¡Ey, vos, que sos uno de los 47 millones de los habitantes que sufren y gozan de este país! Decime: ¿Recibiste los 338 dólares con que el agro argentino aportó en promedio por cada uno de los argentinos en el bienio 2020/21, es decir en el que corresponde a la pandemia por coronavirus?
Confesá: ¿Qué hiciste con ese dinero?
Ya hicimos en Bichos de Campo muchos artículos que cuentan que diversos organismos internacionales ubican a la Argentina en un escalón extraño e inusual para otros países. En la inmensa mayoría de ellos son los Estados -que recaudan impuestos de todos los habitantes- los que subsidian a sus productores agropecuarios por diversos motivos y diferentes argumentos. Pero aquí vamos contracorriente y son los productores -sofocados de impuestos- los que terminan transfiriendo recursos de su renta al sector público.
Esas transferencias hacia uno y otro lado suelen expresarse en porcentajes o en miles de millones de dólares. Pero en un muy interesante artículo del economista Raúl Hermida, que acaba de ser publicado por la Bolsa de Comercio de Rosario, ese experto hizo el cálculo de subsidios por habitante de cada país.
Así resulta que “en base a las estadísticas de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) en su informe anual sobre políticas agropecuarias, Argentina transfirió recursos desde el sector al resto de su economía por un importe estimado de 338 dólares por cada habitante del país durante el período bianual 2020-21”. Es el periodo en que la mayoría de los argentinos estuvieron confinados por razones sanitarias. Por fortuna, en aquel momento, el agro local continuó trabajando.
La rareza está planteada desde hace rato. “Tal como viene sucediendo en los últimos 36 años desde que la OCDE monitorea a un grupo de 54 naciones, Argentina fue una vez más la única que transfirió un alto valor de recursos económicos desde la actividad agropecuaria en vez de recibirlos, como lo receptaron otros 52 países incluidos en el análisis”, define Hermida.
El trabajo muestra un gráfico que sintetiza estos flujos de transferencias pero divididos por la población de cada país en el promedio de los años 1997 a 2021. De allí surge que cada habitante de Japón, por ejemplo, cedió 564 dólares por año para subsidiar a sus productores. En el otro extremos, a la inversa los argentinos recibieron subsidios de su sector agropecuario por 229 dólares anuales.
¿Vos viste esa plata? ¿Te llegó? ¿Sabés en qué fue utilizada?
En tiempos de pandemia, estas extracciones a los productores locales se exacerbaron, especialmente por imperio de las retenciones a la exportación, que llegan a 33% en el caso de la soja, y debido a la mejora de los precios internacionales. En vez de los promedios históricos de casi 230 dólares, se llegó al aporte de casi 340 dólares mencionado en el bienio 2020/21.
Dice Hermida que “por este motivo fue tan importante que durante la pandemia el país contara con un flujo neto de transferencias estimadas desde los principales sectores agropecuarios cercano a los 16.000 millones de dólares”. De allí surge el aporte promedio de 338 dólares para cada uno de los 47 millones de argentinos.
Obviamente que la pregunta del título es mentirosa: nunca el Estado argentino transfirió ese dinero a la cuenta de cada uno de los ciudadanos, sino que esa masa de plata fue a engrosar el gasto público en diferentes áreas, e incluso debe haber sido utilizado para el pago de la deuda externa.
El economista Hermida hace este ejercicio: Por un lado lamenta el impacto negativo que han tenido estos subsidios invertidos (del agro al resto de la comunidad) en el desempeño del propio sector productivo, que debido a estas exacciones ha perdido competitividad y chances de crecimiento. Mucho peor, según Hermida, “el alto nivel de las transferencias descriptas terminó siendo uno de los mayores obstáculos para el potencial esperado en diversificación, valor agregado y crecimiento”.
Para el economista vinculado a las bolsas de Rosario y de Córdoba, el sendero a recorrer debería haber sido otro, ya que “Argentina a pesar de todo tiene una agroindustria pujante, diversificada e integrada al mundo que colabora en atenuar los resultados negativos de recurrentes crisis de la Balanza de Pagos, contribuye a desarrollar las economías regionales y genera empleo sostenible”.
“En un panorama tan incierto como el actual el sector podría aportar de mejor manera. Para ello es necesario comenzar a recorrer otros caminos que apunten a generar confianza a fin de impulsar la actividad sectorial e ingresar en escenarios más favorables para los cambios estructurales. Una manera de hacerlo es utilizando parte de los recursos transferidos desde la agroindustria con el propósito de aumentar su competitividad y generar ingresos fiscales compatibles con su desarrollo”, opinó el economista, para quien no sería descabellado destinar por lo menos parte de las transferencias “a mejorar la infraestructura”.
Exelente comentario