Los productores se quejan: En el acto de Plaza de Mayo -y hemos entrevistado a muchos de ellos- advierten que los costos de producción suben en dólares, que las retenciones asfixian, que la brecha cambiaria asusta y que estos múltiples factores reunidos están ahogando el mejor negocio de la Argentina, que es la siembra de granos. La famosa “gallina de los huevos de oro”.
El gobierno replica: Argumenta que a pesar de la macroeconomía local, los altos precios de los granos siguen traccionando el negocio y generando dólares frescos que alcanzan para todos. Ponen como prueba de que existe una buena rentabilidad las altas ventas de tractores y otra maquinaria agrícola, pero sobre todo la suba de los precios de los alquileres de campos para volver a sembrar.
¿Quién alquilaría un campo para perder plata?
El informe GEA de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) muestra esa contradicción al informar que en la rica zona de Marcos Juárez, en el sur de Córdoba, que se caracteriza por su alta productividad agrícola, los precios de los arrendamientos han superado en algunos casos los 20 quintales de soja, con picos de 22 quintales y un promedio para la zona de 18 quintales.
Los quintales son una unidad de medida que se sigue utilizando mucho en la agricultura local: cada uno de ellos equivale a 100 kilos. Aceptar que un buen campo puede llegar a valer 2.200 kilos de soja significa decir que entre una tercera parte y la mitad de la producción potencial de ese campo (cuyo poder de compra ya se ve recortado 33% por las retenciones y otro tanto por la brecha cambiaria), se la va a llevar el dueño de la tierra.
En el mismo informe, el GEA indica que en la zona de Marcos Juárez se etsá terminando de recolectar la campaña 2021/22. “Se completó la cosecha de soja de primera y queda un puñado de lotes de segunda y maíces tempranos. La oleaginosa de primera obtuvo un rinde promedio de 42 quintales por hectárea, con mínimos que tocaron los 8 qq/ha y máximos que llegaron a 65 qq/ha. La de segunda promedio 35 qq/ha, con rindes desde 5 a 48 qq/ha”.
Es decir que no hace falta ser matemático para percibir la alta participación que tiene el costo del arrendamiento en los márgenes de los agricultores.
“A pesar de los malos resultados, los alquileres suben o a lo sumo se mantienen”, apunta la Bolsa, recolectando testimonios de productores de la región. “La tendencia es siempre a la suba”, agrega el panorama agrícola semanal, mostrando la perplejidad de que a pesar de los ajustados números, los chacareros del sur cordobés están validando valores mayores de los alquileres para volver a sembrar en la campaña que viene.
“En la región núcleo los incrementos interanuales rondan los 2 quintales por hectárea: el costo de alquiler en promedio está en los 18 quintales por hectárea”, sostiene el GEA.
Ayer la soja en Rosario cotizaba a 51 mil pesos por tonelada, lo que equivale a unos 5.100 pesos por quintal (51 pesos por kilo). Un rendimiento promedio para la zona de 42 quintales implica un ingreso bruto cercano a 215 mil pesos por hectárea sembrada. De eso, la mitad o más debería destinarse a pagar el costo del arrendamiento. Con el resto, el productor debe atender todo el resto de los costos productivos y comerciales. Además de vivir.
Los técnicos de la BCR recuerdan, en este contexto, que más del 70% de la superficie en zona núcleo se trabaja bajo alquiler. Y que en el 92% de esos casos la modalidad de contrato que predomina es “quintales fijos a precio soja lleno”. Es decir que los dueños de los campos cobran en quintales de soja al valor que tenga en el mercado en dólares. Hoy serían 442 dólares por tonelada.
La modalidad de aparcería, que es francamente minoritaria, implica que el dueño del campo va a porcentaje, según el resultado productivo. En este caso los arreglos se hacen entre el 40 al 45 %.
Advierten que la vieja Ley de Arrendamientos colabora a “degradar” los campos
¿Cuáles son los valores de los alquileres en las distintas localidades de la región? La Bolsa enumera:
- Hoy en Marcos Juárez se llega a pagar hasta 22 qq/ha por campos de buena aptitud agrícola. En Sancti Spiritu van de 17 a 20 y en Rojas rondan los 18 qq/ha.
- En San Jorge y La Petacas los arrendamientos de buenos campos se pagan en alrededor de los 17 qq/ha; en suelos de baja calidad, 6 a 10 qq/ha.
- En algunas localidades como en Cañada Rosquín hay bajas del 10 al 30% en casos puntuales: campos de índice productivo bajo.
- En Bigand, dónde el golpe de la seca dejó un escenario de desastre productivo, los valores bajaron entre 1 a 2 qq/ha y están entre los 16 a 18qq/ha.
“A pesar de los malos resultados de las últimas cosechas, como la oferta de tierra es limitada los alquileres suben o a lo sumo se mantienen”, dijeron fuentes consultadas desde Cañada de Gómez.
Si el negocio agrícola está cada vez más ajustado por la presión fiscal, las retenciones, la suba de costos y la incertidumbre climática… ¿cómo se entiende el comportamiento de los productores que siguen acumulando superficies bajo arrendamiento a estos altos valores en quintales? Es la pregunta del millón.
El propio informe de la Bolsa de Rosario da una respuesta probable: los pequeños productores son cada vez menos y en algún momento toman la decisión de dejar de producir por las suyas y ponen en alquiler su campo, para intentar vivir de la renta.
“El 80 % de propietarios de superficies chicas, de 10 a 50 hectáreas, alquilan sus campos. Los que quedaron son muy pocos y contratan todos los servicios”, dicen en Bigand. “El 90% de los productores pequeños que tienen hasta 80 o 100 hectáreas las alquilan”, agregan en Carlos Pellegrini. “Los productores más pequeños suelen dar en arrendamiento sus tierras; es imposible tener equipos para trabajar pequeñas extensiones”, señalan en Sancti Spiritu.