SAESA es una empresa argentina con una larga trayectoria en el territorio de las energías: comercializa tanto gas como electricidad para grandes usuarios. Pero acaba de concretar una serie de exportaciones que abren un nuevo territorio para sus negocios y también para el agro argentino: la venta de “bioenergéticos”.
¿Qué es eso? ¿Con qué se come? En principio no se come, porque como su nombre lo indica son productos de base biológica para producir energía. ¿Qué tipo de energía? Claramente las nuevas energías verdes, a partir de productos renovables que vayan sustituyendo los hidrocarburos.
Se lo explicó a Bichos de Campo Marcos Renard, el responsable de una oficina que SAESA acaba de abrir en España, donde justamente están los mayores clientes para estos bioenergéticos: “La demanda de bioenergías está registrando un crecimiento exponencial por la entrada en producción de nuevas plantas en casi todo Europa que necesitan abastecer con feedstocks para cumplir con las metas de descarbonización acordadas por la Directiva de Energías Renovables (RED II) de cara al año 2030, impulsando combustibles sostenibles como el SAF, HVO e Hidrogeno Verde”.
-Pero seguís sin decirnos qué son las bioenergías…
-Lo que estamos exportando es materia prima o feedstocks, como se dice, para justamente la elaboración de estos biocombustibles. Un poco en línea con la intención de bajar el consumo de combustibles fósiles y reemplazándolos por los biocombustibles. Esta materia prima está muy vinculada al campo. Son todos aceites recuperados o, digamos, con algún tipo de refinación que viene de algún proceso industrial o un uso principal. Este es un proceso totalmente sustentable.
-O sea, ¿están recuperando aceites de otros procesos? ¿Sirve para hacer biocombustibles que reemplacen los combustibles fósiles?
-Esta es la lógica. Exacto. El ejemplo más sencillo es un producto cuyo nombre más conocido es el UCO, que por las siglas en inglés es el Used Cooking Oil, que básicamente es el aceite usado de cocina, el que usas en tu casa para freír. Ese aceite generalmente, bueno, por ahí le das un uso, dos usos, tres usos, pero eso termina siempre en una botellita y esa botellita después la terminás tirando. Ese aceite es un componente súper importante, y de hecho es de los más limpios, si se quiere, para la materia prima de estos biocombustibles. Obviamente en Europa está más desarrollado, pero en Argentina ya hay empresas que se dedican a la recolección de este aceite.
-¿Retiran el aceite usado para freir?
-Obviamente a nivel domiciliario es una red logística mucho más compleja, pero todo lo que es a nivel gastronómico y hotelería. Lo retiran de grandes cadenas de comida rápida, van con sus camiones, levantan ese aceite, ese aceite se lleva a una planta donde se hace un proceso, de filtración, más que nada, bueno, porque viene con… residuos, digamos.
-Para sacarle el resto de las papas fritas, por ejemplo.
-Exactamente, es así. Y bueno, luego se le hace una refinación y eso se usa en las plantas para hacerle otro proceso industrial, se le agrega valor y eso hoy en día sirve para dos biocombustibles, que son los que más se están desarrollando, que es el SAF, pensado en lo que es el combustible aviación, y el HVO, que también es otro combustible. Hay una apuesta muy grande por estos dos tipos de combustibles. El segundo vendría también a reemplazar el diésel, sería más para transporte. Se está pensando más para lo que es todo el transporte urbano.
–Entonces ustedes juntaron 100 toneladas de productos compuestos por aceites desechables, los exportaron a Chile. Y otro lote de 400 toneladas que fue a España y Portugal… ¿Quiere decir que hay demanda internacional y este es otro filón de negocios potenciales para la Argentina?
–El UCO es una de las tantas aplicaciones o productos que hay. Pero puntualmente lo que hicimos a Chile fue un aceite técnico de maíz, que es el subproducto de un proceso industrial, son de las plantas que trabajan el maíz para hacer bioetanol. El bioetanol también es un producto que reemplaza los combustibles fósiles, y en ese proceso hay un descarte de estos aceites, de este aceite técnico de maíz. Esto agrega valor tanto a las plantas, para hacer mejores rendimientos, menos desechos.
En estas primeras exportaciones de bioenergías desde América a Europa, la firma exportó en concreto oleínas de aceite vegetal y aceite técnico de maíz (TCO por sus siglas en inglés “Technical Corn Oil”), para abastecer de bioenergías a compradores europeos. Técnicamente, los productos TCO integran la lista de “feedstocks” de segunda generación: materias primas no alimentarias, sustentables y provenientes de residuos agrícolas, forestales o industriales o cultivos energéticos no comestibles. A partir de estos se puede generar energía para diversos usos.
-¿Y es negocio exportar esos insumos? ¿Por qué no procesarlos aquí?
-Hace poco se escuchó la noticia de que en Argentina iban a estar en el proyecto de abrir la primera planta de SAF. Esto es una tendencia que vemos a nivel mundial. Hoy por ahí el foco está en la exportación, pero seguramente en el correr de los años se empiecen a escuchar proyectos en los diferentes países de Sudamérica, que hoy son súper relevantes en cuanto a la originación de todos estos productos, y que empiecen a construir sus propias plantas para agregarle valor a sus propios residuos de estos procesos.
-¿Y ahí SAESA como juega? ¿Es una empresa especializada en energías nuevas?
-SAESA en sí es una empresa que está hace más de 16 años con el rubro energético, pero vinculado puntualmente en lo que es el gas y energía eléctrica. Nosotros hace 6 meses que abrimos una sociedad acá en España, con el objetivo de empezar a explorar el mercado de biocombustibles, incluso de biomasa, porque también la biomasa sirve para la energía térmica, para quemar y poder abastecer a plantas industriales. Entonces hay varias oportunidades que desarrollar y justamente Argentina, siendo un país productor, como lo es, tiene una oportunidad muy grande.
-Estás en Europa. ¿Es tan cierto que hay una revolución respecto a estos combustibles biológicos y que se ve cotidianamente en la calle los nuevos usos de la incorporación de biocombustibles.
-Es una realidad. Está sucediendo y cada vez se ve más. Hay diferentes empresas que están trabajando en este camino hace ya varios años, y hoy se puede decir que es una realidad. Hay un claro ejemplo de esto: hay una petrolera de las más grandes acá en España, por lo menos, que se llama Cepsa, casi lo mismo que Repsol, que cambió su nombre y toda su imagen y todo su portafolio de productos a todo lo que es sustentable, haciendo una apuesta muy grande, una inversión en plantas para poder procesar este tipo de biocombustibles. Y acá en Europa hay un ente que regula lo que se llama la red, que es quien pone o negocia las diferentes tasas de corte para los diferentes países. Se puso como meta para el 2030 reducir un 50% el consumo de combustibles fósiles para determinados sectores. Se van poniendo metas bastante agresivas que año a año las van revalidando e incluso las van aumentando. Estás hablando de inversiones de millones y millones de dólares.
-No es lo que pasa en Argentina, donde en materia de biocombustibles vamos dos pasos para adelante, luego uno para atrás…
-Si te cambian las reglas de un día para el otro, nadie va a querer apostar en esto. Si bien obviamente hay diferentes regulaciones que van cambiando, hay que tener claro el horizonte y apostar por eso.