Sin establecer un juicio de valor, vale decir que el “atraso cambiario” resulta en un escenario comparable con las retenciones para un productor agropecuario.
En aquel caso, el tributo actúa deprimiendo el valor en pesos del producto. Por ejemplo, si la soja vale 400 dólares y sufre una retención del 25%, el chacarero terminará cobrando 300 dólares. Los 100 dólares restantes van a parar a las arcas del Estado.
En el caso del atraso cambiario, el efecto se expresa reduciendo la cantidad de pesos que recibe el productor luego de vender una mercadería que cotiza en dólares. Es decir, si la soja vale finalmente 300 dólares, no es lo mismo que esa divisa cotice a 20 que a 25 pesos, pues el valor final de la soja será de 6.000 pesos y no de 7.500 pesos.
Es decir, el atraso cambiario también actúa deprimiendo el precio de un producto transable en los mercados internacionales. La diferencia es que en este caso no recauda el Estado y podría decirse que el beneficio se distribuye entre los consumidores. Por eso los gobiernos apelan a este tipo de políticas cambiarias como freno a la inflación.
Toda esta introducción para contar que el Centro de Estudios de la Nueva Economía (CENE), de la Universidad de Belgrano, acaba de calcular el retraso cambiario vigente a febrero de 2017. Lo hace a partir de un índice que parte de 100 puntos en diciembre de 2015, es decir en el momento en que el gobierno de Mauricio Macri “sinceró” el tipo de cambio. Aquella devaluación, sumada a la quita de retenciones, resultó en una inyección imortante de oxígeno (léase pesos) a un sector productivo que se ahogaba.
Bueno, para febrero de 2018 ese mismo índice se ubicó en 7,4,84. Es decir, un 25% por debajo de cuando se colocó esa inyección que devolvió competitividad al sector agropecuario.
El informe del CENE, en base a estos datos, “sostiene que volvió otra vez el atraso cambiario y que, para restablecer el tipo de cambio real vigente a fines de diciembre de 2015, la cotización del dólar debería ser de 27,10 pesos”.
No es la primera vez que este índice de la Universidad de Belgrano se ubica en niveles tan bajos. Un año atrás, durante casi todo la primera mitad de 2017, se ubicó cerca de los 72 puntos. Pero entre diciembre y enero había remontado algo y se instalaba por arriba de 76 puntos.
“El retroceso verificado en febrero se debió al fuerte aumento en las tarifas de gas, electricidad y comunicaciones registrados en dicho mes. De esta manera, interrumpió una tendencia a la recuperación del tipo de cambio real iniciada en octubre, merced al deslizamiento de la cotización de la divisa”, explicó Víctor Beker, director del CENE.
Absolutamente de acuerdo… y de hecho las más afectadas son las economías regionales, en donde aparte debemos sufrir la asimetría de ingresos por el brutal costo logístico. Mientras tanto, el estado aún sigue mirando al costado…
La verdad que dudo que el atraso sea tan solo de 25%. Este estudio está basado en tomar el dólar de la salida del cepo como si fuera el de equilibrio. Pero peor es nada.