Estudiantes y docentes de la carrera de Agronomía de la Universidad Nacional de Santiago de Estero se aburrían a la hora de dar las materias referidas a los cultivos hortícolas: sin posibilidad de verlos ni tocar esos cultivos, las horas transcurrían entre aburridos libros de texto de lectura obligatoria. Fue seguro por ese aburrimiento que a alguno de ellos se le ocurrió que era posible recuperar una vieja estructura de hierro que tenía la universidad, para levantar allí un invernadero y realizar las clases de manera práctica.
Fue lo que comenzaron a hacer en agosto pasado. Y hoy son muchas las personas -incluso del cuerpo no decente- que cooperan entre si para llevar adelante este emprendimiento productivo, que en noviembre dará sus primeros frutos (pimientos y tomates) mientras sirve como aula para clases prácticas que resultan de lo más entretenidas.
Juan Carlos Prieto y Lourdes Bravo Bolañez están haciendo su tesis y ya son ayudantes de cátedra en esa facultad. Ellos contaron a Bichos de Campo como la comunidad universitaria decidió darle una nueva oportunidad a una vieja estructura abandonada para levantar allí el invernadero. Para empezar el espacio se ha convertido en material didáctico para 22 estudiantes que eligieron cursar la materia optativa de Cultivos bajo cubierta, que antes casi no tenía inscriptos porque los chicos se aburrían aprendiendo a producir hortalizas por las instrucciones de un manual.
“Esta era una estructura abandonada y estaba completamente sin uso. Y desde que hemos empezado a cursar el cuatrimestre pasado la materia Sistema de Producción Hortícola, charlamos con los chicos y hemos visto la posibilidad de poder aprovechar esta estructura para hacer este hermoso invernadero”, contó a Bichos de Campo Juan Carlos Prieto, orgulloso de la obra que emprendieron.
Mirá la entrevista completa con los tesistas y docentes:
Por su parte, Lourdes explicó. “El cuatrimestre pasado, como ayudantes cátedra, vimos que los chicos le iban a poner poco empeño a esta optativa (Cultivos bajo cubierta) que venía abandonada desde la Facultad. Entonces nosotros necesitábamos que mínimamente fueran dos alumnos, o en lo posible un poco más, para que se pueda dictar esta materia. Actualmente son 22 chicos. Ya habíamos visto la parte teórica de tomate, berenjena, pimiento y otros cultivos. Todo estudio nomás, pero faltaba esta parte práctica. Ahora la están viendo”.
Por supuesto que para los tesistas, el progreso del invernadero en tan poco tiempo es motivo de orgullo. Sin embargo, lo que más les complace es poder demostrar, como parte de su proceso investigativo, las diferencias entre producir a campo y hacer estos cultivos intensivos bajo cubierta. Por eso tienen unos surcos adicionales aledaños al invernaderos, sencillamente a campo y con otros sistemas conductivos.
Ahora, mientras se acerca la primera cosecha y viendo las diferencias entre uno y otro planteo, los docentes comienzan a estar convencidos de que el propio invernadero resulta una gran herramienta tecnológica para acelerar los procesos productivos en una zona donde las temperaturas superan los 40 grados muchas veces en el año.
“En la provincia son muy pocos los invernaderos que hay, capaz que son diez como mucho. Esta forma de producir es muy poco aprovechada en el cinturón hortícola que tenemos. Aquí todo es a campo y muy poco invernadero. Entonces aquí también estamos viendo que sí se puede producir y es una alternativa muy buena”, comentó Prieto.
Lourdes agregó, que actualmente están produciendo bajo cubierta tomate, berenjena, pimiento y pepino. Estos mismos cultivos también lo hacen en la pequeña parcela a campo, “para que los alumnos vean los otros sistemas de conducción. Se están haciendo sistema de conducción en espaldera y en lo que es caballetes para lo que es tomate”, detalló
A la vieja estructura, devenida en un próspero invernadero, todo el grupo la mantiene productiva mediante un organizado esquema de trabajo, donde los turnos están muy bien establecidos y se extienden fuera del horario de estudio y los fines de semanas, y el uso de las tecnologías acorde al espacio y los cultivos que allí crecen.
Y no escatimaron nada con la tecnología: “Tenemos principalmente el riego por goteo y fertilización. Hacemos el fertirriego. Tenemos una computadora que automatiza el riego. Pero ahora hacemos toda la aplicación de la lámina directamente con el fertilizante. Lo preparamos aquí al costado del invernadero con un tanque y lo agregamos por ahí los fertilizantes”, dijo Juan Pablo.
Sobre las acciones que realizan, contó la joven agrónoma. “Para control de malezas, era ideal ponerle el plástico (sorbe los surcos) y tener eso controlado. Además es una labor menos para los chicos, porque como decíamos, esto estaba abandonado y teníamos muy poquito tiempo para trabajarlo. Mientras que para las plagas utilizamos trampas para insectos y repuesto para pulgón, el trips y para la tuta”.
-¿Cuando se cosecha los primeros frutos?– le preguntamos.
–Y mediados de noviembre con seguridad esperamos ya empezar a tener las primeras cosechas. Después toca ver a quién vamos a vender y tener un ingreso para que esto pueda continuar. También esperamos que los chicos se sigan sumando para que se siga dictando esta materia el año que viene.