Las bodegas dicen que hay un elevado stock de vinos de vendimias anteriores cercanos a los 300 millones de litros, y argumentan que esa es la causa central de los precios de ruina que están ofreciendo en esta nueva cosecha a los productores independientes, que son la mayoría, y son chiquitos.
No parece tanto. Esos 300 millones de litros de vino en reserva, en realidad, son apenas unos 15 litros por habitante adulto de la Argentina. Si invitan con un par de asado o algún chivito a la cruz, bien podríamos pensar en sacar de circulación la mayor parte de ese volumen excedente. Claro… No hay plata ni para la carne ni para la ensalada, y mucho menos para el vino.
Bueno, entonces exportemos una parte: yo cedo mis 15 litros. ¿No se puede tampoco? ¿Que no somos competitivos? ¿Qué se necesita eliminar las retenciones y volver a conceder reintegros de exportación? Imposible. Quizás Nicolás Dujovne acepte comprar un par de botellas para convidar a la misión del FMI. Pero de ahí a bajar impuestos, seguro que no.
¿Y entonces que hacemos? Hay dos caminos. Una es que dejemos fundir a varios miles de productores de uva que en general son pequeños y tienen este único ingreso anual en época de Vendimia. O quizás más tarde, porque hay bodegas que se aporvechan y pagan a los premios. Hagamos eso: a los finqueros les pagamos poco, tarde y mal, total lo que nos sobra son vides y tenemos suficiente vino. Pero sería una catástrofe social, justo en un año electoral. Y con las candidatas a Reina de la Vendimia 2019 ya en carrera.
La otra posibilidad es salir a intervenir en el mercado. ¿Poner precios mínimos?. Ni loco. Atrás, Satanás. Mejor creemos un fondo anticíclico, que suena moderno y no hace tanto ruido.
Ver Andrés Díaz Cano: “El sobrestock y las retenciones al vino complican la actividad”
Eso, la alternativa del fondo anticíclico, es la elegida por el gobierno de Mendoza, que está en manos del radical Alfredo Cornejo. En las últimas horas inicio un operativo de compra de uva para mosto a través de un fideicomiso llamado Mendoza Fiduciaria. Pero además envió un proyecto de Ley a la Legislatura Provincial, que habilitaría a Mendoza a tomar crédito para financiar un fondo anticíclico para la vitivinicultura.
El fondo, se proyecta, tendría una duración de cuatro años y manejaría una suma total de 4 mil millones de pesos.
¿Cuando vino excedente se puede comprar con 4.000 millones de pesos? Difícil saberlo por ahora. Porque con un comprador asegurado, el Estado, lo más probable es que suba el precio.
A ver, Mona… ¿Quién se tomará el excedente de 300 millones de litros de vino? La Federación Agraria no ve con malos ojos que el que se emborrache sea el erario provincial, a partir de asumir deuda que luego pagaremos entre todos y que seguramente serán motivo d einolvidables borracheras dentro de algunos años. El justicialismo, por su lado, reclama desde la oposición que se use la misma cantidad de dinero para este operativo de rescate. Pero pide que salga del propio presupuesto. ¡No al Fondo! ¿Fondo blanco?
Por lo que trascendió, la idea de ese fondo anticíclico es que el Estado pueda salir a comprar uva para garantizar al viñatero un precio base superior al 30% del costo de producción informado por el Instituto de Desarrollo Rural (IDR). Esto sería ahora mismo un mínimo de 7 pesos por kilo de uva criolla. Pero se especula que con 1.000 millones de pesos por año también habría dinero suficiente como para implementar líneas de créditos a tasa cero y para subsidiar la energía eléctrica para riego.
De cara a la discusión en el Parlamento, los muchachos de FAA hablan de concordia y amistad como si ya se hubieran tomado sus correspondientes 15 litros de excedente vínico. “Creemos en la buena voluntad del arco político y que, ante la grave situación, seguramente no entrarán en juego mezquindades políticas”, dijeron.
La entidad que representa a un conjunto de pequeños vitivinícolas cree que el mejor camino es ese, y que el excedente se lo vaya tomando de a poquito el Estado provincial. En un comunicado, la Federación Agraria recomendó que “la mayor parte de ese presupuesto sea aplicado a la compra de uva para mosto y de esta forma descomprimir el mercado y hacer que las industrias salgan de su zona de confort , esperando a los productores al momento de la cosecha con ofertas totalmente leoninas”.
¿Quién brindará al final? Parece fácil adivinarlo.