Javier Milei ha demostrado públicamente en varias ocasiones su poco afecto por el Partido Comunista de China. Sin embargo, una medida de política económica que pretende tomar el presidente argentino va camino a beneficiar a la nación asiática.
La famosa “motosierra” se quedó a mitad de camino para llegar al “déficit cero” y ahora el gobierno está buscando aumentar impuestos para poder cumplir con ese objetivo. Uno de tantos “impuestazos” previstos consiste en incrementar en dos puntos la alícuota de los derechos de exportación a la harina y el aceite de soja. El famoso “diferencial”.
La medida, tal como ha sucedido en muchas ocasiones en el pasado, despertó un debate en el ámbito agroindustrial que se dirime con la pasión de un River-Boca. Mientras que referentes del sector agrícola creen que se trata de un acto de justicia equiparar las alícuotas para que el poroto pague lo mismo que los productos derivados, los industriales aseguran que la medida no sólo afecta a las fábricas aceiteras, sino a toda la cadena de valor sojera.
Para contar con una perspectiva del problema en Bichos de Campo consultamos a Eduardo Vázquez, un profesional que trabajó más de tres décadas en el área de trading de Bunge Argentina para luego cruzar el “charco” y dedicarse a la misma tarea en Uruguay en la firma IpSoy.
“Hay argumentos a favor y en contra del diferencial de retenciones en el complejo sojero y en ambos lados hay cuestiones comprensibles. En el negocio de la agroexportación no existen las verdades absolutas: son todas perspectivas”, asegura Vázquez.
– Perfecto. ¿Cuál es su perspectiva al respecto?
– Desde siempre apoyo que un país promueva y proteja la industrialización de los productos primarios antes que exportarlos porque eso representa inversiones, tecnología y generación de empleo y de riqueza. Cualquier proceso industrial que se pueda agregar a los commodities agrícolas, procesar maíz para obtener bioetanol y burlanda de maíz, moler trigo para producir harina o soja para fabricar harina y aceite de soja, eso es mucho mejor que exportar solamente los granos. El primer comprador mundial de soja, China, compra todos los años 100 millones de toneladas anuales de poroto con cero impuesto y no importa ni un kilo de harina de soja porque quiere procesar la soja en su territorio. Si ellos ponen medidas protectoras que propician la instalación de fábricas procesadoras de soja en su país, nosotros no podemos “regalarle” el hecho de vender todo el poroto de soja. Después veremos el cómo, pero la base es que cualquier gobierno tiene que tratar de incentivar que los commodities se procesen internamente con todo lo que eso aporta.
-¿Por qué cree que en el ámbito de la producción esa concepción del tema no resulta confiable?
-Cierto grupo de productores y más que nada cierto grupo de dirigentes agropecuarios tienen aún en su ADN una inquina contra el moledor de soja; yo lo he discutido esto con algunos productores, quienes creen que el mercado se ve perjudicado porque consideran que les pagarían más los exportadores puros y creo que la cuestión es exactamente al revés. Estimaciones realizadas por analistas serios llegan a la conclusión de que la unificación de la alícuota de retenciones (del 31% al 33%) para todo el complejo le va a generar una baja del precio ofrecido por la soja de 9 a 10 u$s/tonelada. Si bien la realidad luego lo puede flexibilizar, la teoría dice que todo impuesto y costo termina siendo pagado por el productor. El precio internacional lo designa el mercado y el procesador hace la cuenta hacia atrás con sus respectivos costos y determina la capacidad de pago al productor. Si le sumamos impuestos, el que termina siendo perjudicado y recibe un menor precio es el productor, porque el resto de los intermediarios van a tratar de pasarle el costo al productor.
-¿No podría ser considerado eso como una posición dominante?
-No. Vayamos por al absurdo: no se muele más soja en la Argentina. El presidente saca un decreto que determina que no se puede procesar más soja en el país y se debe exportar todo el poroto sin procesar. Con ese escenario, algunos productores estarían contentísimos porque se sacaron de encima a las fábricas, porque el hecho de querer que no haya un diferencial de protección es querer que no haya más fábricas. En tal escenario, ¿sería eficiente para la Argentina producir 50 millones de toneladas de soja? Yo te lo firmo: la respuesta es no; de ninguna manera sería viable porque te las vas a tener que meter donde no te da el Sol, porque al único que le podés exportar soja sin procesar es a China y eso durante una “ventana” de solo tres meses en el año, porque primero te gana Brasil entre los meses de febrero a junio y luego EE.UU. entre octubre y febrero. Pero ademas tenes que embarcar soja en buques Panamax que, luego de cargar en las terminales de la zona de influencia de Rosario, deben luego completar la carga en los puertos de Quequén o Bahía Blanca, zonas donde no existe una gran disponibilidad de soja porque son regiones fundamentalmente cerealeras. En tal situación, no serían necesarias en la Argentina más de 20 millones de toneladas por año para poder venderle poroto a China durante la “ventana” comercial de tres ubicada entre julio y septiembre. La soja argentina, que es otra cuestión importante, es muy mala en calidad.
-Por baja proteína.
-Así es. La demanda del productor argentina, con justa razón, es dame rinde y más rinde, y los semilleros trabajan en función de esa demanda. Y eso hace que tengamos una diferencia de tenor proteico de dos o tres puntos por debajo de Brasil. Y cuando moles en la Argentina para elaborar harina Hi-Pro (alto tenor proteico), no te da ni aun descascarando la soja porque la soja tiene baja proteína. Brasil te asegura una soja base mínima de 34% de proteína y Argentina el mínimo es de 32%. Si a eso le sumo que un Panamax completo cargado en el sur de Brasil sale 8 u$s/tonelada más barato que un Rosario-Quequén o Bahía Blanca, tenes entonces que vender poroto de soja más barato que Brasil en 12 a 15 u$s/tonelada para poder competir a la par. Y existe otro problema aún más grave.
-¿Cuál?
-Tenés un solo comprador de soja, que es China. Una “ventana” comercial de tres. Una ejecución logística más difícil. Y una mercadería de calidad inferior. Creo que los señores productores que consideran adecuada la nivelación de alícuotas tendrían que pensarlo bien y agradecer que estén las fábricas aceiteras, porque la harina de soja tiene treinta destinos de exportación diferentes y además, al momento de embarcarla, la podés combinar con otros productos, como maíz, sorgo o cebada, y así no estás supeditado a las necesidades específicas de los chinos o al ritmo de compra que ellos impongan. Cuando los chinos vean que sos un “esclavo suplidor de soja” para ellos, te van a esperar con un cuchillo entre los dientes, porque algo que saben hacer los chinos es comprar. No entiendo entonces el argumento de que las fábricas son nuestro enemigo. Algunos me han llegado a decir que el diferencial “pagó” la instalación de las fabricas en la Argentina, cuando hoy poner una industria aceitera con un puerto aledaño tiene un costo de 500 a 600 millones de dólares; una suma gigantesca.
-¿Pedir un trato diferencial no es señal de falta de competitividad?
-La industria aceitera argentina es muy competitiva. Este año las fábricas, debido a la sequía, trabajaron a pérdida con un nivel de procesamiento que no alcanzó ni siquiera el 50% de la capacidad instalada, con lo que eso representa en términos de costos fijos Y se la “bancan”, trayendo toda la soja que pudieron de Brasil, Paraguay y Uruguay en barcos, barcazas y hasta en camiones con tal de sumar volumen para intentar amortizar los costos. Y siguen trabajando a contramargen. Me parece injusto que el diferencial sea cero y no tengo ningún tipo de interés en defender a mis antiguos empleadores. Lo digo con una mano en el corazón: no considero ideal que un país exporte sólo producción primaria y menos que esté en manos de un solo comprador. Como política agropecuaria, en muchas naciones clave se promueve el valor agregado y la diversificación de la matriz comercial. Me gustaría, en ese sentido, preguntarle a los productores porqué en un año normal venden primero el trigo, después el maíz y por último la soja; eso lo hacen porque saben que tiene a disposición la demanda de las fábricas durante todo el año.
-Entonces considera un error la intención de incrementar las retenciones en harina y aceite de soja.
-Puedo imaginar porqué el gobierno quiere subir las retenciones a ambos productos: está buscando equilibrar la balanza entre lo que prometió y lo que puede hacer, y para eso está buscando dinero, y alguien habrá sacado al cuenta y dijo con “El Niño” viene una gran cosecha de soja y maíz y con dos puntitos allá y acá sumamos mucha recaudación; es comprensible, porque es un impuesto que se cobra fácilmente y por adelantado.
No hay toronja que les venga bien. El diferencial entre devaluación del 50% y derechos del 15% arroja balance positivo, pero aún así se quejan. Les importa un cuerno el país, solo sus bolsillos. Al final pareciera que la lacra kirchnerista tenía razón en odiar al campo. Miserables.