virtual (quizás para saber qué se siente poder cargar gasoil sin cupos) y recitales de Tini, Turf, La Sole y Damas Gratis.
No podrás cargar gasoil. No podrás trabajar. Pero al menos podrás deleitarle con buena música (¡es joda!). Algo es algo.
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