“No quiero que cierre un tambo más en Argentina”, aseguró Virginia Fontana en charla con Bichos de Campo. Esa frase se volvió su leit motiv desde que se recibió de técnica en Nutrición Ganadera en la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional del Litoral (UNL) en Esperanza, Santa Fe.
Nacida en la ciudad de Santa Fe, Fontana se fue a vivir a San Jerónimo Norte, en el departamento de Las Colonias y desde ese momento supo que su destino estaba allí, asesorando a productores tamberos para que cada uno pudiera aumentar su producción en litros de leche, incluso colaborando ad honorem en capacitaciones y consultas que recibe a diario de parte de quienes no pueden bancar la parada y tratan de subsistir como pueden con sus vacas lecheras.
Fontana también es consciente de que la zona cambió mucho en los últimos años. “Esta cuenca lechera no es la misma de antes. Del 100% de tambos que había antes hoy queda en pie sólo el 20% y en una situación que no es la mejor, lo que trae como consecuencia que los productores no puedan recibir un pago acorde de parte de las empresas lácteas”, comentó.
En San Jerónimo Norte se celebra la Fiesta Provincial de la Leche; se encuentra a 190 kilómetros de la ciudad de Rosario y está asentada en el corazón de la cuenca lechera. Forma parte de la llamada pampa húmeda, donde se encuentran las tierras con mayor aptitud para la producción agropecuaria, donde el clima es templado y la humedad es abundante. En parte por esas condiciones es que muchos tamberos con los que Fontana trabajaba se abocaron a buscar el rédito con las siembras de cultivos, y resignaron su pasión de producir en el tambo, que les ofrecía una baja rentabilidad.
“Es la parte más triste, porque muchos le vieron más rédito a las siembras, por ende dejaron el tambo de lado, y los pocos que se mantienen en pie lo hacen porque quizás vienen de actividad familiar, de un arraigo especial, y así y todo enfrentan una lucha tremenda. Lamentablemente las vacas comen en dólares y la leche que producen se paga en pesos. El desfasaje es importante”, remarcó.
A través de su cuenta de Facebook, Virginia encontró una vía de comunicación de sus actividades diarias y al mismo tiempo un canal de conexión con otros productores a lo largo y ancho del país.
“Soy una bicha de campo y de tambo. Amo el olor a tierra que se respira acá y a cada una de las vacas que me toca evaluar y asesorar. Verlas nacer, crecer y que luego se conviertan en madres me da una satisfacción más grande que cualquier rédito económico. Hace poco en un tambo de Bolívar que asesoro nació una futura lechera y la bautizaron ´La Virginia´ en honor a mi nombre. Eso no se paga con nada”, confesó.
Fontana reconoció que el trabajo ha caído para todos, y mucho más en medio de la pandemia por Covid-19, incluso para ella. “Personalmente no quedé ajena a los coletazos negativos que nos trajo esta pandemia y me vi obligada a cerrar mi negocio que se llamaba ´El almacén del Tambo´, porque ya las empresas no trabajan más a consignación y no me daba manejarme por cheques y cuenta corriente”, explicó. Tuvo que buscar un sustento paralelo con un trabajo de medio tiempo que consiguió como inspectora de tránsito. “Nada que ver con el campo, pero teniendo este empleo municipal puedo sustentarme yo y sustentar mi pasión que es asesorar tambos”, reveló.
Pero como Fontana no se da por vencida ni aún vencida, como le gusta decir con frecuencia, es que guarda la esperanza de reabrir las puertas de su galpón, porque además ese negocio ya se había vuelto un punto de encuentro en San Jerónimo Norte entre los productores que se acercaban, no sólo buscando ofertas de alimento balanceado sino charlas y consultas técnicas e información de nuevas capacitaciones.
“El negocio era como un hijo más para mí. Arrancó siendo un almacén virtual, donde yo era el nexo de productores y de gente que ofrecía sus productos para vender y gente que necesitaba. Luego me jugué del todo a poner un espacio físico y me fue mal. Tengo una camioneta en venta porque lo que quiero es poder reabrir el negocio”, comentó.
Hace poco Fontana emprendió una cruzada personal y que hasta hoy lleva como bandera, con el objetivo de que no se cierren más tambos. “Me acerqué a la municipalidad para hablar sobre este tema y comencé a hacer un relevamiento de tambos de los alrededores para evaluar el estado y necesidades de los mismos. Luego me contacté con un veterinario de la localidad de Esperanza y ambos comenzamos el proyecto de brindar capacitaciones gratuitas que incluye el armado de un sistema de crianza para levantar los litros de leche en los establecimientos de la cuenca”, resaltó.
Fontana aclaró que “cada región tiene una realidad diferente, con lo cual a la hora de hacer una dieta especializada en un establecimiento lechero hay que tener en cuenta las condiciones climáticas y los recursos con los que cuenta cada productor”.
“Golpeando puertas tuve la chance de mantener entrevistas con el director de lechería, Arturo Videla, a quien expuse las necesidades de todos los productores de distintas provincias, sobre todo en la región del Chaco, donde atravesaron una sequía muy importante, así como de parte de Córdoba, donde sufrieron incendios, y por supuesto que también hablamos de los tamberos de Santa Fe. Lamentablemente la respuesta no fue la que esperaba; su mensaje fue que la pandemia los había superado y que no había recursos para el sector lácteo”.
Virginia también creó un canal de YouTube donde comparte algunas recorridas de tambos:
A la hora de evaluar qué problemáticas enfrentan los tambos en el país, Fontana indicó que “hay un abandono político hacia el sector lácteo y por otra parte siento que no tiene un gremio idóneo que los represente y que sin intereses mezquinos pueda gestionarles cosas básicas como el servicio de internet. Me ha tocado tranquerear algunos establecimientos en plena pandemia, donde no tenían internet y muchos hijos de medieros se quedaron sin poder asistir a las clases virtuales porque no todos tienen un celular que puedan pagar con servicio de red. Estas cosas que pasan en el campo no llegan a la gente de ciudad y así también hay una desconexión fuerte con las realidades que se viven acá”.
Si pudiese tener la oportunidad de cambiar algo, Fontana fue taxativa: “Pediría como primera medida que se tomen políticas de una vez por todas para que no tenga que cerrar nunca más un tambo argentino, y que tengamos un gremio que nos represente como corresponde, sin bandera política mediante”.
“Conozco la realidad de otros países por colegas que se han ido a vivir a Suiza una vez recibidos de veterinarios y que han podido abrir tambos allí. Sigo en contacto con algunos de ellos y estoy al tanto del sistema estabulado al que apuestan con base pastoril y no de feedlot. Sinceramente, lo que veo con las grandes extensiones de tierra que tenemos, es que podríamos hacer grandes cosas, pero todo depende de que tengamos políticas idóneas. Lo que nos diferencia de ser como Suiza son los intereses mezquinos que lamentablemente nos representan. Pero por todo lo demás, por recurso, por raza animal, por excelencia de productores y de genética, no estamos más lejos que ellos”, reflejó.-
-¿Te considerás una mujer de riendas tomar?
-Por supuesto que me considero una mujer de riendas tomar porque no veo otra forma de salir adelante que poniéndose al frente de una organización o situación personal en la vida. Por eso mi cruzada a través de las redes para asesorar de modo gratuito y capacitar a productores que lo necesiten. Ellos me pasan la cantidad de animales que tienen, la cantidad diaria de litros de leche que producen y los recursos con los que cuentan, porque no es lo mismo hablar de un tambero en la cuenca santafesina que es muy rica en el sistema pastoril que la zona norte de Chaco y Formosa, donde ni siquiera tienen agua y tienen que juntarse entre 5 o 6 productores para compartir un molino. Entonces, teniendo en cuenta todo eso trato de armarles una dieta adecuada para levantar la calidad y el tenor graso de su leche para que así puedan obtener una mejor paga.
Fontana cree en la visión holística de un tambo, donde se incluya el buen trato de los animales. “Siempre digo que animales cuidados y queridos también engordan el negocio, por ende no se trata solo de tenerlos bien alimentados, pasa por otras cuestiones. Igualmente no es mucho lo que se necesita para tener un buen establecimiento. Se trata, antes que nada, de tener voluntad, ganas, y luego tener una buena gestión política que los apoye, que los acompañe en capacitaciones, en otorgamiento de créditos blandos a través de las mutuales. Querer es poder pero lamentablemente cuando todas estas cosas faltan los tambos en el interior lo sienten”, evidenció.
-¿Es la cuestión de género un arma con la que debas luchar?
-Como mujer soy consciente de que el campo siempre se va figurado como un mundo machista, pero personalmente me ha tocado trabajar con grandes hombres y también con grandes mujeres, muchas de ellas cargando los establecimientos sobre sus hombros o bien trabajando a la par de sus esposos. En mi casa soy una mujer divorciada y madre de 5 hijos y siempre tuve el respeto de ambos. Es por eso que no puedo decir que sea un sector netamente machista, al menos no desde mi experiencia. Pero no niego que hay mujeres a las que les toca atravesar dificultades desde adentro del sector agropecuario. Deberíamos acabar con las diferencias, mucho más en pleno siglo XXI.
Fontana sigue adelante. A su tecnicatura en Nutrición Ganadera le sumó capacitaciones en crianza artificial y guachera. Y como autodidacta que se define es que empezó a encarar otros aspectos desde la zootecnología como disciplina dedicada al estudio de la cría ,la reproducción y perfeccionamiento de los animales.
“En mi diaria con los medieros hay que seguir formándose una misma, porque la falta de trabajo provocó una corriente migratoria muy importante de gente en busca de un oficio en tambos y muchas veces toman los puestos sin conocimientos y lo hacen sólo por necesidad económica y por tener una casa”, manifestó.