Desde hace bastante tiempo que no se sabe si la Vendimia de Mendoza (que celebra la recolección de uva para vinificar) y otras fiestas semejantes que festejan tantas otras cosechan son finalmente festejos de y para los productores y sus comunidades, o son actos montados por y para los políticos de turno. Desde el intendente al gobernador, desde el cura del pueblo hasta el secretario de Agroindustria, a la hora de ponderar el trabajo ajeno todos se suben al escenario. En sus ampulosos discursos, suele suceder que finalmente hablan maravillosamente sobre sus propias gestiones y poco dicen del esfuerzo y los problemas de los productores.
Sucedió este sábado, por fortuna, que durante la celebración de la Vendimia 2019 la cadena productiva volvió a adueñarse (por lo menos por un ratito) de la atención y le arruinó (por lo menos durante un ratito) la fiesta a los funcionarios y políticos de turno. Fue durante el tradicional desayuno de la Coviar (Corporación Vitivinícola Argentina), que se ha convertido en la principal tribuna pública de la actividad. Como el acto de Palermo para la ganadería.
Allí, en un salón colmado de políticos que este año estarán de campaña electoral, el presidente de la COVIAR, Ángel Leotta, fue lo suficientemente enfático como para recordarles a todos que esta economía regional atraviesa una durísima crisis, cuya peor expresión es que la mayoría de los productores que cosechan las uvas que dan origen a los vinos y la fiesta no están cobrando un precio digno por su producción. La excusa es que sobra vino y que no se puede colocar en el mercado, ni en el doméstico ni en el de exportación.
A más de un político se le atrangantó el canapé frente a las palabras de Leotta, que recordó que una vitivinicultura fuerte “no es compatible la inestabilidad macroeconómica y los cambios en la política agroindustrial cada tantos años, porque esto desalienta a los productores y pone en peligro la ruralidad”. Enumeró el dirigente empresarios que desde 2004 ocurrieron cinco devaluaciones y la inflación acumulada superó el 2.000%.
Más adelante, el presidente de COVIAR le puso nombre y apellido a uno de las molestias más grandes que existe en el sector: retenciones y reintegros. “Comprendemos la situación que atraviesa el país, pero al mismo tiempo nos parece ilógica la imposición de retenciones a productos que generan mano de obra y valor agregado. El efecto que producen las retenciones y la baja de reintegros no hace más que aumentar la presión impositiva que antes de esta medida ya superaba el 70% de nuestros márgenes”, enfatizó.
Lo mismo que la Vendimia, pero en dinero: los que trabajan son unos y los que disfrutan son los políticos. Leotta fue muy enfático en este reclamo y hasta dividió las sílabas para acentuar bien el reclamo: “La carga impositiva es i-na-guan-ta-ble”.
La COVIAR es un organismo público-privado que gestiona y articula las acciones necesarias para cumplir con los objetivos del Plan Estratégico Argentina Vitivinícola 2020, para trasnformar y consolidar el sector. Por eso integra a todos los sectores. Leotta reconoció que los plazos de ese plan están a punto de concluirse y el sector se encuentra en una crisis franca. Dijo que entonces es el momento “de no tener diferencias pequeñas y sacar a la luz las grandes cosas que tenemos en común. Debemos definir nuevamente una gran política de Estado en la que será necesaria la colaboración de todos, anteponiendo los intereses generales a los particulares”, imploró. Apunto de inmediato: “No podemos claudicar. esta es la actividad que mayor cantidad de mano de obra genera en la región”.
Así las cosas, quedó claro en el discruso de Leotta que más que guiada por la brújula de un plan estratégico la vitivinicultura está navegando últimamente en un mar de parches y reclamos. Así, el directivo saludó la baja de aportes patronales al sector (implicaría un ahorro de 1.800 a 2.000 millones de pesos anuales) y la disminución de impuestos internos a los espumantes. Pero reclamó:
- La eliminación de los derechos de exportación reimplantados el año pasado y que los reembolsos vuelvan a los niveles que tenían
- La sanción de la ley de jugos naturales en bebidas sin alcohol, lo que permitiría utilizar el mosto de uva como endulzante de aguas y gaseosas.
- Estabilidad económica y políticas diferenciales para la agroindustria.
- Acuerdos comerciales similares a los de los países que compiten con el vino argentino.
- Financiamiento a largo plazo para aumentar la eficiencia y la productividad de los pequeños productores.
- Más recursos estatales para la promoción del consumo de vino.
Los funcionarios y políticos, frente a esta andanada de realismo productivo, no supieron qué contestar ni mucho menos se aparecieron por la Vendimia 2019 con el plan estratégico que necesita este sector y todas las economías regionales.
- El presidente del Banco Nación, Javier González Fraga, se ilusionó con que lo peor de la crisis económica haya pasado y mencionó algunos indicios que dan cuenta de una chance de recuperación.
- El gobernador de Jujuy, el radical Gerardo Morales (no se sabía muy bien qué hacía en este festejo vitivinícola aunque reinvindicó que en su provincia ya hay pequeñas bodegas que tienen ya 18 marcas), reconoció que las palabras de Leotta “han sido reales, crudas y muestran como estamos”. De todos modos se silusionó: “Hemos superado tantas crisis y seguramente vamos a salir de esta crisis también”.
- Juan Manuel Urtubey, el gobernador de Salta, que sí tiene una vitivinicultura muy consolidada, reaccionó con una inusual autocrítica. “Es vital que nos asumamos nuestra responsabilidad. La política y el sector público debemos hacernos cargo de cómo la articulación público-privado ha fallado en Argentina”, dijo. Admitió que eso pasa en “un país que te cambia las reglas de juego permanentemente”.
- Luis Miguel Etchevehere, el secretario de Agroindustria, pareció al principio un vendedor más que un representante del gabinete, pues parecía ofrecer a productores que trabajan a pérdida que tomen un crédito con tasas subsidiada o alguno de los préstamos para capital de trabajo de la nueva línea de 100.000 millones de pesos anunciada por el presidente. Enumerando las medidas que había tomado el gobierno para el sector, llegó al extremo de afirmar que esta getsión incrementó de 110 a 127 los mercados abiertos para el vino, y destacó los casos de Andorra y Marruecos. Pero luego Etchevehere cumplió un rol más político y dejó claro el mensaje oficial desde Presidencia: “El momento no es le mejor que podemos esperar, pero también quiero destacar que posiblemente en décadas es la primera vez que se están tratando los problemas de raíz y se esta yendo al hueso de las cosas, sin buscar atajos sin esconder los números, sin jugar con el atraso cambiario o con el de tarifas, diciendo la verdad”, retrucó. En consecuencia reclamó paciencia: “Nadie está comodo con al peesión impositiva y es absurda la que están sufriendo los sectores productivos”. Y prometió: “No estamos cómodos con las retenciones, y tan incómodos estamos que el año que viene se van a terminar”.
- Finalmente, el gobernador local, Alfredo Cornejo, también arrancó su discurso como si fuera el monólogo de un vendedor de seguros: enumeró una a una todas las medidas que se tomaron desde el gobierno provincial para aliviar una crisis mayúscula, incluyendo la reciente ley anticíclica sancionada en la Legislatura de Mendoza, que permitirá al Estado intervenir en el mercado de la uva durante los próximos cuarto años, para evitar el quebranto de los productores. Pero Cornejo también aprovechó que no juega a la reelección para tirar las orejas al sector privado, para que no queden todas las culpas del lado de la política: “La Argentina no tiene una economía sana, y no es de estos tres últimos años sino desde hace mucho. No hablemos como si acá no pasara anda y la historia comenzara recién ahora. Esta es una gran oportunidad. Ya eprendimos que de estas crisis no nos salvan una cosecha o dos, ni que una mega devaluación nos soluciona todos los problemas. La salida de la Argentina en hacer las cosas bien como se hacen en otras partes del mundo, con sangre, sudor y lágrimas”, apuntó el gobernador.
Después de tanto discurso de tono grave y hasta con autocríticas, en la Vendimia 2019 por lo menos algo se habló sobre la producción y sus problemas. Los políticas se quedaron mascullando, con un sapo medio atragantado en la garganta.
Por lo menos una vez… por lo menos, no pudieron celebrar sus flasas hazañas en fiestas ajenas.