Tobías Ozan es casi tan joven como la cabaña Doña Evangelina, ubicada en la localidad santiagueña de Sumampa. Sin embargo, la corta trayectoria del establecimiento, creado en el 2020, no fue impedimento para que en la reciente ExpoBra resultaran ganadores de una cucarda en la final de machos de la fila de bozal, con un ternero Brangus.
En esto de la ganadería, a pesar de su juventud, Tobías parece tenerla muy clara: es de los que apuesta a la incorporación de genética por encima de todo. Por eso eligió dar sus primeros pasos en esta cabaña que no excluye ninguna de las razas norteñas. Ellos prefieren un rodeo en el que abunden los animales Brangus y Braford, porque apuntan a un rodeo más carnicero.
“Este proyecto inició en el 2020, con ganas de volcar genética en lo que es el rodeo de carne del campo. Estamos convencidos que volcar la genética en los campos ganaderos marca una diferencia y está bueno poder mostrar y reflejar esa genética en las pistas”, dijo Ozan a Bichos de Campo. La cabaña forma paret del grupo ganadero LMR, que fue fundado por Luis María Rodríguez en la localidad cordobesa de Despeñaderos en 1962.
Tobías prosiguió diciendo. “Nuestros rodeos están concentrados especialmente en las razas Brangus y Braford, porque creemos que son las que se adaptan funcionalmente. En nuestra cabaña lo que exigimos es la fertilidad y aquellos mantos carniceros que son los que realmente nos dan el negocio”, precisó.
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El joven cabañero sustenta su convicción sobre la importancia d ela genética desde los conocimientos adquiridos como estudiante de ingeniería zootecnista en la Universidad Nacional de Córdoba. “La verdad que hay muchos caracteres para seguir mejorando. Hay que hacer hincapié y presionar en la selección. A la ganadería argentina la veo muy bien posicionada, ojalá que nos acompañen los precios también”, comentó el ganadero.
El joven contó que eligió ser ingeniero zootecnista porque le brinda la posibilidad de combinar dos cosas: su gusto por la genética y el vínculo que siempre ha tenido con el campo desde muy pequeño.
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“Esta es una pasión que tengo desde muy chico. Y bueno, con las distintas materias voy aprendiendo cosas que, simplemente puedo aplicar en el campo. Desde chiquito estoy viendo estos animales de cría al pie de la vaca. Principalmente aquellos que son de transferencia embrionaria como de inseminación o de repaso. Ahora lo que hago es que los voy clasificando y seleccionando”.
Si bien para Ozan es una pasión lograr ejemplares dignos de mostrar en una exposición, también advierte que a la ganadería del norte en particular le falta rentabilidad, al tiempo que coincide con muchos de sus pares en que es “muchísimo” más difícil hacer ganadería en esta zona que en regiones de climas más templados.
“Acá es muchísimo más difícil, y donde más se ve reflejado es en el clima. Las condiciones en que se crían los animales en el campo para mí son sobre-exigentes en comparación de otros climas. Entonces nosotros con la genética tenemos que tratar de que ese animal exprese su máximo potencial, adaptándose a estos climas y pasturas netamente complicadas”, concluyó.