Parece extraño y hasta contradictorio, pero una de las principales reservas de selva atlántica que existe en la Argentina, y mejor conservada incluso que los parques nacionales y provinciales que rescatan ese tipo de ambientes, está rodeada de bosques implantados de pinos y eucaliptos. Las dos cosas son asombrosas por su enormidad.
La superficie ocupada por Arauco Argentina, la ex Alto Paraná que pasó a manos chilenas a mitad de los 90, llega a 230 mil hectáreas ubicadas en la provincia de Misiones. De esa superficie, unas 115 mil hectáreas son plantaciones forestales que abastecen de madera a la plantas propias. Pero a la vez hay 118 mil hectáreas que corresponden a áreas de reserva, bosques protectores y fajas o corredores ecológicas. Dentro de esta segunda superficie, la llamada Reserva San Jorge es la de mayor extensión.
Se trata de un punto muy valorado por ambientalistas y también por investigadores. Bichos de Campo estuvo allí: la selva misionera luce casi inmaculada.
La reserva San Jorge se encuentra ubicada en el Departamento de Iguazú y fue declarada Reserva Foresta Privada en el año 1999 y más recientemente se integró al Programa de Paisajes Productivos Protegidos de Fundación ProYungas. Se trata de un predio de 16.500 hectáreas que guarda selva paranaense con altos grados de conservación y biodiversidad. El bloque de monte nativo es fundamental ya que conecta otras dos grandes reservas de la zona norte de Misiones: el Parque Nacional Iguazú y el Parque Provincial Urugua-í.
Pablo Cortez, el jefe de Medio Ambiente de la principal empresas forestal de la Argentina, explicó que esta reserva ya estaba dentro del inventario de la familia de millonarios Pérez Cómpanc cuando decidieron vender sus activos forestales de Alto Paraná al holding chileno en 1996.
“Es muy importante por las especies que alberga, de fauna y de flora, y también por la interconexión que genera”, nos explicó Pablo en medio de esa espesura. Por eso San Jorge es considerada clave por los investigadores, porque “aporta conectividad y entre todos los bloques conforman un área de más de 150.000 hectáreas de conservación continua. Eso es muy positivo porque permite albergar grandes mamíferos como el yaguareté. A través de la conservación de estos espacios se logró la de conservar una población estable de yaguareté”, relató.
Diego Varela, un biólogo del Conicet que trabaja en el monitoreo de la especie en toda esa región, confirmó que de una población de solo 33 ejemplares en 2003 han llegado a detectar y monitorear en la actualidad unos 105 de esos felinos, lo que aleja el peligro de la extinción.
Mirá la entrevista completa:
-Para llegar hasta acá, donde la selva está en un estado de conservación asombroso, tuvimos que atravesar un montón de kilómetros de plantaciones forestales, donde está la esencia del negocio de Arauco.
-El patrimonio de Arauco en Argentina está conformado por 260.000 hectáreas, de las cuales 230.000 se encuentran en la provincia de Misiones. De esas 230.000 hectáreas aproximadamente tenemos una hectárea de conservación por cada hectárea productiva. Hay 115.000 hectáreas de plantaciones y 118.000 hectáreas de bosque nativo.
-Pero no siempre son macizos de monte como este. ¿A veces son solo corredores biológicos entre las plantaciones?
–Correcto. Los grandes bloques, como los llamamos nosotros, de conservación, conforman 45.000 hectáreas y hay unas 62/65 mil hectáreas de áreas de interconexión que cumple varias funciones. Nos dan conectividad entre centenares de plantaciones para conservar la fauna y también son áreas protectoras de recursos de agua y de los suelos en zonas de pendiente.
-Arauco proviene de Chile. ¿Es cierto que allí hay 1 millón de hectáreas de su propiedad pero 400.000 hectáreas son de reservas?
-Correcto. Arauco tiene plantaciones en Chile, en Argentina, en Brasil y en Uruguay. Todos esos países aportan importantes áreas de alto valor, áreas de paisaje nativo.
-¿Y por qué lo hacen?
-Lo hacemos porque nos interesa conservar áreas importantes y mantener un equilibrio entre plantaciones y espacios verdes. También de esa forma vamos aportando al conocimiento, a la investigación y a preservar para generaciones futuras estos ambientes. Nosotros hacemos un monitoreo de biodiversidad. Eso está muy vinculado a las certificaciones forestales que tenemos. Por otro lado, en este espacio se genera la oportunidad para los investigadores de estudiar otras cuestiones que son de interés para la comunidad académica y de investigación y también para realizar tesis doctorales.
-Te preguntaba por qué lo hacen, porque me imagino que también el mercado va pidiendo que lo hagan…
-Digamos, que el público, el cliente, cada vez exige más este equilibrio.
-Me imagino que vos como jefe de ambiente debes estar mirando el tema de mercado de carbono y todas esas cosas.
-Nosotros venimos determinando nuestra huella de carbono desde el año 2006, venimos haciendo monitoreos, mediciones internas y la empresa certificó carbono neutralidad en el año 2019. Esto quiere decir que al menos capturamos más carbono que lo que generamos, y lo devolvemos al ambiente.
-¿Eso incluye un plan de generación eléctrica a partir de la madera?
–Tanto la planta de celulosa ubicada en Puerto Esperanza como el aserradero y la planta de paneles cuentan con plantas generadoras propias que tienen una capacidad que les permiten autoabastecerse de energía limpia.
-¿Son plantas de biomasa?
-Funcionan con residuos del proceso industrial del aserradero, básicamente.
-¿Y no han entrado todavía a vender bonos de carbono?
-Eso es algo que se está evaluando. Todavía no hemos concretado ningún acuerdo, pero estimamos que a futuro se logrará.
-¿Sos ingeniero forestal?
–Soy ingeniero forestal.
-Debería gustarte arrasar con todo esta selva para poner pinos, eucaliptus, y que crezcan felices y sanos.
-Es una imagen errada que a veces se tiene de los forestales. En mi caso particular, en los comienzos de mi carrera trabajé en la industria, trabajé en Entre Ríos, en Corrientes, luego en el área de producción de cosecha, y en el área de transporte de Arauco. Pero desde el año 2008 estoy más vinculado al medio ambiente y las cadenas de custodia. La empresa le da la misma importancia a las áreas de conservación como a las áreas de plantaciones y se están generando muy buenas oportunidades en cuanto a conocimiento.
-Debe estar bueno trabajar en una empresa que decidió preservar la mitad de su superficie para conservar. Es un concepto muy potente: se puso un límite.
–Sí, es cierto. Esta decisión se tomó en el año 2003. O sea, llevamos 19 años de que no solamente no estamos convirtiendo más áreas de bosque nativo en plantaciones sino que además estamos trabajando en un proceso de restauración de espacios o de áreas que son prioritarias para la conservación. Llevamos prácticamente 4000 hectáreas de áreas que se encuentran en proceso de restauración.
-¿Para que vuelva esta selva?
–Claro, para que vuelva esto. Decir que ya la restauramos es por ahí arrogarse demasiado, porque la naturaleza tiene su su tiempo para volver a volver al estado inicial. Pero son áreas que podemos decir que están en buen camino de recuperación.
Este es un video institucional sobre la reserva San Jorge: