El último reporte de la Dirección Nacional de Riesgo y Emergencias Agropecuarias trae alivio para la provincia de Buenos Aires, pero advierte por la situación en zonas cordilleranas. Y es que, mientras el exceso hídrico detectado en varios municipios bonaerenses da signos de mejora, en el extremo opuesto del país la oferta de agua no evoluciona como lo esperado.
Durante el mes de julio, las zonas consideradas en condiciones de sequía moderada se concentraron en áreas cordilleranas de San Juan, Mendoza, Neuquén, Rio Negro y Chubut. Si bien hubo mejora en las precipitaciones los últimos días, los suelos aún están lejos de recuperar el stock óptimo de humedad.
En el caso de Malargüe, por ejemplo, los datos de la Mesa nacional de Monitoreo de Sequía (MNMS) reflejan que entre febrero y julio “los acumulados mensuales se mantuvieron siempre por debajo de los valores normales”. Eso explica que, a pesar de los 15 mm que llovieron la semana pasada -lo que prácticamente completa el cupo de agosto- la zona continúe teñida de anaranjado en el mapa.
“Una lluvia normal no necesariamente revierte 6 meses de lluvias escasas”, señala el informe al respecto.
En el caso del municipio rionegrino de El Bolsón, las precipitaciones detectadas en junio, julio y lo que va de agosto aún permanecen muy por debajo de los niveles históricos. Cabe destacar que en esa zona, las mayores lluvias se detectan en invierno, y el máximo de la semana, que fueron 34 mm, aún no alcanza para alcanzar esa tendencia.
Esta sequía detectada en la cordillera central y sur contrasta con los perfiles cargados y excesos en zonas de cultivos extensivos.
En el caso de las principales áreas trigueras, el informe semanal señala que las lluvias de los últimos días provocan una leve caída del desecamiento. Sin embargo, no han sido suficientes como para complicar la situación en el interior bonaerense, en donde, explican, “el área considerada con excedentes hídricos se redujo, aunque no desapareció por completo”.