Walter Barneix es un contratista forrajero con base en Lincoln, Buenos Aires. Desde su empresa, WRB Silaje, hace más de 25 años que se dedica al negocio de armado ‘llave en mano’ de forrajes conservados. Ya sea heno o silaje de todo tipo de especies. También, aunque en menor medida, ofrece los servicios de distribución de estiércol, earlage y cosecha de granos.
“Hay mucho más para crecer, y ahora la suba en el precio de la carne ayudará a que el productor haga más hectáreas de forraje. Con mayores expectativas, se animará a arriesgar más. Porque si no hace más forraje no podrá crecer”, contestó Barneix cuando Bichos de Campo le preguntó cómo veía el futuro de su actividad y si pensaba que el área destinada a la producción de forrajes conservados podía seguir creciendo.
Se calcula que existen cerca de 1.800.000 hectáreas destinadas a ser conservadas para forrajes diferidos. La gran mayoría es maíz para silo, pero también crece el sorgo, los cereales de invierno y la alfalfa.
Estas prácticas en los establecimientos ganaderos más intensivos irrumpieron en la década de los 90. En pocos años, la maquinaria ganadera fue ganando capacidad, desde las picadoras de arrastre nacionales de dos surcos hasta las grandes extranjeras autopropulsadas. El contratista se ha ido profesionalizando en el uso de dicha tecnología. Los silos, rollos y megafardos ya son utilizados prácticamente en todos los establecimientos de leche y feedlots.
Aquí la entrevista completa con el contratista de Lincoln:
Estos tipos de contratistas están nucleados en la CACF (Cámara Argentina de Contratistas Forrajeros), y ya la integran más de 140 empresas que traspasan las fronteras, pues la entidad tiene también algunos asociados de Uruguay, Paraguay, Brasil, Bolivia y Chile. En la cámara comparten tareas de capacitación y actualización, además de fijar tarifas orientativas para cada campaña.