El sector financiero sigue haciendo grandes negocios de la mano de la decisión del gobierno argentino de convalidar tasas de interés astronómicas para sostener un tipo de cambio artificial.
Este miércoles la Secretaría de Finanzas anunció los resultados de la licitación de Lecaps y Boncaps, en la que se recibieron ofertas por un total de valor de 9,97 billones de pesos, de las cuales se adjudicaron 9,14 billones para renovar un 61,0% de la deuda en pesos de corto plazo del Estado nacional.
La cuestión es que el título de menor plazo, el S15S5 que vence el próximo 12 de septiembre, sólo pudo se colocado con un tasa de interés efectiva anual del 69,2%, una cifra muy superior a la inflación proyectada para el próximo año por el REM-BCRA, que es del 21,1%.
En la actual coyuntura, las empresas agropecuarias que cuentan con asesoramiento profesional en materia financiera tienen una ventaja competitiva enorme con respecto a la que sólo están focalizadas en cuestiones productivas y comerciales.
Ya sea para gestionar la liquidez de corto plazo, como para invertir el capital disponible, la rentabilidad de los títulos públicos no sólo es significativa, sino que además contrasta con los magros o nulos márgenes proyectados del negocio agrícola 2025/26 (especialmente la soja de primera y el trigo/soja de segunda, ya que los números del maíz temprano son más favorables).
La cuestión es que las tasas elevadas, que pueden ser convenientes para gestionar la liquidez, son una “mochila de plomo” para financiar o refinanciar actividades productivas, lo que podría promover problemas en la cadena de pago.
Los incentivos ofrecidos por el gobierno no serían necesarios si se dejase que el dólar alcanzase su valor de equilibrio con la oferta disponible de pesos, lo que permitiría mejorar la competitividad de los sectores exportadores (con el agro a la cabeza) y evitar seguir comprometiendo al erario público con instrumentos financieros (que benefician fundamentalmente al sector “timbero” que hace “carry trade”) e intervenciones en el mercado de futuros de dólar (que comprometen recursos que podrían destinarse para otros fines).
No reconocer el valor real del tipo de cambio con fines electoralistas –llegar a las elecciones legislativas de octubre de 2025 con la inflación “pisada” por un tipo de cambio artificial– es uno de los factores que, junto con los derechos de exportación, quitan competitividad al sector agrícola, que es el mayor generador de divisas de la economía argentina.